miércoles, 6 de junio de 2007

Refléjate.


Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo de agua a la entrada del pueblo. Un día, un joven se acercó y le preguntó:- Yo nunca he venido por estos lugares. ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad? El anciano le respondió con otra pregunta:

- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de la que vienes?

- Egoístas y malvados, por eso me he sentido contento de haber salido de allí.

Así son los habitantes de esta ciudad - le respondió el anciano.

Un poco después, otro joven se acercó al anciano y le hizo la mismapregunta:

-Voy llegando a este lugar. ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?El anciano de nuevo le contestó con la misma pregunta:

- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?

- Eran buenos, generosos, hospitalarios y trabajadores. Tenía tantos amigosque me ha costado mucho separarme de ellos...

- También los habitantes de esta ciudad son así -respondió el anciano.

Un hombre que había llevado sus animales a tomar agua al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó, le dijo al anciano:

- ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta hecha por dos personas?

- Mira, -le respondió- Cada uno lleva el universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo hallará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, encontrará también aquí amigos leales y fieles. Porque las personas son lo que encuentran en si mismas, encuentran siempre lo que esperan encontrar.


ESTE MENSAJE HA SIDO ENVIADO POR RAMÓN.

Gracias amigo.

1 comentario:

mariola dijo...

Hola amigos míos:
Precioso cuento el que ayer nos envió Ramón, y me hizo pensar algo que ahora os cuento.
Todos llevamos el universo en el corazón, es verdad, pero a menudo los ojos en la mente.
Pocas veces nos permitimos mirar con el corazón, todo aquéllo que resulta invisible a los ojos, y esto no es mío, esto ya lo decían en "el principito".
Pocas veces conjugamos los sentimientos con la razón, pocas veces nos equilibramos, nos liberamos.
Pocas veces miramos con el corazón, escuchamos lo que nos dice, lo sentimos, saboreamos lo que nos ofrece ni tocamos lo que está a nuestro alcance.
No es por tanto de extrañar que tan a menudo, sólo encontremos rencor, odio y envidias, dolor, infelicidad, y tantas cosas que nos resultan desagradables.
Creo que la felicidad está al alcance de todos... sólo tenemos que desear alcanzarla y hacerlo con el corazón.
Muchísimos besos a todos.