Existe un lugar en el que se ubica la felicidad, pero no está en el espacio, no es físico.
Existe un tiempo en el que encontrar la felicidad, pero no transcurre.
Todos nos pasamos la vida buscando ese momento, todos pretendemos alcanzar esa felicidad.
Recordamos momentos del pasado en los que fuimos felices, buscando los ingredientes que a ese placentero estado nos llevaron.
Intentamos construir un futuro con esos ingredientes extraídos del pasado para acercarnos a esa felicidad.
Y mientras tanto la vida se va y no nos hemos enterado.
Rebuscamos en nuestro baúl, estudiamos nuestros defectos para superarlos.
Analizamos nuestros movimientos y los de los demás, en un vano intento por mejorar las condiciones que nos harán llegar a ser mejores y más felices.
Y un buen día descubrimos que se nos fue media vida en estudios, análisis y comparaciones. Que perdimos nuestro tiempo en hacer una tesis en el aire sobre una felicidad futura que de esta forma nunca alcanzaremos.
Ese día, ese bendito día en el que deja de importarme si me equivoqué, ese día en el que dejo de analizar, ese día que dejo de dudar, ese día es.
Ese día en el que no necesito cerrar los ojos para recordar. Ese día en el que no me paro a intentar construir un futuro.
Ese día que miro hoy, ese día cuyo centro es sólo ahora, ese es mi momento.
En este momento sólo me importa el ahora, lo que soy y lo que tengo, no lo que fui o lo que llegaré a ser, lo que tuve, lo que tendré.
Ese es mi día y no otro.
En realidad no es un lugar, no es un tiempo, ni un estado. Es un ser, soy yo, sólo yo en el mundo y con el mundo… VIVIENDO.
Muchísimos besos a todos.