domingo, 13 de enero de 2008

¿Quién creó a quién?

Esta tarde, leyendo, he encontrado una frase harto conocida, al que el autor le daba la vuelta. Y me ha hecho que pensar. Decía más o menos así: "Aseveran las escrituras que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. La realidad parece ser muy distinta. Fue el hombre el que hizo a Dios a su propia imagen"
Este concepto, además me ha recordado aquel viejo cuento en el que una viejecita, que había vivido toda su vida en rectitud y moderación, le agradecía al sacerdote los cambios que después de tantos años de vicio veía en su marido. "Sus palabras y consejos parecen hacerle cada día mejor. Si sigue así creo que hasta tengo esperanza de que pueda ir al cielo"
El sacerdote riéndose le explicó a la anciana: "Cuanto más grande el pecador, más grande el santo".
"Eso me lo tendría que haber explicado hace cuarenta años" protestó la buena señora visiblemente entristecida.
No sé que os parece a vosotros y qué os hace pensar. Sinceramente me gustaría saberlo. Y ha ser posible debatirlo.
Un aparte, ¿alguno sabe cómo poner enlaces de sonido? Es que estoy pensando en grabar con mi propia voz algunos mantras, y tras explicar su uso, ponerles aquí también con idea de enriquecer nuestro blog.
Gracias a todos por estar ahí fuera.

3 comentarios:

Luis Miguel dijo...

Quizá la idea original de que Dios nos hizo a su imagen y semejanza sea la forma (inversa) de decir que nuestra idea de él no es más que una personalización de nosotros mismos. Le hacemos antropomórfico, con su barba blanca, y lleno de todos nuestros defectos y contradicciones. Es vengativo, cruel, ambicioso y egoísta. Me gusta pensar que a la idea de cielo e infierno le ocurre algo parecido. Como decía el cura del cuento, quizá en el "cielo" tengan cabida todos, TODOS, y no sólo los buenos, los que le siguen, y todo eso. Quizá tengan cabida tanto los santos como los pecadores. Si santo y pecador no son dos conceptos, sino las dos caras de la misma moneda, entiendo ahora la parábola del hijo pródigo. Y también entiendo la reacción del hermano mayor, el bueno, el que se quedó junto a su padre, y lamentaba el trato conciliador y de fiesta que se le daba a la llegada de su hermano. Igual que la santa ancianita del cuento.
¿Qué es el pecado entonces?

mariola dijo...

Hola a todos:
Santo? Pecador? Evidentemente, todos somos a veces santos y pecadores, porque ni somos una cosa ni somos otra.
Actuamos de una forma y otra, según mil circunstancias, o bien así nos ven y valoran los demás, con independencia de cúal sea nuestra intención.
Dioses hay para todos los gustos y pecados de mil formas y colores, que varían según las concepciones de la época y la sociedad.
Pecar... a ver quien es el guapo que define eso.
Yo creo que peco cada vez que no soy honesta conmigo, con mis sentimientos, con mis convicciones.
Peco cada vez que me dejo llevar por el miedo o arrastrar por la inercia.
No necesito ni un dios justiciero ni la amenaza del infierno para intentar ser mejor. Si deseo ser mejor es por ser mas yo, y mas feliz, ya está.
Muchísimos besos a todos.

Pedro Estudillo dijo...

Un saludo viajeros. Ya me gustaría a mí saber también lo que es pecado y lo que no lo es. Siempre he creido que, tanto el cielo como el infierno, están en nuestro interior. Es siempre nuestra actitud por la vida la que nos lleva de uno a otro. Por cierto, esto me recuerda un pasaje muy ilustrativo del Nuevo Testamento; espero que os guste:
- Prosiguiendo Jesús su viaje a Jerusalem, entró en cierta aldea donde una mujer por nombre Martha le hospedó en su casa. Tenía ésta una hermana llamada María, la cual sentada a los pies del Señor estaba escuchando su divina palabra. Mientras tanto, Martha andaba muy afanada en disponer todo lo que era menester, por lo cual se presentó a Jesús y le dijo: Señor, ¿no reparas que mi hermana me ha dejado sola en las faenas de la casa? Dile pues que me ayude. Pero el Señor le dio esta respuesta: Martha, Martha, tú te afanas y acongojas distraída en muchísimas cosas; y a la verdad que una sola cosa es necesaria, que es la salvación eterna. María ha escogido la mejor suerte, de que jamás será privada. (Martha, sirviendo al Señor entre muchas ocupaciones temporales, es imagen de la vida activa; y María lo es de la contemplativa).

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