lunes, 30 de julio de 2007

Trabajos privilegiados

Hola a todos:
En relación al último comentario que hizo Luis Miguel, el de Alejandro, quería comentar algo que me parece muy bonito.
Los médicos tenéis el privilegio de salvar vidas, vivir momentos como el que nos describes. Como contrapartida, existen muchos otros en los que el contacto con el sufrimiento y la muerte, deben dejar un sabor muy amargo, metálico lo describías una vez.
Te puedes crear una coraza, casi inexpugnable... pero debajo siempre queda sólo un hombre, con sentimientos, con un corazón...
Seguro que un día con Alejandro compensa todos esas malas experiencias, las horas de guardia y los problemas que día a día puedan surgir.
Por eso tienes una profesión de privilegiado, como yo, aunque no sea comparable.
Yo me enfrento a diario con la maquinaria judicial, con todo lo que conlleva... impersonal, lenta, malentendida igualdad, malintencionada ceguera...
Me enfrento a diario con lo que llamamos el submundo, las subespecies...
Llamamos así a la gente sin escrúpulos, la gente que considera que el fin justifica los medios...
Muchos son gente muy joven, sin valores, sin estructura ni familiar ni social.
Gente que aprendió a sobrevivir antes que a mamar y que la única respuesta que obtienen de esa maquinaria judicial es apartarlos temporalmente para que no nos molesten.
Pero a veces, muy pocas veces, en mi profesión, consigo que se haga justicia, en letras mayúsculas. A veces tengo la sensación, incluso la certeza, de haber participado en la consecución de ese resultado justo.
A veces soy parte de la historia, de esa historia en la que tu trabajo produce ese resultado lógico y esperado, ese que consigue que la verdad salga a la luz, pese a todas las formalidades de que se rodea...
Ese día en el que me siento parte activa al conseguir que, al menos para alguien, la vida sea mejor, me alegro de haber decidido hace ya catorce años, ejercer como abogado... pese a haber estado tentada en tantas ocasiones de colgar la toga y dedicarme a la cría de caracoles...
Supongo que en todas las profesiones habrá momentos especiales pero, cuando esos momentos son provocados por el bienestar de otros, y tu sabes que has formado parte de la historia... eso es un privilegio...
Muchísimos besos a todos

domingo, 29 de julio de 2007

Alejandro

Un saludo a todos de todo corazón.
Amigo Alejandro, apenas te conozco, quizá no han pasado 24 horas desde la primera vez que te vi, pero ya has marcado mi vida, y gratamente, yo la tuya.
Ha sido por casualidad.
Caminaba por el pasillo de los quirófanos, absorto en las ganas de acostarme después de una guardia pesada, pero sinceramente, algo me empujó a mirar por aquella ventana, precisamente en ese momento.
Ahí fue cuando te vi.
Había mucha gente a tu alrededor, la ginecóloga, cuya mirada se me ha quedado grabada, me miró por encima de la mascarilla con espanto, como si hubiese visto un fantasma. La matrona, que te sostenía por los pies, casi corría hacia la cuna de reanimación que estaba frente a mi al otro lado de la puerta revestida en plomo.
Entonces me fijé en tu tono de piel grisáceo, y en tus labios azulados. Entonces saltó un resorte en mí que me hizo actuar automáticamente, y entré para intentar salvarte la vida.
El cordón umbilical se había anudado fuertemente alrededor de tu cuello, y la matrona, por más tentativas que realizó, sólo pudo sacártelo una vez habías abierto camino ya fuera de tu asustada mamá.
Pero el tiempo había pasado, y ya no tenías ganas de llorar, de agitarte, de mirarnos, ni de respirar.
No me acuerdo con exactitud de esos momentos. Veo como flashes en los que aparece la mirada de pánico de tu papá cogiendo la mano de tu mamá, que, por estar semi-acostada en la mesa de parto, afortunadamente, no podía ver nada de lo que estaba sucediendo. Nadie decía nada, todos ocupábamos nuestros lugares y ejecutábamos la labor como en una marcha militar perfectamente ensayada.
No sé exactamente cuanto tiempo pasó, ¿segundos?, ¿siglos?
La pediatra, a quien habían llamado desde mi móvil, cuando entré, aún no había aparecido, estábamos los que estábamos, una ginecóloga, una matrona, dos enfermeras y el anestesista.
Pero dio de sobra, y tú abriste los ojos un instante antes de empezar a llorar con fuerza, y con cada llanto, a respirar un torrente de aire que te devolvió el color, las ganas, y la vida.
Durante la mañana, antes de irme a casa a descansar, he ido a verte un par de veces. Resulta que, cosas de la vida, vamos a vivir cerca uno de otro, que a lo mejor mis hijos jugarán contigo en el parque, que te echaré un ojo encima de vez en cuando, amigo mío.
Porque sé lo que te hemos dado, el equipo entero, pero no es nada en comparación con lo que tú me has dado a mí. Al fin y al cabo, nosotros sólo hacíamos nuestro trabajo. Para eso estudiamos y pasamos por tanto, para eso nos entrenaron durante muchos años, y para eso nos pagan lo que nos pagan. Ésa era nuestra responsabilidad.
Pero al verte llorar, al verte vivir, encendiste una lucecita dentro de mí, una más, y me hiciste sentir un ser humano completo. Y eso, las personas más mayores que tú lo tenemos cada vez más y más olvidado.
Gracias por todo pequeñín, y que Dios te bendiga.
Gracias a todos por estar ahí fuera y permitirme compartir este pedacito de mi vida.

