domingo, 15 de abril de 2012

ORIGINALIDAD Y FRESCURA

Un saludo a todos de todo corazón:

Una de las cosas que hemos olvidado, y es un error muy común que nos pasa a todos, es que para darle color a cualquier sensación que aparece en nuestro sistema nervioso necesitamos de nuestro consentimiento, ya sea consciente o inconscientemente.

Explicado con otras palabras, existe en nosotros un paso, dentro de los procesos de funcionamiento a los que llamamos mente, en el que decidimos (y tome nota bien de esta palabra) darle un juicio de aceptación, negación o simple pasividad a toda sensación que despierta alguno de nuestros receptores corporales.

Vamos a simplificar un poco las cosas y a explicar todo esto con mayor detalle.

Imagine que usted escucha las palabras que una persona le dirige. Imaginemos, y disculpe si el ejemplo es un poco soez, pero esa persona le dice: “Mira que eres un hijo de p***”.

Antes de que reaccionemos, de hecho el propio proceso de reacción, pasa por que esas palabras sean tomadas correctamente por nuestros receptores auditivos (orejas). Luego nuestro cerebro debe descodificar esos sonidos del español (porque quizá si nos lo hubiesen dicho en sanscrito no hubiésemos podido realizar este paso) y comparar el significado con nuestra base de datos (comúnmente llamada memoria). Entonces se provoca un sentimiento. Con otras palabras: nuestro sistema nervioso dispara una serie de sustancias al torrente sanguíneo que nos va a provocar un sentimiento. Éste será de ansiedad, ira, enfado, humor, o lo que sea que se estimula a través de los pasos anteriores.

Y todavía nos falta un escalón más antes de que esas palabras nos induzcan a tomar cualquier tipo de acción. Queda tomar una decisión con todo esto. “¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?”.

Porque si examinamos el ejemplo, es posible que las palabras hayan partido de una persona que no hemos dejado pasar con nuestro vehículo en un paso de peatones, o quizá se trate de un buen amigo al que le acabamos de contar un chiste muy picante.

Son situaciones completamente distintas, ¿verdad?

Lo que hemos olvidado, y así he comenzado este post, es que este momento de decisión se nos pasa por alto la mayoría de las veces.

¿Debido a qué?

Al hábito.

Nos hemos habituado a reaccionar de maneras aprendidas, fijadas de antemano, por la rutina y los convencionalismos sociales. Seguro que ha oído alguna vez: “un hombre/una mujer de bien tiene que hacer esto o lo otro”. O también es frecuente que hayamos copiado las respuestas de un familiar cercano a la hora de acumular esta colección de patrones de reacción, o decisión, de tal manera que ya simplemente procedemos de manera programada.

A mí me parece que éste es el modo en la que actúa una computadora o un robot. Ante tal estímulo tal réplica.

Luego no es de extrañar las opiniones que escucha uno por ahí sobre la vida. Que si “me mata la monotonía”, que si “estoy harto/a de días grises”, o “cada día es siempre lo mismo”.

Al perder nuestra capacidad de decisión, incluso enlazando un poco con el post anterior, hemos perdido la ilusión y la emoción de descubrir la belleza que se oculta a nuestro alrededor, vistiéndola siempre con los mismos trajes, mirando el mundo de las sensaciones con patrones antiguos, desactualizados, dejándonos llevar por la programación en vez del descubrimiento.

Aún en las situaciones más difíciles podemos cambiar el patrón, la manera de reaccionar, y dar una respuesta distinta, actuar con originalidad y frescura.

¿Tan difícil es?

Yo lo tengo claro.

Por cierto, hoy, aunque sea domingo… ¡me toca trabajar!… ¡¡CHÁN, CHÁN!!

Gracias a todos por estar ahí fuera, porque estáis ahí, ¿no? Ji,ji,ji…

Si desea descargar el mp3 con el texto leído click aquí.



No hay comentarios: