jueves, 31 de mayo de 2012

FEEDBACK


Un saludo a todos de todo corazón.

Me encantan las críticas.

De hecho creo que no he escogido la palabra adecuada. Debería haber dicho que me encanta el feedback, que es una herramienta necesaria e imprescindible.

¿Qué es un feedback? Traducido del inglés esa palabra vendría a decir “retroalimentación”. Algo así como obtener información desde el resultado hacia la causa.
¿Cuánto feedback estás habituado a recibir? Y lo que es más importante, ¿cuántas veces eres tú el que lo solicita?

Pondré un ejemplo: las relaciones sentimentales. Recibir feedback de tu pareja sería el hecho de preguntarle cosas del tipo: “¿estás realmente bien conmigo? ¿Qué cosas son las que te gustan de mí verdaderamente? ¿Cuáles son las que no te gustan nada e incluso detestas? ¿En qué crees que yo debería mejorar para enriquecer nuestra relación?”

Eso es feedback.

Puede que alguno de ustedes crea que esto es lo mismo que criticar. Pero me gustaría mostrar, en ese caso, la diferencia.
La crítica suele ser compañero del ego del que la exhibe. Otro ejemplo: en un restaurante un cliente insatisfecho comienza a vociferar: “¡Mi sopa está fría!” Los camareros intentan disculparse con él. Le ofrecen cambiar su plato, e incluso le ofrecen escoger un postre de su elección para compensarle, pero el tipo no deja de levantarla voz y de protestar enérgicamente.
Llega un momento que nos parece que al cliente le importa muy poco lo caliente o fría que esté la sopa, y que su protesta lleva otros aditivos. Se trata de poner su punto de vista, su indignación, por encima de todo. Será muy complicado calmarle, porque se trata de su ego.
Sus gritos no llevan ninguna otra intención que el fortalecimiento de su ego. Sus quejas no llevan implícita ninguna solución al problema, de hecho, no se pretende arreglar nada. Sólo se pretende exhibir el ego herido, y casi siempre ofender al contrario.

A eso es a lo que llamo una crítica.

Otra cosa muy distinta es, en otro restaurante, otro cliente que llama al camarero y le dice: “Perdone usted, pero esta sopa está fría. ¿Podría calentarla?”
Aquí existe la constatación de un hecho y no sólo la queja por el mero hecho de criticar. Además, fíjese usted que esto es muy importante, incluye al final una posible solución al problema.

Esto nunca pudiera considerarse una crítica.

Si además, en otro restaurante, es el camarero el que pregunta: “¿Está todo a su gusto?”, y usted le responde: “Ahora que lo dice, esta sopa está un poco fría. ¿Podría calentarla?”… eso es feedback.

Como decía al principio, me encanta el feedback. Es una herramienta poderosa y útil.

Las personas normales no suelen utilizarla, y eso es casi en el cien por cien de los casos debido al miedo. ¿Miedo a qué? Evidentemente a la respuesta.

Porque nos sentimos más seguros dando por hecho determinadas cosas. Si vuelvo al primer ejemplo, al de una relación sentimental, preferimos la seguridad de nuestra ignorancia a la verdad. Pero la belleza del feedback radica en que somos nosotros los que preguntamos porque vamos buscando una respuesta distinta a la que el ego prefiere. No se plantea la pregunta para confirmar algo que ya sabemos, y en consecuencia aumentar nuestra identificación egoísta.

No. 
La intención del feeback es mejorar, evolucionar, y abrirnos al cambio cuando eso sea necesario. A veces eso nos puede parecer doloroso, pero es nuestra naturaleza el poseer cierta reticencia a tener que transformar nuestros esquemas mentales.

En la puerta de un compañero de trabajo que se encarga de asuntos de supervisión tenía puesto un pequeño cartel que decía:

“Antes de llamar a la puerta piense en esto: ¿Es usted parte del problema que me trae, o es parte de la solución?”

Gracias a todos por estar siempre ahí fuera. Sobre todo a los que me dan feedback.


1 comentario:

Anónimo dijo...

con lo facil que seria buscar soluciones en vez de hacer criticas negativas que solo refuerzan tu ego y hacen daño a muchas personas....