martes, 12 de febrero de 2008

Una cuestión de energía

Un saludo a todos de todo corazón.
Cada vez estoy más susceptible de las energías de los demás. Cada vez me cuesta más mantener una discusión, y ya no digo enfadarme.
Si hablase de una cuestión meramente energética, diría que las personas necesitan energía, y que todo este movimiento al que llamamos vida, no es más que un periplo en su busca.
Las personas que están poseídas por la ira, o por la pena, por ejemplo, se me hacen como que se encuentran con las reservas al mínimo. Necesitan urgentemente un recambio, y lo hacen de la única manera que saben, o pueden. Quizá lo hayan aprendido de su infancia, cuando padres o familiares usaron las mismas técnicas con ellos. No lo sé. Lo que está claro es que de una manera violenta o calamitosa, exigen su dosis repitiendo el ciclo día tras día, segundo a segundo de sus vidas.
Además esta energía que demandan es de una cualidad especial. Tiene una vibración especial. Y esta carencia atrae a su vez energía de las mismas características. Así no es de extrañar que la persona embargada por la angustia, el temor, el miedo, no sólo busque a otras personas para enseñarles su pena, para demandar atención, absorber energía vital, si no que a su vez atraerá energía de la misma cualidad. Así aparecerá y se perpetuarán en su vida las mismas situaciones dolorosas de las que se aqueja. Una y otra vez. Y a la persona iracunda, furiosa, sólo le saldrán problemas, roces, y situaciones violentas.
Dice Paulo Coelho en "El Alquimista" que el Universo conspira para hacer realidad nuestros sueños. Quizá conspire constantemente, como una ley natural, mandandonos aquello que solicitamos, cosciente o incoscientemente.
La pregunta sería, ¿será que necesitamos buscar la energía de los demás, así a lo vampiro?
¿Habrá otras maneras de llenarnos, de saciarnos?
Cada vez estoy más susceptible de la energía de los demás, cada vez me cuesta más mantener una discusión, y ya no digo enfadarme.
Ayer por la tarde me encontré con un señor que estaba furioso. Habíamos tenido un problema por teléfono, situación donde se comportó como un energúmeno descerebrado, y en ese momento nos veíamos cara a cara. Sin embargo, lejos de enfadarme, sentía su energía, su carencia, y su pena. Totalmente cosciente le cedí la mía. No de la manera que él quería, sino de forma libre, con entrega, y mirándole fijamente a los ojos mientras lo hacía.
Este hombre se derrumbó, apenas nos miramos unos segundos, pero por momentos pensé que se iba a poner a llorar. Empezó a pedirme disculpas por lo ocurrido, y llegó un momento que no sabía como consolarle. Y eso que, puedo aseguraros, que no vino a mi encuentro con otra intención que la de buscar pelea. Pero quizá se encontró con algo que no se esperaba. Quizá muy en su interior sintió que por una vez no hacía falta luchar para conseguir lo que más necesitaba.
No lo sé.
Lo que es cierto es que cada vez estoy más susceptible de la energía de los demás, de mi entorno, del universo que nos rodea.
Y es una sensación cálida, acogedora, y que llena de paz y de amor.
Gracias a todos por estar, como siempre, ahí fuera.

3 comentarios:

mariola dijo...

Hola Luis Miguel:
Esa sensación cálida y acogedora la transmites en tus textos. Regalas esa energía positiva incluso a través de lo que escribes, así que no es de extrañar que, quien no te conozca y se encuentre contigo, cara a cara, termine recibiendo la energía que desprendes, sobre todo, por lo positiva que es.
Sigue llenado tu entorno de paz y amor... total, es gratis, no?
Muchos besos a todos.

Pedro Estudillo dijo...

Yo creo que existe la energía positiva y la negativa. Ambas se pueden alimentar y también contrarrestar. Tu energía positiva fue mucho mayor que la negativa de tu adversario (por llamarlo de algún modo), de ahí que la absorviera por completo. Es una lástima comprobar la cantidad de personas que viven sólo para alimentar la energía negativa, sin llegar a conocer siquiera la contraria. Personas como tú ayudan a resolver este problema, que pienso es el gran problema de la humanidad. Estoy de acuerdo con Mariola en que incluso a través de la palabra escrita transmites energía positiva; yo al menos lo percibo así, que falta me hace.
Un cordial abrazo a todos.

Natacha dijo...

Bueno, estoy con vosotros. La energía, efectivamente sólo se transforma.
A veces te encuentras mal y, te sientas, enciendes una vela y te tumbas en el sofá, en ese sitio donde te sientes a gusto. Un olor agrable a jazmin... cierras los ojos... y parece que todo vuelve a la normalidad.
Hay también lugares, que sin saber porqué transmiten paz.
Personas que su química te dice "vete" o "ven" sin abrir la boca.

Las energías fluyen por ahí. Debemos cogerlas al vuelo. Las buenas y dejar volar las malas.
Un beso.
Natacha.