miércoles, 11 de marzo de 2009

El límite


Hola a todos:
En mi trabajo, a menudo, me toca investigar. Surgen constantemente cuestiones en las que me reconozco una absoluta ignorante. Hace pocos días ocurrió algo así, en uno de mis casos, alguien mencionó que el contrario tenía diagnosticado un trastorno de personalidad límite o limítrofe.
Hablé con un psicólogo amigo y me explicó un poco, y otro poco, lo averigüé a través de internet.
De forma muy resumida os transcribo una definición: ... “son personas, en su mayoría jóvenes y con mucha mayor incidencia en mujeres, que sufren de una especie de caos personal, que incluso puede llevarles a poner en peligro su vida.
Se sienten en un casi permanente estado de confusión, como si no tuvieran identidad propia. A merced de sus propios impulsos, a los que no saben poner límites.
Viven en una permanente inestabilidad emocional, y para combatir el miedo y la angustia que la conciencia de esta situación les produce, se aferran a una relación con cualquier persona, grupo, secta, y también con el juego, la droga, el sexo... de forma compulsiva.
Sienten pánico al abandono...
Sus relaciones interpersonales así establecidas y sus afectos, pueden variar de un extremo al otro, incluso varias veces al día, con la consiguiente sensación de inestabilidad y confusión que produce en ellos y en quienes les rodean.
Viven constantemente en los extremos, pasando de la euforia a la depresión, del amor al odio, porque su estructura mental no les permite integrar matices, gradaciones ni ambivalencias. Es un todo o nada.
Es esa desesperada búsqueda de la identidad perdida, pueden llegar a cometer actos de extrema gravedad, que muchas veces no es mas que un torpe intento de sentirse parte de un grupo
...”
Me quedé estupefacta, os explico:
Cuantas veces hemos hablado aquí sobre el yo, sobre lo que consideramos nuestra identidad, sobre los engaños de nuestra mente.
Cuantas veces hemos pensado que somos el médico, el abogado o el pintor, el padre, el vecino o el amigo. O un poco de todas esas cosas.
Cuantas veces habremos identificado la felicidad con el éxito profesional, la bonanza económica o con haber comenzado una nueva historia sentimental.
Cuantas de cada una de nuestras interpretaciones no son más que un simple reflejo de nuestro estado emocional.
Supongo que, todos, tenemos en algún porcentaje alguno, si no todos, estos síntomas que se describen, aunque no alcancen una dimensión patológica.
Todos nos hemos podido identificar con la persona de éxito o con aquél a quien admiramos o incluso envidiamos. Todos hemos obrado en alguna ocasión por impulsos, sin control de ninguna clase. Todos nos hemos dejado llevar y manejar por las emociones...
Uf... la verdad, me dió un poco de miedo.
Muchísimos besos a todos.

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