jueves, 27 de marzo de 2008

Perder el tiempo...

Hola a todos:
Hoy voy a contar a qué dedico gran parte de mi tiempo. Es algo muy personal, algo que surgió el otro día, trás una llamémosla "conversación profunda" con alguien que tiene unos muy distintos conceptos de la vida. Hablábamos de cómo y a qué dedicábamos nuestro tiempo libre, y vino a decirme que perdía gran parte del mío.
Tal vez, esté en lo cierto.
Durante años viví mi vida arrastrada por la inercia, sin detenerme a pensar a dónde iba, sin saber siquiera dónde había estado, ni por supuesto me paré nunca a pensar en el funcionamiento de mis motores.
No fueron años malos, pero sí años en lo que acumulé tensiones, seguramente creadas por un vano intento de escapar de la verdadera esencia de las cosas, por no afrontar, por huir hacia adelante, por alejarme del mundo real o de aquélla parte que pudiera distorsionarme.

Un día todo cambió… bueno, no fue un día, pero sí existió un punto de inflexión, un momento que separó el antes y el después.
Alguien me enseño que era mejor arriesgar y perder que renunciar, que los miedos sólo existen en nuestra mente, y son fuente de creación de sufrimiento, que se diluyen en el ahora y sólo influirán en el futuro si nuestra actitud presente se lo permite.
Alguien que me hizo reaccionar, detenerme a pensar, analizar, entender... y vivir.
Y poco a poco, pasé del pensamiento a la acción, de la idea a la realidad, de la imaginación a la vida.
He llegado a un punto en el que constantemente detengo mi andar y respiro hondo, observo y me sumerjo… y me resulta tan agradable.
Observo lo que me rodea, las estancias, los paisajes, lo escucho todo. Intento captar los detalles que, a menudo, nos pasan desapercibidos al andar con prisas. También observo a los que me rodean, los diferentes puntos de vista, actitudes, caracteres y formas de actuar.
Sólo observo, nada más. No busco respuestas a nada, no quiero entrar ni a valorar ni a juzgar, no soy quien. Sólo me sorprendo por las mil distintas formas de enfrentar cada situación, de ver el mundo y al fin y al cabo, de vivir.
Ya no me siento a merced de nada, no estoy por encima pero tampoco sometida. Sé que las mil y una circunstancias que concurren en cada momento influyen en cómo se viven las cosas, pero ahora lo sé, soy consciente de ello.
Ahora sé que las cosas no tienen mayor importancia de la que, cada uno, le quiera dar, y que todo está en constante cambio, y precisamente por ese constante cambio, la importancia de ahora perderá fuerza mañana, o crecerá…
Tal vez sólo haya cambiado algo, y sea la poca importancia que le doy a "perder el tiempo", aunque, evidentemente, no creo que pierda nada. Creo que ahora vivo más en el mundo de lo que nunca fuí capaz, y descubro, sorprendida, que me afecta mucho menos de lo que, un día, el miedo, me hizo imaginar...
Muchísimos besos a todos.

2 comentarios:

Pedro Estudillo dijo...

Aprovechar el tiempo es una de las virtudes más difíciles de aprender. Me sorprende ver con qué facilidad dicen algunos que otros pierden el tiempo haciendo ésto o aquello. Hoy en día parece ser que es una pérdida de tiempo todo lo que no sea estar ganando dinero o gastándolo, por eso yo estoy todo el día perdiendo el tiempo, según algunos. Nuestro tiempo es algo muy íntimo y personal, nadie debería atreverse a decir que lo perdemos o lo aprovechamos.
Aprender a vivir es precisamente eso: aprender a aprovechar el tiempo en nuestro beneficio.
Un sincero abrazo.

Anónimo dijo...

Entiendo que existen personas,entre las que me cuento/BA,corren de aca para alla pero no saben donde ni con quien han estado. SALUDOS
anamorgana