martes, 8 de abril de 2008

La búsqueda de la maravilla y el milagro.

Un saludo a todos de todo corazón.
Las personas han dejado de creer.
Mi hijo mayor está viviendo una fase maravillosa de su vida. Todo tiene cabida y todo puede ocurrir. Tiene una fe ilimitada, y los prejuicios no han dado entrada en su mente clara e inocente.
La iluminación debe de ser un estado muy parecido a la mente de mi hijo.
Las personas han dejado de creer. Por eso se actúa como se está haciendo. Por eso el egoísmo está tan enraizado, y las relaciones interpersonales son lo más parecido a una competición, a una guerra de vencedores y vencidos.
¿Y en qué se debe creer?
Por lo menos, si somos lo suficientemente maduros, debíamos pensar en que nuestro punto de vista, en la forma que tenemos de evaluar las situaciones, puede estar equivocado. O no ser del todo correcto.
Las personas han dejado de creer. Se imaginan que la vida es una mera explosión de casualidades erráticas, y que cuando ésta se acaba es un punto y final. Consecuentemente las personas han dejado de soñar.
No quiero decir que haya un señor barbudo que toma decisiones según sus apetencias, que haya un cielo, o un infierno (donde seguro que los hay es en esta misma vida). Pero después de observar la magia de la naturaleza, sus proporciones, sus procedimientos, no puedo hacer otra cosa que admirarme de esa maravillosa planificación y desempeño.
Eso sin contar con las personas iluminadas que han experimentado un contacto directo con la divinidad que reside en todos nosotros.
Tomando la vida como algo que se acaba sin más, como una derrota segura ante la muerte, no es de extrañar que actuemos como lo hacemos. No pensamos que lo que perpetramos hoy tendrá consecuencias para nuestros hijos, nietos y demás. Ni siquiera eso.
Es una pena que las personas hayan dejado de creer y de soñar.
¿Hay "algo" después de esta vida?
Digo rotundamente que SÍ.
Por ello creo y sueño cada etapa de la existencia con amor y cuidado. Por los míos, por todos los demás, por las veces restantes que tenga que reemprender el camino con diferente escenario e idéntica ansia vital.
Por eso hace años emprendí una vía ilimitada de búsqueda llena de maravilla y milagros.
Por eso os exorto a creer y a soñar. Buscad, investigad, experimentad, no os limitéis a aquello que os dicen.
No os limitéis en absoluto.
Gracias a todos por estar siempre ahí fuera.

2 comentarios:

mariola dijo...

Precioso comentario, Luis Miguel:
Yo nunca he dejado de creer, ni de soñar, ni de maravillarme, ni de agradecer...
Reconozco mis momentos de desencanto, desengaños,y muchos en los que dejé que fuera la inercia mi único motor. Pero siempre fueron momentos puntuales.
No creo en el azar ni en la casualidad, tampoco en la suerte.
Creo que todo tiene un por qué aunque yo no lo conozca.
Todo ocurre por una causa, y todo produce un efecto, y estamos tan acostumbrados a racionalizar, que, cuando algo escapa a nuestra inmediata comprensión, nos puede la rabia y con ella empezamos a renegar.
Tampoco creo que la muerte sea el final de nada. Tal vez la única muerte que suponga un final es la que producimos nosotros mismos en vida, cuando nos dejamos llevar, cuando dejamos de asombrarnos por todo, cuando perdemos las ganas de descubrir, de soñar, de amar.
Lo único que es un final, una muerte en su sentido más catastrofista, es dejar de vivir en vida.
Muchísimos besos a todos.

Pedro Estudillo dijo...

Tu texto es un canto a la vida maravilloso. Lástima que no pueda colgarse de la luna en un gran cartel, para que todo el mundo pudiese verlo.
Un gran abrazo.