viernes, 20 de abril de 2012

USTED ESTÁ VIVO

Un saludo a todos de todo corazón.

En el post de ayer hice hincapié en una cita de Mark Twain que hablaba del significado del amor incondicional.

Hoy me gustaría hablar de un sentimiento parecido al amor. Sólo que este amor no es un proceso mental que pueda ser provocado. Por supuesto no me estoy refiriendo a los estados amorosos cotidianos que muchas veces tienen que ver más con el deseo, casi siempre físico, más que con el significado que me he propuesto desentrañar.

Este amor es una base que llevamos “de fábrica”. Si miras a un bebé a los ojos sabrás exactamente a lo que me refiero. El bebé se encuentra satisfecho por sí mismo. Siente un gozo interior sin necesidad de artificios. Cuando aparece en él una necesidad se encarga inmediatamente de hacerlo saber (a nosotros y, a menudo, al resto del vecindario).

Por eso podíamos llamar a este sentimiento: amor interno. Porque lo llevamos dentro, grabado en nuestra consciencia. No se provoca con nada. Simplemente está ahí. Y aparece cuando se le permite hacerlo; cuando no estamos ocupados con otras cosas tan importantes como lamentarnos de nuestro pasado y asustarnos con el futuro.

Tiene mucho que ver con el estado de Conexión del que hablé hace unos días. De hecho dejaré que usted mismo resuelva esta relación.

Por decirlo de otra manera distinta, es sentir el gozo de estar vivo por el mero hecho de estarlo. Y aunque ahora parezca difícil de entender (sobretodo si nunca lo ha sentido), es independiente de las situaciones a su alrededor.

¡Incluso en momentos de pérdidas, ya sean personales o materiales, esta sensación de gozo vital puede acompañarle!

Piense en su cuerpo como un universo en sí mismo. Es un sistema complejo de células vivas, cada una de ellas trabajando, alimentándose, reproduciéndose. En usted hay una media de 60 billones de seres vivos, cada uno sintiente y reactivo. Y agradecido también.

Toda esa vida la lleva consigo allá donde va. De hecho, y aquí hay un descubrimiento importante, no hay diferencia entre estas células y usted mismo. No son aparte suya, ¡son usted! No existe una barrera en donde acaban las células, los órganos en los que se organizan o los sistemas de trabajo (como el sistema circulatorio) y usted.

Esta relación íntima, por darle algún nombre, queda palpable en los ejemplos que siguen:

1. Cuando usted tiene (o mejor cuando cree que experimenta) un gran problema células de su estómago empiezan a trabajar más de la cuenta. Su exceso en la creación de ácidos y la alteración de las células de barrera y protección de su estómago desembocan con el tiempo en una úlcera.

2. Se enfrenta a una prueba deportiva. Minutos antes se relaja y visualiza con detalle lo que tiene intención de hacer. No deja margen a la duda. Siente la emoción y disfruta del logro como si ya lo hubiese conseguido. Aprovecha y, antes de comenzar la prueba, agradece a las células del cuerpo su contribución y trabajo durante los meses anteriores de duro entrenamiento. Realiza su prueba y ¡obtiene un gran resultado!

No son ejemplos que le deban sorprender. Seguro que de alguna manera u otra ha experimentado momentos parecidos.

No es que el cuerpo le escuche. Es mucho más que eso. Ambos son lo mismo, interdependientes. De hecho, si las células de su cuerpo deciden amotinarse, reproducirse en exceso y de forma anárquica, atacando a las demás todavía fieles… le llamamos cáncer.

Es el momento de ofrecerle un pequeño ejercicio.

Siéntese cómodamente. Si es posible en un espacio donde puede disfrutar del silencio. Pero si no es así también puede salir a dar un paseo por un parque, sentarse en un banco, o incluso disfrutarlo en su cafetería favorita.

Permanezca un momento en paz, en calma y en silencio disfrutando de lo que el paisaje tenga que ofrecerle. Si está en una habitación deje que los sonidos del ambiente aparezcan y desaparezcan sin dejar huella. Si está en un ambiente en silencio, disfrute de ese silencio. Es importante estar atento de forma que los pensamientos no le lleven al pasado o al futuro. Manténgase en el presente del lugar donde se encuentre.

Después de un espacio de tiempo pequeño, de unos tres a cinco minutos, concéntrese en las sensaciones del cuerpo. Empiece por sus pies y vaya subiendo por el resto de su organismo. Si tiene conocimientos suficientes, haga paradas en todos los sistemas que recuerde, como los su vejiga, intestinos, corazón, etc, etc. Hágalo en orden de ascendente para que le sea más fácil de hacer y de recordar. Al principio agradezca a cada parte el trabajo que realiza, luego déjese llevar por las sensaciones que le transmita. No es un ejercicio que le deba llevar mucho tiempo.

Cuando termine su recorrido sienta la vida a nivel global en todo el cuerpo. No es un objeto, no es su propiedad, es usted mismo. Sea una vibración, un hormigueo o un gozo que poco a poco se va apoderando de usted, disfrute de este momento el mayor tiempo que le sea posible.

¡Acaba de sentirse vivo quizá desde hace mucho!... ¡Chán, chán!

Cuanto más haga este ejercicio, no sólo le será más fácil hacerlo. Sino que podrá pasar de ir parte por parte a agradecer y sentir su gozo interior en el momento que lo necesite. ¡Incluso la mayor parte del día si es su deseo!

Así podremos acabar con la ilusión de la desesperación que nos produce la vida cotidiana a pasar a la gratitud y disfrute por el mero hecho de estar vivos.

Dejaremos a un lado la angustia de sentirnos un ser solitario, triste, y abandonado a pasar al goce compartido de billones de vidas agradecidas.

Vaya… ¿A qué está esperando?

Gracias a todos por estar ahí fuera (o ahí dentro) vivos… muy vivos

Si desea descargar el MP3 del texto leído haga click aquí.


PD: Este post está dedicado en especial a mis alumnos de meditación. Ya que hoy no pude impartir nuestra clase, estudiad el contenido de este post y practicadlo. Lo comentaremos en la próxima... ¡Chán, chán!



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