miércoles, 25 de abril de 2012

PROPÓSITO


Un saludo a todos de todo corazón.

Me estaba preguntando, ¿cuál es el verdadero propósito de nuestra vida? ¿Existe realmente algo llamado propósito?

Se me ocurre que las personas, habitualmente, vivimos nuestra vida debido a tres objetivos fundamentales. 
Cuando digo objetivo, me refiero al eje, a la motivación principal que hace que salgamos de la cama cada día. Personas que no participan de ninguna motivación, y créanme, cada vez son más, enseguida se sienten desconectadas (parece que les voy a dar una pista anticipada).
La depresión, el cansancio, la falta de fuerza física y mental para realizar las tareas cotidianas también aparece cuando nos sentimos carentes de cualquier objetivo. Normalmente en las conversaciones del día a día nos expresamos usando una palabra análoga a objetivo que es “sentido”. “Mi vida carece de sentido”, escuchamos por ahí con cierta frecuencia.

Así que, de nuevo, se me antoja dividir el objetivo fundamental en tres vías distintas.

La primera vía será producida a través del sufrimiento. De las tres creo que ésta es la vía más superficial (espiritualmente hablando). Vivimos una vida normal, cotidiana, quizá con falta de sentido, y de repente ¡BOOM!: el sufrimiento aparece de forma brusca, arrasando con todo. Puede que sea en forma de una enfermedad grave, para uno o para un familiar cercano y amado. Puede que sea perder el trabajo, dinero, la casa o el coche. El sufrimiento aparece contundente, imparable y  desalmado. 

Ante esta situación muchos sucumben. Se “rinden” y claudican. Otros con más sabiduría encuentran un sentido a sus vidas, se reconstruyen, se reinventan. Tienen un nuevo objetivo que dirige su existencia después del desastre.

Después de la muerte de un hijo, debido a un accidente, muchos padres han formado asociaciones que han luchado para que tales accidentes no vuelvan a suceder. La desgracia les ha dado un propósito. 

Pero como he dicho antes, éste es el tipo más superficial, el más terreno, de los sentidos que podemos darle a nuestra vida. Existen otros dos  y van evolucionando de manera secuencial. Ninguno es mejor que el otro.

Usted decide.

La segunda es la vía del resultado.

Es cuando una persona, después de padecer un sufrimiento grave, como en el caso anterior, se propone luchar por un resultado superior, poderoso, y cautivador.

Es la historia de superación que encontramos en los libros de autoayuda y motivación personal del tipo “sea rico en menos tiempo de lo que espera” o “las leyes del éxito instantáneo”, inventándome algunos nombres parecidos a lo que puede encontrar en cualquier librería de un centro comercial.

El padre del ejemplo anterior, el que perdió un hijo en un accidente, descubre que su vida se debe a un propósito mayor y se marca un resultado personal, por ejemplo, el de hacerse presidente de su país. Porque si quiere de verdad evitar que los accidentes ocurran, se necesita el mayor de los poderes políticos. Así que se propone un resultado que guíe su vida: ser presidente. Empieza a luchar con ese único objetivo, y es posible que lo consiga.

Si llega a ser presidente de una gran compañía (en vez del de un gobierno), es posible que escriba un libro tipo “como pasar de papa a presidente” y que en el primer capítulo le cuente lo duro que fue perder a su hijo en un terrible accidente.

La tercera vía, y la más elevada desde el punto de vista espiritual, es la de “el propósito superior”. Parece un juego de palabras, todo esto de objetivos, sentidos, resultados y propósitos, pero entienda que es una manera de explicarme.

Todo en el universo tiene un propósito. Dicho de otra manera, pasamos de tener un objetivo personal y terreno a preguntarnos si existe un propósito superior. Si el universo tiene un propósito, y la física cuántica parece apuntar en este sentido, su inteligencia (energía) invisible también pasa a través de usted.

En palabras de Ramesh Balkesar: “La comprensión espiritual acarrea un estupendo sentido de la armonía, una falta de tensión y un sentido de libertad en la vida cotidiana. Todo, lo bueno, lo malo y lo neutral, ocurre acorde a la voluntad del universo”.

Si quiere un ejemplo más “católico” piense en la respuesta que dio la Virgen María cuando se le apareció el arcángel Gabriel. Después de hablarle de lo que habría de sucederle contestó: “Hágase en mí según tu palabra”. Respuesta que siempre me ha parecido de una belleza exquisita.

Sepa que los últimos descubrimientos de la neurología cerebral no pueden ser más desconcertantes en este sentido. Aunque los sabios de la Antigüedad, carentes de resonancias magnéticas y otros sistemas de diagnostico actuales, ya lo habían proclamado. Parece ser que cuando se produce un acto volitivo, como por ejemplo levantar un vaso con agua para beber, el movimiento, el acto en sí, se produce primero. Después se activa la parte consciente de nuestra mente que justifica lo que acaba de pasar. O sea, que primero cogemos el vaso para beber y luego lo pensamos tipo “voy a beber” o “qué sed tengo”. 

Como de costumbre le indico que nada de lo que escribo aquí es un dogma. Se trata de una iniciativa programada para hacerle pensar. Si la vía del propósito superior se le hace incómoda o incluso absurda, simplemente quédese con las dos primeras.

No olvide que no se trata de escoger, sino de experimentar, y de disfrutar del aprendizaje mientras lo hace. 

Gracias a todos por estar ahí fuera buscando su propósito en la vida.

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