lunes, 25 de febrero de 2008

Mi secreta afición

Hola a todos:
Hace días que no escribo casi nada, ni aquí en el blog, ni a nivel particular. No tendría mayor importancia si sólo se tratase de falta de inspiración, pero creo que es algo más.
Yo siempre he escrito, lo hago desde que tengo recuerdos conscientes, con más frecuencia a partir de la adolescencia y siempre, siempre, lo que escribí sólo tuvo un lector, yo misma.
Escribir fue siempre una necesidad, supongo que provocada por mi falta de comunicación con el mundo que me rodeaba. Era una forma muy particular de vivir hacia fuera, aunque ese exterior se limitara a unos simples papeles llenos de palabras y repletos de ideas, sueños, miedos y sentimientos.
No escribo libros, ni cuentos, ni diarios. Escribo historias cortas, a veces pensamientos, dudas o creencias. Algunas veces son intentos de plasmar sobre el papel algunas sensaciones para que perduren. Pasado un tiempo, cuando un día las vuelvo a leer, compruebo cómo han cambiado las cosas, cuantas dudas y miedos se disiparon por el camino, como he crecido en algunos aspectos, cómo varían las perspectivas y cuanto me he equivocado.
Pero como os decía, siempre escribí para mí. Nunca dejé que nadie leyera algo por mí escrito, por miedo a que no se me entendiera? por falso pudor según mi familia? por un erróneo concepto de privacidad que durante años me aisló de la vida? No sé, pero sé que un día eso cambió.
Hace algo mas de un año empecé a escribir en el blog de Paulo Coelho. Aquello fue un pequeño gran paso adelante. Firmaba los comentarios con mi nombre y lo hacía en la red, pero me escondía tras el anonimato de ser una completa desconocida para todos, protegida tras la pantalla de mi ordenador, en un mundo de lectores virtuales.
Así comencé a ser capaz de expresar libremente mis opiniones, y me sorprendió empezar a recibir respuestas. Había muchos capaces de entenderme, de compartir unos mismos sueños, dudas o miedos. Poco a poco me convencí de que tal vez no era tan distinta al resto como había llegado a creer.
Pese a todo, no tenía la sensación de estar desnudando mi alma, tal vez porque a aquéllos lectores virtuales mi imaginación no les había dotado de ojos.
Pero un día ocurrió algo inesperado. Tuve la suerte de ser invitada a una fiesta de participantes en aquel blog, de lectores o guerreros como nos llama Paulo Coelho. Se acababa ahí el anonimato protector, se terminó la virtualidad de los lectores... aquéllos con quienes hacía meses compartía tantas cosas, se presentarían ante mi en toda su extensión, como seres de carne y hueso.
Sorprendentemente, y como suele ocurrir cuando algo nos asusta, fue peor y mayor la preocupación, que el encuentro en si mismo, porque allí, entre aquéllos guerreros y en compañía del mismo Paulo Coelho, me encontré a mis anchas.
Ni me sentí desnuda ni observada. Estuve rodeada de amigos, gente de toda clase y condición, de distintos y lejanos países del mundo, que teníamos en común un particular amor por la lectura y la escritura, por los libros de Paulo y en general por la vida.
Pero como todo en esta vida es cambio, aquello fue tan sólo el principio de lo que ya no tendría vuelta atrás. Todo aquél que se enteró de la invitación a la fiesta, descubrió esa mi afición secreta por escribir, y la mayoría de ellos tuvieron acceso a través de internet, a lo que yo tanto empeño había puesto en ocultar al mundo en general y a todo aquel que me conociese de forma directa, en particular.
El caso es que todo cambio conlleva unas consecuencias y un precio. Mi consecuencia, aunque sea de forma progresiva, es perder ese miedo a que los demás descubran mi alma, comprendiendo que mi alma poco tendrá de particular. Mi precio son estos bloqueos de inspiración cada vez que me atrevo a facilitar los accesos directos a mis escritos a gente que me conoce, porque aquel anonimato protector me dejó sola por el camino.

Ahora cuando escribo, o al menos algunas veces, sé que alguno de mis amigos descubrirán entre líneas, esa parte de mi que jamás trasciende al mundo en directo, esa parte mía en general desconocida... mi alma desnuda, y me sigue asustando la desnudez...

Muchísimos besos a todos, incluso a los que aún se tapan

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Leyendo tu post me doy cuenta del miedo que me envuelve...yo todavía estoy tapándome, nadie en mi entorno sabe que escribo y mucho menos que tengo un blog...y me da terror el pensar que alguien leyera lo que escribo porque estaría presisamente "desnudando mi alma" y siento que ya escribiría condicionada por lo que opine mi entorno...En fin, me gustó lo que escribes y me he sentido indentificada...vuelvo por aquí...EXITOS !!!!!

mariola dijo...

Bienvenida Penélope:
Cuando tenga un rato me pasaré por tu blog, pero ya te adelanto algo.
Desnudar el alma es bueno, aunque para los que siempre la hemos ocultado nos produzca al principio una extraña sensación, seguro que al final, nos acostumbramos y nos llena más la vida.
Si todos ocultásemos lo que llevamos dentro, viviríamos permanentemente en un teatro.
De hecho, yo la desnudo desde hace algún tiempo con algunos de mis amigos, y poco a poco voy cada día aumentando el aforo de espectadores...
Hay momentos de miedos y bloqueos aún pero...
Viva el nudismo!!!!!!
Muchos besos.

carmen dijo...

Uyy....me he sentido idenfificada contigo...en mi entorno laboral nadie sabe que escribo...si conocen mi blog educativo pero no aquel dónde desnudo mi yo más profundo.
Nada es casual en la vida...tengo que seguir leyéndote..
Un beso