martes, 16 de octubre de 2007

El otro lado

Hola a todos:
A menudo nos suceden cosas en nuestro día a día que nos hacen replantearnos cuestiones que creíamos tener firmemente asentadas.
Son esas situaciones que nos hacen ver el otro lado, ese que nunca hemos querido ver, aunque hubiera sido muy sencillo.
El médico que se convierte un día en paciente, el abogado en parte de un juicio, el periodista en entrevistado, los hijos que un día se hacen padres...
El otro lado nos hace comprender mejor las cosas, amplia nuestra perspectiva. Sé que no todos los pacientes viven lo mismo, ni todos los médicos, los abogados, los juzgados, los hijos o los padres. Cada uno vive lo que vive, es muy personal, pero siempre hay unas notas comunes.
El paciente teme por su futuro, el enjuiciado por su libertad o su patrimonio, el hijo cree que sus padres no le comprenden.
Pero el padre seguramente recuerda haber tenido esa misma sensación cuando era un niño o un adolescente, el médico que un día fue paciente y sintió ese mismo temor, seguramente desarrollará más paciencia y comprensión en el futuro. Y el abogado será capaz de defender a sus clientes con mas y mayor humanidad si un día pudo estar al otro lado.
Claro que hay veces que la gente utiliza su conocimiento del otro lado para lanzar sus ataques mas despiadados, pero... nadie dijo nunca que este mundo fuera justo.
Solo se que hoy he podido visitar el otro lado, y que allí aprendí muchas cosas. Sé que este aprendizaje de hoy me servirá para sentirme mejor en muchas ocasiones, porque me sentiré más cerca de mucha gente, en mi vida, en mi trabajo, en mi mundo...
Una cosa: para estar en el otro lado, hay que quedarse fuera... parece un contrasentido pero no lo es. Hay que verse allí pero con perspectiva, observando, porque si entras por completo, tu mente te situará sólo a un lado y volverás a perder tu perspectiva. Y el observador siempre es un poco, sólo un poco más objetivo.
Muchísimos besos a todos.

1 comentario:

Luis Miguel dijo...

En la vida social utilizamos diferentes "trajes" de forma constante. Es una cuestión de cosciencia el descubrirlo, pero si te lo propones no es tan difícil. Usamos un "traje" con los compañeros de trabajo, otro con los amigos, otro con otros amigos. Uno cuando vamos andando por la calle, y otro con nuestra familia. Nos damos cuenta que usamos hasta uno para relacionarnos con nosotros mismos. Al final estamos gastando bastante energia en este proceso, eso sin contar lo repetitivo y cansino de esta manía. A veces, digo, tenemos ese leve resplandor de cosciencia que hace que nos quitemos uno de esos "trajes" y sintamos algo nuevo y liberador. A veces es la impermanencia de esta vida la que, a base de drama, nos empuja a salir un poco de esta rutina y nos hace sentirnos fuera de nosotros mismos.
Espero amiga que tu experiencia haya sido como mínimo liberadora, y haya perjudicado si acaso levemente eso que algunos llaman su vida social. Quizá hayas sentido que, a pesar de la experiencia, traumática para muchos, los hechos se desplegaban ante ti como una especie de juego infantil. No algo que produzca risa o ridículo, quizá alguna sonrisa, y la compasión que nos florece al ver la travesura de un niño.
Todo alegría para ti y el resto del mundo. EL sufrimiento sólo para aquellos que quieran aceptarlo.