miércoles, 25 de julio de 2007

El camino polvoriento.


Fue Albert Einstein el que dijo: "hay una inteligencia organizadora invisible de la que todos formamos parte. Todos estamos aquí por una razón".

Ultimamente en las conversaciones con los amigos y los compañeros de trabajo noto un tema que se repite con cierta frecuencia, la inseguridad en sus propios pasos, en su decorrer por la vida.

Hace mucho tiempo caminaba por la sierra de Béjar acompañado por mi maestro y por el hijo de éste. En las cumbres disfrutamos, en pleno mes de Agosto, de los cúmulos de nieve que aún perduraban aquí y allá, salpicando nuestro horizonte. Al atardecer nos vimos obligados a parar. Apenas un tronco, colocado estratégicamente, hacía de puente sobre un barranco con alguna profundidad. A continuación se insinuaba un sendero que desaparecía tras acodar las rocas. El hijo de mi maestro pasó sobre el tronco y alegremente, desde el otro lado, nos convidó a emular su hazaña, sólo que yo no lo tenía así tan claro.
"Los paracaídas no demostraron ser confiables porque la gente los llevara a las espaldas", me dijo mi maestro, "el mecanismo mostró su confiabilidad una vez que alguien saltó".
No podía dejar de observar el ancho tronco, pero viejo y quizá carcomido, que me desafiaba mientras el viento me empujaba con la frescura de la incipiente puesta del Sol.
"También podemos confiar a Dios nuestra vida, lo que descubrimos una vez que damos un salto de fe", dijo alegremente mientras cruzaba al otro lado.
Aunque en ese momento no pude darle justo valor a sus palabras, cruzé inmediatamente detrás de él.
Cuando llegué a su lado me invitó a sentarme sobre las rocas y me dijo: "Cuando caminabas sobre el tronco ¿dónde estaba tu mente?"
"Estaba bien atada a mi", respondí, "pendiente de cada paso que daba".
"¿No estaba jugando con tu pasado, ni haciendo planes para el futuro?", me volvió a preguntar. Respondí negando con la cabeza.
"Entonces estabas viviendo el momento presente. Recuerda bien esa sensación".
Y sin más continuamos nuestra marcha de fin de semana de acampada por la sierra.
El pasado no es más que un conjunto de fotografías desvencijadas. El futuro es una sensación engañosa de seguridad que nos queremos dar, intentando planificar nuestras acciones y sus consecuencias. Pero hay una cosa en la que podemos confiar. Que ese futuro sólo puede ser fabricado en el momento presente, justo en el cual casi nunca estamos.
Dijo Buda: "al comenzar a vivir el momento presente experimentarás un sutil pero profundo cambio. Dejarás de preocuparte por el futuro. Te envolverá una profunda paz que dice que todo está bien, que no hay nada que temer. Todo está desarrollándose de acuerdo al plan y tu estás siendo guiado en cada paso a lo largo del camino".
Este es el mensaje que os quiero dejar, amigos que tanta paciencia demostráis leyendo estos escritos.
Vivir el momento presente, aquí y ahora, como si cada paso hiciese crujir ese tronco carcomido, separándoos de la caída, y llevándoos un poco más cerca del camino polvoriento.
Cada paso lleno de fe.
Estáis siempre en mis bendiciones y oraciones.


