martes, 24 de julio de 2007

Sentirse diferente

Hola amigos:
Acabo de llegar de comer con unos amigos, son compañeros del gimnasio.
Uno de ellos está eufórico por los resultados conseguidos en una travesía a nado que hicimos el domingo pasado, y nos contaba que ha decidido convertir esa travesía en su única meta deportiva del año, y que va a empezar a entrenar desde ya para la del año que viene.
Nos describía con detalle, hoy martes, lo que llevaba maquinando desde el domingo... los días que entrenará por semana, distancias, técnicas.
En un momento dado, me preguntó qué iba a hacer yo, y me felicitaba porque también había bajado mucho mi tiempo.
Yo contesté que, en principio, pensaba repetir el año que viene, que me encantaba esa prueba, pero que yo no hacía nunca planes a tan largo plazo.
No le expliqué más pero, mientras continuaba hablando, yo pensaba que, lo que más me gustaba de esa prueba era, sencillamente ver el fondo del mar, la sensación de libertad y el grado de desconexión que se alcanza.
El planifica sus entrenamientos, mide y remide sus resultados, los analiza y desmenuza y encima... nos los cuenta.
Su satisfacción no es alcanzar un objetivo, sino que disfruta planeando los detalles, las velocidades medias, las pulsaciones... justo lo que, para mí, es un rollo.
Desde luego, a su manera, disfruta la prueba si consigue lo que se propone, pero, estoy segura de que ni una sóla vez miró el fondo del mar... pero, eso sí, en cada una de las boyas, sin detener la cadencia, marcaba en su reloj el tiempo para después sacar su promedio.
Me produjo esa sensación de ser una especie distinta, totalmente diferente. En ese momento imaginé si yo tuviera que negociar una paz con alguien tan distinto a mí... cómo podría conseguirlo.
A menudo, a pesar de que todos tenemos una apariencia humana, me convenzo de que existen muchas subespecies y que cada una habla un idioma distinto, cada una tiene sus prioridades y seguramente, esas diferencias, son absolutamente insalvables.
Por cierto, el individuo en cuestión es encantador y me llevo muy bien con él, porque supongo que, mutuamente, nos resulta curioso comprobar que existen subespecies humanas tan diferentes a nosotros mismos.
Un grandísimo beso a todas las subespecies y en especial a todos los de la mía, los que disfrutan viendo el fondo del mar.

2 comentarios:

Luis Miguel dijo...

Qué magníficos escritos que haces, amiga mía.
Cuando te leo, siento que está todo dicho, y no consigo escribir nada más, porque lo único que haría sería una mera repetición.
¡Gracias por tu subespecie!

mariola dijo...

Hola Luis Miguel y hola a todos:
La diferencia entre tus comentarios y los míos es toda y ninguna.
Tu nos enseñas tantas y tantas cosas que has aprendido y experimentado...
Tú hablas sobre lo que sientes cierto... yo sólo sobre mis sensaciones... que conozco hace tan poco tiempo...
Es mucha la diferencia pero, también tienen algo en común... los dos hablamos sobre lo que hemos experimentado... no son teorías... son pura empiria...
Muchos besos a todos