lunes, 10 de marzo de 2008

Cuanto cambiamos.

Hola a todos:
La otra mañana, después de una carrerita mañanera, fui a desayunar con unos amigos a un bar que creía cerrado hace años. Es un bar pequeño dónde, en mi época del instituto, pasábamos interminables mañanas y tardes cuando nos escapábamos de clase.
Es un sitio muy curioso, sirven bocadillos de atún con tomate, en un mostrador en el que los preparan con una parafernalia inigualable. Pesan el pan, después el atún y luego el tomate, para después cobrar siempre lo mismo, pero es una tradición.
Tal vez sea el bar más antiguo de Elche, y como digo, lo creía cerrado, pero no lo está. Y no sólo no cerró, sino que se mantiene EXACTAMENTE IGUAL que cuando tenía 15 ó 16 años.
Fué como entrar en una burbuja del tiempo, cuantos recuerdos llegaron a mi mente nada más entrar allí. Me ví a mi misma a los 15 años y comprobé cuanto he cambiado.
Me recuerdo a esa edad, cuando lo más importante era quemar las horas junto a tus amigos. Cuando esos amigos son tu mundo y no existe nada más. Cuando el poco dinero que teníamos era de todos.
Cuando odiábamos a muerte a los enemigos de los amigos, aunque jamás hubieras cruzado con ellos una palabra.
Cuando aún me consolaba un abrazo de mi madre (en qué maldito momento dejé de prescindir de ese consuelo?)
Cuando crees que estás descubriendo la verdadera esencia de la vida y piensas que sólo alguien de tu misma edad te puede entender.
Cuando dormir una noche fuera de casa es una aventura y pasar un día de excursión con tus amigos te produce la misma ilusión y entusiasmo que viajar alrededor del mundo.
Cuando ante las "adversidades" te hundes en la miseria indefectiblemente... y te mueres literalmente por dentro... para media hora después resurgir con más fuerza y vigor que el mismísimo ave Fénix.
Cuando la felicidad no tenía grados, siempre era absoluta.
Cuando te entregabas al amor sin miedos ni dudas, porque jamás habías sufrido un desengaño.
Cuando el tiempo parecía escaparse y todo eran prisas por conocer y descubrir.
Me veo ahora y sé que muchas cosas cambiaron, existen ahora muchos matices en mis colores que en mi adolescencia no existían.
Tengo ahora dudas y miedos que entonces no recuerdo, aunque recuerdo que tenía otros.
Pero ahora me considero capaz de reconocer los miedos, las dudas y enfrentar las soluciones. Conservo la ilusión, la capacidad de entusiasmo y las ganas de descubrir, así que esos cambios parece que fueron a bien.
Me encantó desayunar la otra mañana en el "Villalobos"... fué un bonito reencuentro con mi pasado.
Muchísimos besos a todos.

3 comentarios:

Marta dijo...

La amistad es un vínculo que guarda la escencia del amor en el sentido mas verdadero.
Nos brindamos sin esperar nada, no es posecivo, respeta la libertad del otro y al mismo tiempo se lo siente parte de uno.
La adolescencia... esa primera visión del mundo, los anhelos, las ilusiones, la inconciencia, sus miedos y revelaciones... es maravillosa.
Luego el tiempo pasa y algunos dolores se nos pegan en el corazón, algunas ilusiones cambian de color, la libertad contiene responsabilidad y los miedos son propios y ajenos.
Aunque nos sabemos diferentes, algo de aquellos años perdura, aunque solo se note a veces.

Volví a mis 16 con tu post.
Gracias!

Luis Miguel dijo...

Quizá nada ha cambiado, quizá sólo se han olvidado algunas cosas.
Quizá se escucharon otras voces, y nos dejamos guiar por sus doloridos caminos.
Quizá nos rendimos mucho antes de vislumbrar el siguiente paso.
Quizá la vida nos mostró cambios de sentido, y nosotros los interpretamos como miedos.
Quizá nos fijamos en modelos que habían cometido el mismo error y nos dejamos llevar por la manada.
Quizá alguno de nosotros mantiene aún la misma ilusión, las mismas ganas.
Quizá le miremos faltos de energía, con el rencor que produce la luz cegadora sobre el párpado adormilado.
Quizá aún tengamos 16 años, y sólo se trate de soltar las piezas de ropa que nos sobra. Porque al final no hacía tanto frío, y erramos en la previsión de daños.
Quizá hoy me pare ante el espejo y busque el brillo en los ojos, la sonrisa abierta y clara. Estarán allí donde siempre, con un poco de herrumbre tras la falta de hábito.
Les saludaré y les daré la bienvenida.
"Por favor, quedaros", diré con voz entrecortada.
Porque quiero volver a sentir y a vivir así. Como cuando tenía dieciséis años.

mariola dijo...

Hola Marta, hola Luis Miguel y hola a todos de nuevo:
Tengo muy buenos recuerdos de mis 15 ó 16 años, es verdad.
Conservo buena parte de la esencia, de lo que entonces era, tal vez transformado, pero ahí está.
La diferencia? Tal vez he ganado en templanza, en serenidad, algo más de paz, bastante más que entonces, ser menos radical.
Pero se mantienen la ilusión, el entusiasmo, la fé (en su más amplio sentido) la confianza en que la gente es buena, la imaginación, mis sueños... y si algo conservo intacto desde mi infancia son mis eternas ganas de reir...
Así que, tal vez, lo único que realmente cambió en mí fue ampliar mis horizontes, asumir responsabilidades que entonces, evidentemente, no me incumbían y dejar de comer, casi a diario, bocadillos en el "Villalobos".
Me plantearé seriamente pasar por allí más a menudo.
Muchísimos besos a todos.