martes, 24 de julio de 2007

Sentirse diferente

Hola amigos:
Acabo de llegar de comer con unos amigos, son compañeros del gimnasio.
Uno de ellos está eufórico por los resultados conseguidos en una travesía a nado que hicimos el domingo pasado, y nos contaba que ha decidido convertir esa travesía en su única meta deportiva del año, y que va a empezar a entrenar desde ya para la del año que viene.
Nos describía con detalle, hoy martes, lo que llevaba maquinando desde el domingo... los días que entrenará por semana, distancias, técnicas.
En un momento dado, me preguntó qué iba a hacer yo, y me felicitaba porque también había bajado mucho mi tiempo.
Yo contesté que, en principio, pensaba repetir el año que viene, que me encantaba esa prueba, pero que yo no hacía nunca planes a tan largo plazo.
No le expliqué más pero, mientras continuaba hablando, yo pensaba que, lo que más me gustaba de esa prueba era, sencillamente ver el fondo del mar, la sensación de libertad y el grado de desconexión que se alcanza.
El planifica sus entrenamientos, mide y remide sus resultados, los analiza y desmenuza y encima... nos los cuenta.
Su satisfacción no es alcanzar un objetivo, sino que disfruta planeando los detalles, las velocidades medias, las pulsaciones... justo lo que, para mí, es un rollo.
Desde luego, a su manera, disfruta la prueba si consigue lo que se propone, pero, estoy segura de que ni una sóla vez miró el fondo del mar... pero, eso sí, en cada una de las boyas, sin detener la cadencia, marcaba en su reloj el tiempo para después sacar su promedio.
Me produjo esa sensación de ser una especie distinta, totalmente diferente. En ese momento imaginé si yo tuviera que negociar una paz con alguien tan distinto a mí... cómo podría conseguirlo.
A menudo, a pesar de que todos tenemos una apariencia humana, me convenzo de que existen muchas subespecies y que cada una habla un idioma distinto, cada una tiene sus prioridades y seguramente, esas diferencias, son absolutamente insalvables.
Por cierto, el individuo en cuestión es encantador y me llevo muy bien con él, porque supongo que, mutuamente, nos resulta curioso comprobar que existen subespecies humanas tan diferentes a nosotros mismos.
Un grandísimo beso a todas las subespecies y en especial a todos los de la mía, los que disfrutan viendo el fondo del mar.

viernes, 20 de julio de 2007

Almas Gemelas

Hola amigos:
El otro día, alguien, en otro blog, preguntaba a los demás si alguien creía en el amor a primera vista.
Yo dí una contestación a su pregunta, en la que mencionaba que sí creía en el amor a primera vista, que a mí me había ocurrido, y le hablaba de las almas gemelas.
Hoy vuelvo a hablar sobre las almas gemelas, pero, mas que nada, por aclarar lo que yo considero un alma gemela.
Un alma gemela no es alguien de mi misma opinión, no es alguien con quien coincida en gustos, en deseos o en sueños. Eso, para mí, y sólo es mi opinión, es afinidad, gente a la que, esas coincidencias más o menos puntuales, nos pueden hacer sentir cerca, cómodos...
Pero eso no es para mí un alma gemela.
El alma gemela es alguien a quien, cuando conoces, pareces recordar, como si ya hubieras estado antes con esa persona.
Un alma gemela es alguien que parece, y tal vez sólo es una simple sensación, que ya has convivido, como cuando compartes recuerdos, compartes un pasado, como ocurre con los amigos de la infancia.
El alma gemela es alguien que, pese a tener esas sensaciones, - y las tienen que tener los dos, porque si no puede ser un error de clasificación o catalogación de tus recuerdos, puede sencillamente recordarte a alguien que una vez conociste -, el alma gemela, como decía, es alguien a quien anteriormente, en esta vida, descartas con certeza haber conocido y tan siquiera coincidido en un momento anterior.
El alma gemela debió compartir contigo otra vida, porque en esta te acabas de encontrar, o mejor dicho, de reencontrar.
El alma gemela genera en tí la confianza absoluta que se ganan con los años los amigos.
El alma gemela es alguien a quien, desde el primer momento, te sientes muy unido y a quien quieres sin ninguna explicación racional.
Es la misma sensación de conocer un sitio al que jamás fuiste anteriormente; es la misma de haber vivido antes una situación concreta la primera vez que se presenta.
Por todo eso, una cosa es coincidir, tener afinidad, y otra muy distinta encontrar un alma gemela...
Yo sólo he encontrado dos, de momento... espero encontrar alguna otra, pero si he tenido varias veces esa sensación de dejá vu...
Muchísimos besos a todos y hasta pronto.

martes, 17 de julio de 2007

El equilibrio de los opuestos


Ayer por la tarde estuve conversando con un buen amigo mío, de esos de toda la vida. Alguien que se crió conmigo junto al mismo maestro, y que sin ninguna duda ha alcanzado la maestría, aunque no sea cociente de ello.

¡Bendita ignorancia!

