miércoles, 10 de septiembre de 2014

SI TE CAES DE LA BICI...

Un saludo a todos de todo corazón.

Hoy vengo a hablarte de algo que seguro te incomoda bastante. Ya sabes lo que pienso, si no hay algún tipo de incomodidad, esto no sirve de nada.

Quisiera escribir algunas palabras sobre el MIEDO.

Hay una parte de la población que siente miedo habitualmente. Luego hay otra que afirma que no, pero a esos no les vamos a hacer mucho caso porque mienten.
Tener miedo es algo que entra dentro de la letra pequeña del contrato que firmamos el día que nos encarnamos en un cuerpo humano.
En realidad tener miedo sólo quiere decir que hace mucho tiempo, en tu pasado, alguien o algo te hizo daño.
¿Te has fijado en los niños?
Hay una época en la que simplemente no tienen miedo a nada. Su inocencia deviene de que no les han dañado todavía. Después de pillarse los dedos con una puerta es diferente. Han aprendido.
Pero  pasa una cosa, y fíjate que esto es de lo más importante. Hay dos maneras de aprender del dolor o del sufrimiento.
Porque un niño de dedos azulados y muy doloridos puede aprender que efectivamente jugar con la puerta corredera del patio es peligroso, aunque si la manipula correctamente... ¡no pasa nada!
Por otro lado podría aprender algo muy distinto y un poco extremo. Podría decidir no acercarse a una puerta corredera nunca más. Al estar a menos de un metro de una lloraría desconsoladamente y necesitaría de la ayuda de un adulto para poder atravesarla...incluso a los veinte años de edad.

Sé que esto te va a parecer un poco exagerado, pero es así como solemos actuar con otro montón de cosas y situaciones. Si te caes de una bicicleta nunca más vuelves a subirte a una. Si una chica (o un chico) se niega a ir contigo a tomar un helado decides no hablarle "para siempre".
Y detrás de todas estas decisiones se encuentra el miedo.
Por supuesto no te niego que a nadie le gusta sentirse rechazado, y menos que se pille los dedos con una puerta... y si es del coche ni te cuento.

Pero eso es una sensación corporal. Te previene de que estás ante una situación que podría dolerte (ya que lo hizo una vez). Por lo cual el miedo, presta aquí atención, te indica QUE TIENES QUE APRENDER ALGO que te haga mejorar.
Es una señal de aviso. Su función es prevenir y proteger. Nos invita a evolucionar.

La vida es un camino de evolución. Estamos expuestos a sufrir, pero también a gozar, a ser mejores, a superar los obstáculos y madurar en cada paso del proceso.
A la gente le encanta coleccionar cosas. Fíjate ahora, justo al acabar el verano, cómo empiezan en la tele los anuncios de colecciones. Piedras, recetas, cascos en miniatura... ¿Y los miedos?
Pues sí. También coleccionan todo tipo de miedos. Tantos que llega un momento que ya ni se acuerdan a qué suceso correspondía cada miedo. Así que los mezclan, confunden y llega un momento que LE TEMEN A TODO.
Y eso tiene nombre. Cuando se tiene miedo confundido le llamamos ANSIEDAD.

¿Te suena?
Vale. ¿Y ahora qué?
Pues mira te diría que si te caes de la bici te vuelvas a subir. Si te pillas con una puerta préstale atención para que sepas como funciona y eso no te pase más.
¿Y si la chica te rechaza? Pues vete tú a saber. Quizá no le gusten los helados, o quizá aún no te habías duchado después de una tarde de intensa práctica futbolística... Tendrás que investigar, y eso es un proceso que hará de ti una persona mucho mejor.
La vida es muy hermosa y está llena de sorpresas. Los problemas no son más que obstáculos que aún no hemos averiguado la manera de saltarlos.
Y yo...claro que tengo mis miedos (si no ya te he dicho que entraría en el grupo de los mentirosos). Pero no les hago mucho caso, la verdad. Me encanta saltar obstáculos, y cuando caigo, después de soltar alguna que otra palabrota, me levanto y vuelvo a intentarlo DE UNA MANERA DISTINTA.
Gracias por estar ahí fuera leyendo estas palabras. Te espero en el patio, no olvides traer tu bici.


1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Tienes mucha razón!,

Gracias