lunes, 29 de octubre de 2007

Perdonar a la vida

Hola a todos:
Esta entrada está inspirada en la anterior de Luis Miguel, y habla sobre el perdón que mas tiempo y esfuerzo me costó, pero el que más felicidad me dió a cambio.
En algún momento de la infancia me convencí, equivocadamente, que la vida era justa, que existía siempre un buen final, y que sólo si actuaba mal, recibiría alguna bofetada de la vida, estaría triste, me dolería.
Poco a poco comprobé que las cosas no siempre fncionan así. Oía hablar de guerras, de terremotos, sabía de niños gravemente enfermos... y un día conocí a la muerte.
Pero, pese a que ya había sentido en mis entrañas alguna de esas bofetadas de la vida, a las que no encontraba sentido ni justificación, de pequeños somos dados a perdonar, a olvidar el dolor con la misma velocidad con que se presenta.
Ya de adulta, de muy adulta, la vida me dió un revés sin sentido, y claro, ya había perdido esa frescura de la infancia para perdonar y olvidar. Analicé, busqué respuestasy no las encontré... y me enfadé.
Me enfadé con la vida, por ser injusta, me enfadé conmigo y con el mundo, decidí sencillamente que yo no había merecido eso, y en ese enfado me quedé.
....y encima me quedé sola porque el dolor no se comparte. Mi amigo puede sentir dolor al ver el mío, pero yo sigo teniendo el mío y mi amigo tendrá el suyo, y mi hermano el suyo, y así se va extendiendo pero el mío no se reducirá con el sufrimiento de aquéllos que me quieren y a los que yo en esos momentos casi ni puedo ver.
Hasta que un día, bendito día, me doy cuenta de que he paseado mi dolor conmigo todos los días, cada minuto y cada segundo.
No le he dado respiro, lo he alimentado y lo he engordado...
Y mientras me he perdido tanto....
Lo perdido ya no lo puedo recuperar, pero decido dejar mi dolor a un lado, aprender a convivir con él y no a vivir dentro de él, para él y por él. Le dí a mi dolor unas merecidas vacaciones... y desde entonces, sólo me visita a veces, respetuoso y discreto, para después marchar por donde vino y hasta la próxima.
Ese día perdoné a la vida porque entendí que tal vez, de alguna forma, en alguna medida, sí fue justa conmigo... porque me ha dado la posibilidad de tener la suficiente cordura como para entender... que he recibido de esta vida mucho mas de lo que me ha quitado, seguramente mucho mas de lo que yo nunca le he dado a ella.
Muchísimos besos a todos.

2 comentarios:

Luis Miguel dijo...

Amiga mía, quizá en vez de perdonar la vida, creo que lo importante sería perdonarte a ti misma. Al fin y al cabo, si te das cuenta, todo el proceso del perdón y del dolor ocurre unicamente en un sólo sitio: dentro de nuestra cabeza. Osea que después de todo, se trata de una mera cuestión personal. Las cosas son como son, el resto depende de como nos las queramos tomar, de nuestra propia, única, y muchas veces equivocada opinión.

mariola dijo...

Hola:
Claro que me perdono... si la vida fue capaz de perdonarme, cómo no hacerlo yo...
También creo que le demostré andando, que al menos en parte, aprendí la lección...
Ya no suelo enfadarme, ni con la vida, ni con la gente, ni casi conmigo... vivo mucho mejor...