Conversando animadamente mientras echábamos un vistazo a los últimos comentarios de este blog, se planteó el siguiente tema:“La búsqueda de la felicidad”

Tras algunos comentarios llegamos a la misma conclusión, aunque he de decir sinceramente que su claridad de visión me fue del todo reveladora.

La búsqueda de la felicidad como la conocemos en el día a día, normalmente, lleva al sufrimiento. ¿Cómo puede ser eso?

Pensemos en el ejemplo de una persona que busca desesperadamente el amor, y que sólo encuentra desamores, o el que busca su felicidad en el dinero, y así sucesivamente. En realidad es un truco de nuestra mente, que funciona de forma clasificatoria. Digamos que la felicidad en sí no existe más que la infelicidad, y que ambas van unidas y son inseparables. Es fallo de nuestra percepción el definirlas como unidades propias.Pondré el ejemplo del amor.Buscamos con otra persona la felicidad en una relación. Pero sólo queremos, digamos así, la parte buena, o satisfactoria, de esa persona. Nos cegamos en encontrar sólo lo que nos interesa y olvidamos el resto, que sigue siendo parte indivisible de ella. El amor más hermoso está en tener una visión global y completa del otro, con su luz y oscuridad y disfrutar de ambos. El amor, como todo lo demás, no puede ser estático y debe renovarse. Los amantes discuten, y se reconcilian, es como un juego. Los papeles deben también cambiarse, la mujer hace de hombre, y se enfada con fuerza y dureza, y el hombre debe hacer de mujer y volverse sumiso y sensible. Y así va cambiando el ciclo de los opuestos una y otra vez, renovándose en cada vuelta. Donde hay vida, hay muerte, no puede haber siempre sólo vida, por más que nos empeñemos, y suframos en el intento.

Es un tema muy hermoso.

Gracias a todos por estar ahí fuera.

martes, 10 de julio de 2007

Carta a Paulo

Querido Paulo, desde que te conozco he aprendido muchas cosas, sobretodo sobre mí mismo. La experiencia no me era desconocida, pero como dicen, la tuya ha sido bien diferente. Sin quererlo me has hecho viajar por sentimientos arrebatadores y al mismo tiempo espeluznantes, como la protección, el amor sin condiciones, pero también la impotencia y el miedo. Has conseguido que ame mucho más a nuestros seres queridos, me he sentido más cerca de ellos que nunca, y también de mí mismo. Han salido a relucir facetas de personalidad que creía perdidas, y por ello te estaré siempre agradecido, tanto por las buenas como por las malas.
Has conseguido que vea el equilibrio de los opuestos, y que disfrute de ambos, bebiendo cada sorbo de realidad como si fuese la última.
Aún no nos hemos encontrado frente a frente, pero ya queda muy poco, apenas un mes, y podré acariciarte.
Espero poder disfrutar de muchos años de tu compañía, y espero, de corazón, hacer que disfrutes de la mía, hijo mío.
No ha sido un embarazo fácil, pero parece que después de la pequeña tempestad, sobreviene la calma que mereces en tu venida a nuestra familia.
Gracias, una vez más, por hacerme ver ese viejo dicho de que el amor es la única cosa que no merma cuando se entrega, cuando se reparte.
Te espero, te esperamos todos, llenos de amor y cariño.
Te quiere... Papá.

Sujetar la Luna



Erguido pero relajado y con los pies casi juntos, inclínate hacia delante de modo que los brazos cuelguen rectos, sin esfuerzo.
Dedos bajo el nivel de las rodillas, piernas rectas, cabeza inclinada y espalda formando una curva.
Retén suavemente el aliento y visualiza la energía subiendo desde la parte posterior de la espalda hasta la coronilla.
Luego, y al mismo tiempo que inspiras suavemente, endereza el cuerpo muy despacio, y levanta los brazos hasta tener las manos encima de la cabeza, formando con los dedos índice y pulgar la figura de la luna llena. Arquea el cuerpo hacia atrás y mantén la postura reteniendo el aliento unos segundos.
Vuelve a enderezar el cuerpo y baja los brazos por los costados mientras expulsas el aire despacio por la boca. Mientras haces el ejercicio piensa que una cascada de energía te inunda como si fuera agua y que limpia tu cuerpo de toxinas y emociones negativas.
Este ejercicio es uno de mis favoritos.
Amplia tu rutina diaria con éste, realizándole después de "levantar el Cielo", justo antes del "Chi inducido". Este paquete de ejercicios tiene inmensos beneficios para la salud, tanto a nivel curativo como preventivo. Aparte del goze que da al realizarles, pero eso es una cosa que vosotros mismos debéis experimentar.
Gracias a todos por estar ahí fuera.

