lunes, 1 de octubre de 2007

Poder, Querer y Deber

Hola a todos:
Podéis llamarme ilusa, tal vez lo sea... Pero siempre estuve convencida de que nuestras posibilidades son ilimitadas. Me explico.
Creo que cualquier cosa que deseemos hacer la podemos conseguir si ponemos el suficiente empeño, si no nos dejamos vencer por las dificultades.
Partiendo, claro está de una cierta dosis de realismo, sentando que mantenemos los pies en la tierra, siempre he creído que querer es poder, y para que así sea, sólo hay que luchar y luchar... hasta conseguir.
No digo que sea fácil, no... sólo digo que es posible. Sé perfectamente lo que cuesta conseguir algunas cosas, y también sé que muchas veces, resulta caro ese esfuerzo y resulta más inteligente abandonar esa lucha. No es una batalla perdida, sólo es que cuando la iniciamos, muchas veces ignoramos su precio y después decidimos, con conocimiento de causa, que no nos compensa, ya no nos interesa.
A menudo descubro que hay muchas cosas que no hacemos, no porque no podamos, sino porque creemos que no debemos.
Si nuestro concepto del deber es nuestro, si proviene de nuestra experimentación, de nuestra propia cosecha, estupendo.
Pero muchas veces los conceptos del bien y del mal, arraigados en lo mas profundo de nuestro ser, provienen de meras convenciones sociales, variables en el tiempo, y en las distintas sociedades. Ese "no debo hacer" "no debo pensar" o "no debo sentir", que nació de algo que nos inculcaron siendo niños y que llegamos a aceptar como propio, sin discusión, sin razonarlo ni experimentarlo... ese no debo es un límite a nuestras posibilidades que no debería existir.
Nuestros límites deben ser nuestros, provenir de nuestra propia experimentación, de nuestras conclusiones, sean o no acertadas... si vienen de fuera, estaremos aceptando que hechos externos y ajenos a nosotros nos corten nuestras alas, esas que a veces tanto esfuerzo nos costó que nacieran y se desplegaran.
Muchísimos besos a todos.

2 comentarios:

Luis Miguel dijo...

Querida amiga, mientras tengamos un dictador elocuente dentro de nuestra cabeza habrá límites. Puede que hable como aquel profesor que nos ridiculizaba, o como aquel familiar que nos criticaba, pero al final, está siempre en el mismo sitio, justo detrás de nuestros ojos.
¡Brindo por la libertad!

mariola dijo...

Eso lo sé, amigo mío, y no espero vivir sin límites, sólo espero vivir con los míos.
No existe juez más implacable, ni censor más estricto para mí que yo misma.
Sólo espero que ese juez siempre juzgue mis actos, mis pensamientos y deseos con mis propias leyes, mis conceptos, mis valores, y no con lo que me intenten imponer los demás.
Yo también brindo por la libertad, la mía y la de los demás, y por los propios criterios!!!!!