miércoles, 19 de diciembre de 2007

Hacerlo fácil.

A veces oímos que el caer en el alcohol, la droga, la prostitución, y tantos y tantos problemas bien diferentes, ocurre porque las personas se dan a la vida fácil. Como si no fuese complicado, y de las diferentes opciones que se dan, aquella fuese la menos costosa y difícil.
Pero, ¿no será justo al contrario?
Estas últimas semanas he estado retirado de mi vida habitual. He podido observar con detenimiento a las personas de mi entorno, y como siempre allá donde hay más de un ser humano, he podido participar de algunas rencillas familiares, eso sí, conteniendo la sonrisa, por aquello de no ofender.
Parece que después de todo, hay ciertas cosas que desmitificar, y una de ellas es la que dice que las personas cuando abordamos los problemas escogemos siempre el camino más fácil.
De eso nada.
Lo fácil, es la línea que une dos puntos. Ir de A a B, y nada más. Pero eso no es lo que hacemos. Quizá nos asuste ir tan directo, tan rápido, tan simple. Quizá el orgullo, el yo, el egoísmo, tenga la voz cantante, pero hay que ver lo que nos gusta dar rodeos, buscar complicaciones, quizá aderezar un poco nuestra vida con desgracias y desastres que se pudieran haber evitado con muy poco esfuerzo.
Cuando estábamos en la escuela, lo simple, lo más fácil, era hacer las tareas, prestar un poco de atención, estudiar un poco cada día... Pero lo que nos gustaba era escaquearnos, desafiar, suspender, enfrentarnos a maestros, a nuestros padres. Quizá probar la droga, venderla, ser pillados por la ley. Sufrir el castigo físico y legal. Sólo por poner un ejemplo de lo que pasa ahí fuera.
¿Y éste es el camino fácil?
Así hacemos con todo, desde lo más tonto a lo más serio.
¡Qué cruz!
Hace poco, cuando entre sonrisas le comentaba a mi hermano una situación diciéndole "pero si lo único que menganita tiene que hacer es esto..." Me respondió: "Sí, pero eso sería lo fácil"
Un momento absolutamente revelador que me demostró que el otorgar la razón, dar una sonrisa, el complacer, el unir, el ayudar, suelen ser mucho más fáciles de realizar que dar paso a toda la desgracia que sucede habitualmente.
Gracias a todos por estar ahí fuera, los dificultosos y los que lo hacen fácil.
Sobretodo a los que lo hacen fácil.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

BUON NATALE A TUTTI!
FELIZ NAVIDAD!

Nina

Pedro Estudillo dijo...

Recientemente leí el libro "Buda", de Deepak Chopra; nada en él tiene desperdicio, pero el mensaje que más penetró en mí y que suelo recordar (y aplicar) con frecuencia es: Ríndete y serás libre. Tiene bastante relación con lo que dices de tomar el camino más sencillo para obtener los mejores resultados. A menudo, las complicaciones, sólo nos conducen a la infelicidad.
Un saludo para todos.

Luis Miguel dijo...

Amigo Pedro, me regalaron ayer ese libro, y voy a comenzarlo hoy mismo. Ya te contaré...

mariola dijo...

Hola a todos:
Es cierto que el camino mas corto para llegar desde A hasta B es una línea recta, y que habitualmente damos rodeos.
Pero es que creo que pocas veces sabemos que vamos a B.
En muchas ocasiones doy rodeos en mis caminos precisamente porque, antes de empezar a dar los pasos, no me he parado a pensar realmente hacia dónde quiero que me lleven.
Muchísimos besos a todos.

Luis Miguel dijo...

Mariola, eso es cierto la mayoría de las veces, pero dentro de todos nosotros existe, quizá a nivel genético, una brújula que nos indica cuál es el camino a tomar. Una especie de sensación que parte del pecho, algo muy sutil, y que muchas veces queda anulada por el barullo mental. Osea, las dudas, temores, el orgullo, y todo eso. Pero la "sensación" sigue ahí, y aparece una y otra vez, sobretodo cuando nos equivocamos en el camino.
Podemos hacer toda una oda a la equivocación, al derecho a hacerlo, y demás, pero para lo que sirven los errores es para aprender de ellos lo más rapidamente posible, y luego olvidarlos sin más. Creo que demasiadas veces el ser humano vive centrado en los errores, impidiendo así la posibilidad de renovación.

mariola dijo...

Luis Miguel:
De acuerdo en lo que dices, sé que algo en nuestro interior nos guía, y que, aunque nos equivoquemos, una y otra vez esa brújula nos indica la dirección.
Lo que yo confieso es que a veces, no miro la brújula... tal vez sea eso lo que hace que me equivoque...
La puñetera inercia.
Muchos besos.