domingo, 2 de diciembre de 2007

Responsabilidad

"Del mismo modo que si alguien te quiere entregar algo y no lo recoges,él se queda con ello,si alguien te insulta y tú no recoges el insulto,él se queda con el mismo"

Después de leer estas palabras del Buda Gautama creo que es muy importante recalcar el papel de nuestra responsabilidad en la relación con los demás. Cuando una persona te insulta (o te halaga) hay un pequeño paso que hoy por hoy nos pasa completamente desapercibido. Y es que nosotros, y nadie más que nosotros, tenemos la decisión de decidir, en último momento, qué hacer con aquello que se nos ofrece.
Como digo apenas nos damos cuenta de ello, muchos ni sabíamos que existía este paso, y a la ligera aceptamos inmediatamente todo lo que el mundo nos ofrece, o nos tira a la cara, según se mire.
Cuando alguien te insulte o te ofenda párate un momento. Intenta detectar esa brecha en la que puedes decidir qué hacer, y experimenta a no quedarte con el problema. Suelo pensar: "si me ofendes, el problema es tuyo. Es tu punto de vista, y nada más, y carece de otra importancia".
Al igual que si alguien te ofreciese un saco lleno de heces, ¿te lo quedarías?. ¿Lo llevarías sobre tu espalda todo el día, abriéndole y aspirando su contenido varias veces durante la jornada? ¿Colocarías el saco abierto al lado de la cabecera de tu cama en las horas de sueño?
Al final, resulta que mi estado emocional, mi alegría, mi depresión o mi ansiedad, dependen absolutamente de mí, y no de los factores externos. Estos factores siguen existiendo, pero es mi responsabilidad, y solo mía, el decidir cómo voy a actuar al respecto.
Dicen que don Juan se mantenía joven y lozano a sus noventa años de edad. "Eso es porque no me permito discutir nunca con nadie", dijo al tendero cuando le preguntó por su secreto.
"¡Por eso no será!", gritó el tendero algo sorprendido.
"Pues no será por eso", respondió calmamente don Juan con una sonrisa.

4 comentarios:

mariola dijo...

Hola a todos otra vez:
Sí es nuestra responsabilidad, por supuesto que lo es, pero funcionamos normalmente dejándonos llevar por la inercia.
Cogemos lo que nos dan, lo bueno con ganas, lo malo también.
Si alguien nos halaga, aun cuando pensemos no merecer el halago, lo aceptamos de buena gana, porque nos viene bien, nos alimenta el ego.
Si nos ofenden, no nos paramos a pensar en que sencillamente es la opinión de alguien y nada mas. Nos entran las dudas de si tendrá razón, o si los demás creerán que la tiene. Tal vez, en definitiva, no sea más que una manifestación más de nuestra propia inseguridad.
Muchísimos besos a todos.

Pedro Estudillo dijo...

La peor ofensa que se le puede hacer a quien te agrede o insulta es la indiferencia; ésto es normalmente lo que más nos duele a todos.
También habría que tener esto en cuenta en el caso contrario: cuando nos ofrecen un regalo con buenas intenciones. En este caso no se debe de privar nunca al otro del placer de dar, es decir, igual que hay que aprender a rechazar lo malo, también es bueno aprender a recibir todo aquello que no nos puede hacer daño y que nos ofrecen desinteresadamente.
Tanto una cosa como la otra es un arte que conviene cultivar. Por nuestro bien.
Un abrazo a todos.

mariola dijo...

Estoy de acuerdo en que la peor ofensa puede ser la indiferencia, pero es que yo no quiero ofender a nadie, se trata de que no necesito responder de ninguna forma cuando no me siento atacada.
No me siento indiferente para ofenderle o para devolverle el ataque. Me siento indiferente a su ofensa o insulto, porque en realidad no me afecta, no me doy por aludida cuando tengo las cosas claras.
Si necesitas responder ya te has sentido atacado, ya has recibido y te has quedado el insulto.
Muchísimos besos a todos.

Anónimo dijo...

MORALEJA:

"No ofende quien quiere, sino quien puede".

"A palabras necias, oídos sordos".

Saludos de Pepito Grillo.