Querida Mariola:
Siento, desde la compasión, que no hayas comprendido una ley fundamental. Y es que todo cambia, que todo es impermanente.
Hace unos tres años nació este blog sin un rumbo predeterminado. Luego, con el pasar del tiempo, sucedieron acontecimientos y el rumbó se estableció de forma natural.
Hoy el blog es como es. Y no hay nada más.
Sin tren y sin estaciones.
Y si me preguntas qué pasará mañana, simplemente debo decir que no lo sé.
Sin tren, sin vías, sin andenes y estaciones, salvo en tu propia mente. Ahí dentro es donde residen maestros y maestras, budismos, todo tipo de cambios y sensaciones de extrañeza.
Todo lo que causa dolor está ahí dentro.
Y no por ahí fuera.
Gracias a todos por estar ahí, al otro lado de la pantalla.
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