martes, 19 de agosto de 2008

¿Qué es el pensar? - 3ª parte

Un saludo a todos desde el corazón.
¡Avanzamos!
Tenemos estímulos, de todo tipo, y tenemos respuestas, que siempre provienen de la memoria. Recordando el comentario de nuestra querida María, los bebés todavía no poseen suficiente memoria, por lo que apenas pueden interpretar los estímulos que reciben, y claro está, dar una respuesta discriminatoria. Si tienen frío, lloran. Si tienen hambre, lloran. (Esto los que somos padres lo sabemos muy, pero que muy bien).
Conforme avanzamos en la vida, aprendemos a interpretar los estímulos, a catalogarlos, así como las respuestas. Todo esto, que es muy simple en realidad, parece complicarse infinitamente en virtud de la cantidad de estímulos y de respuestas posibles, tal y como apuntaba Pepito Grillo, y es muy fácil perderse en ese camino.
Además, los pensamientos en sí mismos, también pueden servir como estímulo y provocar nuevos pensamientos. ¿O no? Vamos a poner un ejemplo:
Estoy comprando en un centro comercial y veo de lejos a un compañero de trabajo. Apenas doy importancia a este hecho, pero el estímulo que recibo al verle provoca una respuesta de mi memoria. Recuerdo instantáneamente una conversación sobre su persona en la que me avisaban que iban a despedirle por reajuste de personal. Este recuerdo además provoca en mi cuerpo una sensación de desasosiego y otra respuesta de la memoria: a mi tío dándome una lección, cuando era muy pequeño, de lo que eran las personas perdedoras. Esto no hace más que provocarme aún más ansiedad, y miedo. Nuevo estímulo y nueva respuesta. Ahora me pregunto si no me despedirán a mí también. Mi memoria me regala con otros casos parecidos, y, basándome siempre en recuerdos de otras personas que conocí que perdieron su empleo, comienzo a aplicar esta pesadilla en mi persona... ¿Y si esto? ¿Y si lo otro?
¡En cuestión de milisegundos surge todo este embrollo!
Además esta cascada de pensamientos no siempre ocurre conscientemente. Simplemente ocurre, y apenas me doy cuenta, la mayoría de las veces, de que estaba bien, ¡hasta me apetecía ir al centro comercial!, pero me siento abatido, de mal humor. Quiero irme a casa.
Estoy sufriendo.
No estoy teorizando, estoy viendo el hecho. Estoy alerta, no quiero funcionar en piloto automático y que todos estos recuerdos y sensaciones puedan hacer de mí lo que quieran. Y así compruebo como surgen, como crecen, como se perpetuán, y la cantidad de emociones y sensaciones que provocan en mi cuerpo.
¡Un paso más!
Vamos a complicar el esquema un poco más. Sólo un poco.
Determinados estímulos, debido a su fuerza emocional, provocan una respuesta potente. Y esta conexión, digamos que queda grabada, de forma que estímulos parecidos den la misma respuesta.
Esa es la base de la creación de los prejuicios, aunque a mi me gusta más llamarles formaciones mentales. Pongamos el ejemplo del fútbol. Me gusta un determinado equipo, me emociona, provoca en mi mente toda una serie de sensaciones. Pero... ¿cómo se produjo esta formación mental? Quizá fue alguien en mi infancia, alguien a quien quería, respetaba, adoraba, y no ponía en tela de juicio jamás. Quizá sucedió otra cosa, pero siempre hubo un estímulo inicial.
Ahí empezó un grave problema. Porque las formaciones mentales suelen acarrear un error de juicio de nuestra parte, un fallo en la percepción. Y es que nos identificamos con ellas. Esta identificación, siguiendo con el ejemplo del fútbol, provoca que si alguien insultase a mi equipo, es como si me insultase a mí mismo. Dicho de otra manera, el estímulo de ese insulto se interpretará como una agresión grave ¡que compromete nuestra supervivencia!.
Ya hemos visto en las noticias los problemas y reacciones que todo esto provoca.
¡Sólo se trata de una formación mental! Y nosotros reaccionamos como si estuvieran agrediendo a nuestro propio cuerpo.
Dicen que Jesucristo estaba viendo una final del mundial entre Francia e Italia. Marcó Francia y Jesús se levantó emocionado "goool". Minutos más tarde fue Italia quien avanzó el marcador. "Goool", nuevamente disfrutó emocionado. Un señor que estaba sentado a su lado le dijo: "¿a qué equipo pertenece usted?"
"A ninguno en especial", respondió amigablemente, "simplemente disfruto de un buen partido de fútbol".
"¿Qué te ha dicho?", cuchicheó la esposa del tal señor, una vez éste se sentó nuevamente.
"Nada. Es un ateo".
Gracias a todos por estar ahí fuera.

2 comentarios:

Pedro Estudillo dijo...

Bueno, no hay duda de que vamos avanzando.
Reconozco que mi mente está inundada de formaciones mentales o prejuicios, algo que ya sabía y que trato de evitar desde que fui consciente de ello, pero también reconozco que no resulta nada fácil deshacerse de algunas de ellas. Las hay fuertemente arraigadas en nuestras mentes desde nuestra niñez y que no son fáciles de identificar.
Cierto que el ser conscientes de estos pensamientos es un primer paso necesario para anularlos sin que lleguen a perjudicarnos.
Espero con impaciencia consejos para desarraigarme de una vez de todos estos prejuicios innecesarios y molestos.
Un abrazo a todos.

Silvi (reikijai) dijo...

... Casi me lo pierdo esto de andar viajando ... Hola a los dos y gracias ... este desapegarme de mi flia ... es todo un reto para mi ... Pedro ... Ser conscientes
es lo que nos hace humanos, y la consciencia, cada vez mayor, es camino ... es releer nuestra propia historia para oxigenarla y posibilitar un
verdadero crecimiento. ... SER CONSCIENTES es abrir las puertas a todas las riquezas escondidas y
no utilizadas ... "Sólo hay un camino ... que es atreverse a arrojar luz sobre la realidad interior". Besitos a los dos ... Silvi.