miércoles, 15 de abril de 2009

No es duro, tranquilo


Hola a todos:
Me llamó la atención una cosa en el último comentario de Luis Miguel, y era esa apreciación de su amigo hablando de la dificultad o dureza de emprender el camino espiritual.
Hace ya unos años, y trás un incidente ocurrido en mi vida, decidí pedir ayuda profesional. No quería que aquéllo pudiera marcar mi vida, no quería permanecer en la rabia o la tristeza más tiempo del indispensable, no quería un futuro turbio por un pasado sin resolver.
Confieso que al pedir ayuda no era consciente de lo que iba a cambiar mi vida. Tampoco de lo duro que podría resultar a veces, pero sobre todo de lo inmensamente gratificante.
No voy a entrar en detalles porque, a fin de cuentas, no son importantes. Lo único que puedo decir respecto de aquéllos días, semanas, meses... es que me ayudaron a darme cuenta de muchos errores.
Y por qué os cuento esto? Pues porque lo considero el principio de mi camino espiritual. No se trata de que hasta aquel entonces yo fuese una ameba, pero sí funcionaba un mucho por inercia y otro tanto en piloto automático.
Me había pasado toda mi vida haciéndome un sinfín de preguntas sin encontrar respuesta, siempre realizadas desde una misma perspectiva que, hasta aquéllos días, presumía indubitada.
Me había pasado todo aquél tiempo, recorriendo una y otra vez una misma senda sin llegar a ninguna parte. Lo único que me salvaba hasta aquel entonces era esa capacidad que tenemos innata, de apartar todo aquello que nos duele, encerrarlo en el cajón desastre y vivir de lo que consideramos nos hace sentir bien.
No creo haber avanzado ni mucho ni poco en el camino espiritual, entendido como ese nuevo andar desprovisto en la medida que soy capaz de antiguos prejuicios y miedos, espectativas, y absurdas ilusiones futuras.
Me costó mucho apearme de algunos esquemas, y aún me sigue costando sentir las cosas, sin más... no es fácil.
Tampoco es fácil no pretender respuestas, o al menos de forma inmediata.
Dejar de analizar y catalogar.
Reconozco que ha habido cambios esenciales y que aceptarlos fue doloroso, porque nacemos al mundo o nos inculcan desde la infancia ese sentimiento de ser únicos y especiales que no nos lleva a ninguna parte.
Asumir que tu perspectiva no es la única cuesta, como cuesta asumir que las cosas son lo que son, con independencia del punto de vista que las analiza y cataloga como buenas o malas, para mí o para los demás, o para todo.
Cuesta entender que, pese a haber crecido en un mundo material y competitivo, tu felicidad poco tiene que ver con lo que crees que eres o los demás ven en tí, o lo que crees que ven, o lo que eres en realidad, si es que eres algo...
No sé si ahora soy mas feliz o menos de lo que lo era hace unos años, porque el recuerdo de la felicidad es como el del dolor, limitado a momentos muy puntuales. Pero sí me siento mejor ahora, día a día, minuto a minuto.
Cada día me siento menos a merced del viento, de cómo se comporten los demás conmigo o se conjuguen los astros. Me siento un poco más dueña de mis emociones, que no son menos vivas pero sí mas transparentes, porque ya no ocultan ni a qué obedecen ni hacia dónde me quieren llevar.
Pese a que haya un principio del camino que pueda ser un tanto tortuoso, creo que decidirme a recorrerlo tal vez sea la mejor decisión que tomé nunca...
Tal vez porque esa decisión no fue racional...
Muchísimos besos a todos.

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