jueves, 25 de octubre de 2007

Todos tenemos uno

Hola a todos:
Yo sé que todos tenemos un corazón, seamos buenos, seamos malos, porque no creo que nadie sea específicamente bueno o malo, sino que, según las circunstancias, actuamos bien o mal. Ese bien y ese mal encima son relativos, lo que para mí está bien, para tí está mal o viceversa.
Sé que todos pensamos que hay alguna gente fuera de estos patrones, asesinos, genocidas, terroristas, y seguro que es así, seguro que hay gente cuyo corazón murió un día y no se dieron cuenta, pero yo hablo para la generalidad de los mortales.
A diario nos tropezamos con gente que parece actuar mal por el simple placer de hacerlo, gente que hace daño gratuitamente. Pero esa es sólo nuestra sensación, porque no conocemos ni sus razones ni sus miedos, ni tampoco sus motivaciones.
Yo siempre he creído que todos tenemos un corazón, que late desde antes incluso de nacer, y que late sin necesidad de que le demos órdenes conscientes. El corazón funciona de forma autónoma solo, por sí mismo.
Podemos ignorarlo, podemos negarlo, incluso intentar congelarlo, endurecerlo... pero late, de forma constante, cada minuto del día y de la noche... y tarde o temprano, en la soledad de la noche, aprovecha un despiste de nuestro cerebro que se ha propuesto no escuchar, y nos habla, y nos grita...
Ese es el momento en el que pagamos nuestras facturas, en el que respondemos de ese daño gratuito que hemos hecho, o recibimos esa sensación de placer y gratitud de haber actuado bien. En esos momentos de diálogo directo con nuestro corazón no sirven las excusas, ni las justificaciones, ni podemos ser ayudados por nadie.
Ese corazón nos habla sin disfraz, nos mira directamente a los ojos, y su condena es la más dura que se pueda imaginar, porque es la nuestra, la que nosotros mismos nos hacemos.
Sé que todos los que leais esto, habréis tenido que responder algún día ante vuestro corazón, porque sé que todos, absolutamente todos, tenemos uno, y sé que todos, en algun momento, hemos cometido errores o hemos causado dolor.
Y también creo que mientras más a menudo dialoguemos con nuestro corazón, seremos mejores personas y seremos más felices, porque del corazón no nace el odio ni el rencor, no nacen la envidia ni los celos... y menos aún la venganza.
Muchísimos besos a todos.

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