domingo, 8 de julio de 2007

Mente de Principiante

Shunryu Suzuki Roshi, maestro Zen que fue pionero de la expansión budista en EE.UU, decía que una de las cosas que había que atesorar era la mente de principiante. Según la mente occidental, reparó que sus alumnos, al principio de su camino, estaban expectantes, ilusionados, vacíos de prejucios y malos hábitos.
Por desgracia ese “enamoramiento” duraba poco tiempo.Pero quizá ésta sea otra forma de explicar el gran tesoro que es la libertad. La ilusión, la curiosidad, la expectación, la falta de prejuicios, la falta de malos hábitos.
Si tan sólo una mañana, al levantarnos dispuestos a iniciar un nuevo día, pudiésemos poseer esta actitud de mente de principiante. Eso significaría olvidar todo el pasado. Ver a nuestra pareja con ojos nuevos cada día. “Hola mi amor”, con la mirada de quien acabamos de conocer. Llegaríamos al trabajo curiosos, dispuestos a conocer lo desconocido. Y celebraríamos cada gesto, cada suceso, atesorándolo en nuestros corazones.
Seríamos más ligeros, más alegres, más libres, y aún así responsables, solícitos, y activos.
¿Y cómo logramos todo esto?, podrían preguntar algunos.
Pues sinceramente no lo sé. Perdonadme, es que soy nuevo en esto. Soy un principiante, apenas doy un paso de cada vez. Pero eso sí, sin perder la sonrisa.Y eso ya es un comienzo.
Mañana es un nuevo día. Un total y absoluto nuevo día.
Gracias a todos por estar, como siempre, ahí fuera.

Vibrando con el mundo

Hace pocos minutos he tenido una experiencia bastante curiosa. De hecho aún no ha pasado, por lo que me tiemblan las manos mientras hago por manipular el teclado.
¡Qué maravilla!
Después de realizar mi rutina de Chi-Kung, que consta de 6 ejercicios, me dispuse a abandonarme al chi inducido. Todo comenzó como de costumbre, una suave ondulación, un balanceo que se trasmite de un brazo a otro, los pies dan pequeños pasos a contratiempo, etc, etc...
De repente sentí como una atracción brusca hacia el suelo. Tipo un empujón, o diría más bien una succión. Cuando me quise dar cuenta estaba pegado al suelo. Y entonces comencé a sentir la vibración. Una especie de corriente eléctrica que compartía con la tierra, integrándome.
No sé cuanto tiempo he permanecido disfrutando de la experiencia, diría que unos quince minutos. Luego me he puesto en pié y he caminado un rato, pero la sensación aún no me ha abandonado del todo.
Os pido disculpas por el atraso, he estado unos días alejado de los ordenadores, de los hospitales, y de todo aquello que configura mi día a día cotidiano. Mañana sin más falta una nueva forma de Chi-Kung, "Sujetar la Luna".
Estáis siempre en mis bendiciones y en mis oraciones.

martes, 3 de julio de 2007

Pasar página

Hola a todos:
Pensaba hoy... bueno, pienso todos los días, aunque no siempre sobre las mismas cosas, ni siempre con la suficiente lucidez como para sacar algo positivo de tanto razonamiento.
Como os decía, hoy pensaba en cómo pasamos página sobre los acontecimientos de nuestra vida, porque, a menudo, me descubro volviendo una y otra vez a esas páginas que creía ya pasadas, pero que siguen en mi presente.
Muchas veces escuché decir "no quiero pensar más en esto o aquello" "voy a pasar página". Es algo que, mas o menos todos, hacemos con mayor o menor frecuencia, ante aquellos sucesos que nos causan dolor, o nos resultan desagradables.
Pero no hemos pasado página, sencillamente hemos cerrado el libro en un momento de nuestras vidas, decidiendo no escribir. Pero el libro se volverá a abrir una y otra vez en esa página que dejamos a medias.
Ese libro de nuestra vida, debe ser escrito página a página, sin dejar espacios en blanco, porque si no, vuelve una y otra vez a abrirse justamente en esa página que no escribimos, y se abre sólo, sin aviso y sin permiso.
No ocurre nada por escribir esa página fuera de su tiempo, se puede hacer... lo único que importa es escribirla y hacerlo con sinceridad, con honestidad, de frente, por doloroso que resulte.
Creo que mi paz y mi serenidad dependen de lo llenas que consiga estén las páginas de mi libro.
Creo que mi paz y mi serenidad dependen de que el libro se abra siempre por esa última página que escribí ayer, o que estoy escribiendo hoy.
Muchísmos besos a todos.