viernes, 13 de abril de 2012

FUNCIONES Y HÁBITOS

Un saludo a todos de todo corazón.

Hay que ver la importancia que le damos a ese gran desconocido que es el ego.

La mayoría de nosotros lo interpreta como una “cosa”. Un algo con el que las distintas vías espirituales han estado luchando desde tiempos inmemorables. Es el enemigo, por lo que hay que derrotarle después de una batalla singular. Hay incluso quien le ha dado nombre a semejante enfrentamiento y le llama “El Buen Combate” en según qué círculos.
¿Pudiera alguien decirme que es eso del ego?
Y no me refiero a enumerar partes como: es nuestros recuerdos, o es un “personaje” que hemos creado desde nuestra infancia y que llevamos puesto a modo de traje, escudo, o algo parecido. Todas estas definiciones son correctas, pero como he escrito antes, son partes, o mejor explicado son apenas los resultados.
Pero mi pregunta se dirige directamente a la causa principal, vamos, al “meollo” de todo el asunto.
¿Qué es el ego?
Pues voy a aproximar la respuesta con un ejemplo. (Perdóneme pero cuando entienda este ejemplo seguro que entiende a la perfección dónde pretendo llegar).
Todos sabemos lo que es el estómago. ¿Verdad?
Para aquellos, pocos espero, que no sepan de lo que hablo, sólo les diré que se trata de una especie de bolsa que se encuentra en la parte de arriba de su barriguita. Todo lo que comemos cae por un tubo (llamado esófago) y se acumula en este reservorio mientras se completa una de sus funciones principales que es la digestión.
Tenemos un órgano físico en nuestro cuerpo al que llamamos estómago. Y sabemos que posee una función muy importante que es la digestión, que dicho ya sea de paso, prepara los alimentos (los bate y los mezcla con sustancias ácidas que él mismo produce para que se deshagan en sus partes elementales) para que puedan ser utilizados (absorbidos) por nuestro organismo.
Pues algo parecido pasa con nuestra mente.
Tenemos un órgano físico que es el cerebro. Y cuando éste se relaciona con nuestro entorno (por mecanismos muchos de ellos desconocidos aún) y me atrevo a decir, cuando éste se relaciona con nuestro universo de una manera íntima, se pone a funcionar. Y esta función es lo que llamamos mente.
Por ello la mente no es una cosa. No es un objeto físico, y sin embargo podemos experimentar sus resultados. Tampoco puedo agarrar la digestión. Es una función. Puedo experimentar sus efectos.
Puedo, cuando hay un exceso de estos ácidos del estómago (o cuando se escapan por el esófago hacia arriba), sentir ardores fuertes. Puede dolerme el estómago; parar, mejorar o empeorar el proceso; curar sus defectos, implementar sus beneficios, etc…
Pero no puedo enseñarle a usted su digestión, tirarle una foto o llevármela a otro lugar para dársela a otra persona.
¿Entiende?
Pues la mente es exactamente lo mismo. Es una función. Y el ego no es otra cosa que una parte de ese proceso.
Tenemos un cerebro, o mejor dicho para ser más completos, un sistema nervioso. Este órgano físico, palpable y mesurable se relaciona con el universo ejerciendo su función. Y ésta es el pensamiento, o el ego.
Así que nuestro ego no es más que una manera de pensar determinada.
No se puede destruir. Por mucho que algunos gurús se empeñen en hacerlo.
Puedo destruir una de las partes físicas implicadas en el proceso. De hecho cuando el cerebro se estropea, el pensamiento también lo hace. Esto es simple y fácil de comprobar, ya que todos hemos conocido, por ejemplo, a una persona que padece Alzheimer, o que ha sufrido una hemorragia cerebral grave.
Pero destruir el cerebro para acabar con el ego es absurdo, ¿verdad?
¿Y se puede vivir sin el ego?
Propiamente el ego no es más que un punto de vista que utilizamos para personalizar nuestras emociones, y adjudicar una posición (YO) a nuestras experiencias.
La respuesta es sí. Podemos dejar de identificarnos con el ego, o con el “YO”, de la manera que lo hacemos para pasar a un estado de consciencia, o de identificación de la conciencia, más amplio.
Es una cuestión de aprendizaje. Explicado de otra manera más precisa, es una cuestión de desaprendizaje de aquello a lo que estamos aostumbrados y de aprendizaje de una manera nueva de trabajar.
Por ejemplo, y sin ánimos de ser demasiado exahustivo para un blog como éste, en vez de estar todo el tiempo pensando en el pasado y en el futuro mientras el cuerpo hace cualquier otra cosa, pasamos a detener esta función para poner nuestra atención en el momento presente.
Como he escrito más de una vez, dejamos que el cuerpo y la mente funcionen al mismo tiempo enfocadas en la misma cosa.
¿Le parece difícil?
Es posible. Pero debe saber que no se trata más que de un hábito. Está acostumbrado a hacer las cosas de una manera y debe entrenar a hacerlas ahora de otra distinta y mucho más beneficiosa.
¡Hay que ponerse manos a la obra y experimentarlo!
Gracias a todos por estar siempre ahí fuera leyendo estas palabras.

Si desea descargar el mp3 del texto leído click aquí.



2 comentarios:

paloma dijo...

Yo/ego,mejor dicho es el conjunto d egos....

toñi dijo...

es tan dificil poder con el pero no imposible todo se puede si se quiere.El ego es un mostruo cruel que solo ve lo negativo de nosotros o se lo inventa.Pero ningun mostro o miedo podra con este ser viviendo en el aqui y el ahora E.TOLLE CRACIAS maestro