martes, 28 de agosto de 2007

Yo

Hola amigos:
Una vez Luis Miguel, en una de las entradas, tal vez fué en la primera, dejaba una cuestión en el aire, para hablar de ello más adelante.
Preguntaba qué soy yo? Y me voy a aventurar a dar mi respuesta...
Yo soy una mente y un corazón. Ellos son responsables de la mayoría de mis acciones, disputando con furia quien de los dos gobernará cada uno de mis actos.
A diario libran auténticas batallas porque, al menos en mi caso, están poco acostumbrados a trabajar juntos y encima, cada cual tiene su propia opinión, su propio camino, muy dispar.
Mi mente valora, cataloga y compara. Mi mente está cargada de prejuicios, miedos, dudas.
Mi corazón sólo sabe de sueños, de amor y desamor, de deseos.
Mi corazón pierde a menudo las batallas, porque mi mente cuenta con un aliado, terrible acompañante, que fuerza la balanza. Ese aliado, mi peor enemigo es una mochila en la que, año trás año, fuí guardando todo lo que vivía... mis experiencias, y lo que de ellas extraje.
La mochila es mi memoria, y la tengo llena de los malos recuerdos, de mis equivocaciones, del dolor sufrido y el daño que causé. También tiene los buenos recuerdos, pero, a veces, sólo mi mente abre el compartimento malo, sin escuchar al corazón que le recomienda rescatar la parte buena de la mochila.
Diréis que al fin y al cabo resulta fácil si conozco sus partes y cómo funcionan, tener una vida más fácil, acercarme a ese estado, a esa esencia, a la felicidad.
Pues no. Hay algo de lo que aún no he hablado. Es simplemente el estado de ánimo y las circunstancias. Estas últimas cambian y no dependen de mí, sino de la vida. Mi estado de ánimo no sé muy bien de qué depende, pero seguramente está relacionado con vivencias cercanas que provocaron una apertura insconsciente de la parte negativa de mi mochila.
Lo cierto es que, pese a que mis ingredientes sean los que son, soy capaz de reaccionar ante un mismo estímulo de forma muy diferente, en función de mi estado de ánimo y dependiendo de las circunstancias.
El paso de los años sólo me acerca a entender una cosa: que yo no soy algo que se pueda definir invariablemente, que cambio, me equivoco, caigo y me levanto. Soy esa entidad que sólo ha aprendido a separar lo trascendente de lo supérfluo, y a veces, ha llegado a ser capaz de escuchar a su corazón.
Yo cambio constantemente y espero hacerlo siempre con atención especial a todo lo positivo que de mi vida y la de los demás pueda extraer, así que, ese yo, no es al fin y al cabo nada, porque ayer era una cosa, distinta a lo que ahora soy y que espero y anhelo vuelva a ser diferente mañana.
Muchos besos a todos desde mis constantes transformaciones.

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