martes, 18 de septiembre de 2007

¿Debemos perseguir los sueños?

Un saludo a todos de todo corazón.
Todo el mundo persigue un sueño, o varios.
Decimos que sólo persiguiendo nuestros objetivos conseguiremos ser felices, y que planificando cuidadosamente nuestro futuro, paso a paso, al final llegaremos a una meta.
Creo que todo esto es una sarta de mentiras, que nos gusta creernos, lo reconozco, pero que en realidad no son verdad. O por lo menos en parte.
Me explico:
Si lo que quiero hacer es un pastel, es evidente que debo tener un plan, una receta, y seguir una serie de pasos, en un determinado orden. Y si no lo hacemos así el resultado será más o menos comestible, pero no será un pastel. Este ejemplo ilustra el significado de la ayoidad de las cosas. El pastel no tiene entidad propia fuera del conjunto de cosas que le constituyen. Y así sucede con todo lo que conforma el mundo material.
El error que cometemos viene al asociar nuestra felicidad mental con los objetos del mundo material. Creemos ciegamente que si seguimos un plan, una receta, también obtendremos la felicidad, pero ésta no pertenece al plano material, por decirlo de alguna manera, y no se rige por sus mismas reglas. Por lo que por mucho que hagamos, planifiquemos, intentemos cambiar, luchar y todo eso, al final, la querida felicidad siempre se nos escapa entre los dedos.
¿No es así?
Lo que ocurre es que, lejos de despertar al error, pensamos que debemos cambiar de plan, buscar otro mejor, y creamos el futuro como entidad, y le damos un papel muy significativo en nuestras vidas. Decimos que será allí, en el futuro, donde encontraremos la felicidad, eso sí, siempre y cuando consigamos las "cosas" que sin duda creemos que nos harán felices, y que por un casual, son siempre las que carecemos, como un trabajo mejor, dinero, fama, y lo que ahora está más de moda, una pareja, si no la hay, y si la tenemos, otra mejor.
Si somos sinceros, pero de verdad, ¿cómo nos sentimos cuando conseguimos alguna de esas "cosas"? ¿Felices? Porque a mí me parece que se siente una emoción, que no felicidad, muy placentera, eso sí, pero fugaz y efímera. Y que al poco, da paso a una sensación de vacío muy desagradable que nos obliga a empezar de nuevo el ciclo y a buscar otra "cosa". Porque lo que lo que al principio nos parecía el culmine de la felicidad muy rápidamente ya no nos satisface.
Y así una y otra vez.
¿Y nuestra felicidad?, "en el futuro" decimos. ¿Y mientras tanto? Pues hechos un asco, deprimidos, tristes, furiosos, y hambre en el mundo, y guerras por doquier, y tal y tal.
¿Entonces dónde está nuestra felicidad?
El futuro no existe, al igual que el pasado, sólo existe el presente. Y la felicidad está aquí y ahora, en ese presente, esperándote. Si de verdad quieres conseguir alguna de esas "cosas" de antes, pues adelante, planifica, lucha, y consíguela, pero no construyas tu felicidad en base a eso, porque entonces a ésa no la conseguirás. Podrás tener el mundo en tus manos y ser absolutamente infeliz. No se trata de ser rico, ni pobre, sino de ser feliz en este mismo momento.
Deja de pensar, no intentes pensar en lo que digo porque si no te perderás en el pasado o en el futuro.
Vamos a hacer un ejercicio muy simple, que no es mío, y no es nuevo, pero es muy sencillo. Sientate cómodamente y relájate. Ahora, observa tus pensamientos, a tu mente, como trabaja. Observa como te lleva al pasado, y al futuro y cómo tira de ti. Observa al pensador y date cuenta de una cosa muy sencilla, tú no eres tu mente. No es más que una herramienta, pero aunque hemos cometido el error de asociar esta idea, la mente no eres tú. Obsérvala como juega e intenta provocarte. No la juzgues sólo obsérvala.
Puede que al hacer este ejercicio sientas una gran paz, y quizá en algunos casos, un atisbo de una felicidad nueva.
Este mensaje como he dicho no es nuevo, nos lo llevan anunciando hace cientos de años, gurús, maestros, monjes, yoguis y rabinos de todas las tradiciones de la Humanidad.
Quién sabe, quizá hoy alguno de vosotros pueda sentir un atisbo de iluminación.
Quizá hoy seamos todos un poco más libres.
Gracias a todos por estar ahí fuera.

1 comentario:

mariola dijo...

Holaaaaaaa a todos:
Menudo comentariooooo, mientras intento digerir toooodo su contenido, haré un apunte que me ha inspirado leerlo.
Yo sí creo que perseguir los sueños nos puede hacer felices, aunque con esto no quiero decir que conseguir objetivos sea sinónimo de felicidad. Me explico.
Para mí, esa persecución, esa lucha, ese Buen Combate es felicidad en sí, y no conseguir el objetivo. Pondré un ejemplo.
A mí me encanta hacer deporte, muchos deportes, desde hace años. Siempre entreno en grupo y constantemente nos plantean metas nuevas.
Tengo claro que esas metas que nos plantea el entrenador no son otra cosa que una forma de engancharnos y asegurarse una clientela.
Yo participo no porque las vaya a alcanzar porque, en realidad, a mí no me hace feliz traspasar la línea de meta de una prueba, a mí me hace disfrutar el día a día, cada día que nado, salgo a correr o me voy al monte a hacer senderismo.
Para mí lo divertido y gratificante es formar parte de una actividad que me gusta, y confieso que si un día no me apetecía nadar no me he tirado a la piscina, o lo he hecho sólo para estar dentro del agua jugando.
Si para alcanzar una meta hubiera tenido que sufrir, o me hubiera costado un esfuerzo tal como para dejar de ser feliz en ese instante, me hubiera retirado sin pensarlo dos veces y seguro, que jamás me hubiera arrepentido.
Por eso, si esto mismo lo amplio, si hago una extrapolación a otras facetas, creo que a mí me hace muy feliz perseguir mis sueños, porque lo que me hace feliz en realidad es ese camino que me lleva a alcanzarlos o no, con independencia de que muchas veces no llegue a ninguna parte.
Tal vez tenga un secreto esa faceta de mi "felicidad", y es algo simple. Mis sueños están más relacionados con reunirme con amigos, conocer lugares y disfrutar de la vida que con cosas materiales.
Yo no sueño con casas o coches, no sueño con yates o joyas, no sueño con grandes viajes.
Sueño con pequeñas escapadas a lugares con encanto, muy consciente de que ese encanto más depende de mi actitud y la buena compañía de mis seres queridos, que tanta felicidad me aportan, que de cualquier otra cosa.
Muchísimos besos a todos.