lunes, 24 de enero de 2011

La dictadura de la mente.

Un saludo a todos de todo corazón.

Este amigo mío se llama Jesús.
Hace algunos años un "entendido" de la medicina (porque tras conocer esta historia me niego a denominarlo "doctor") de forma arbitraria le dijo que padecía una grave enfermedad.
Y digo de forma arbitraria porque no le hizo ninguna prueba, ni análisis, ni examen. Simplemente le miró, y le hizo el diagnóstico, además, con gesto dictatorial y despectivo.

Digamos que la enfermedad que se le descubrió era de carácter neuromuscular y degenerativo.


Así que Jesús, una persona joven y sana, con una férrea vocación de convertirse en agente de la policía, queda sentenciado a ir perdiendo fuerza muscular, a debilitarse progresivamente, hasta quedar confinado a una silla de ruedas en un breve período de tiempo.

La historia puede ser una de tantas en estos tiempos que corren, si no llega a ser, como he dicho al principio, que a mi amigo Jesús no se le hizo ninguna prueba diagnóstica más allá de una sesión adivinatoria al más puro estilo circense.

La mente es una herramienta prodigiosa.

Es cierto que cualquier vía espiritual que se precie de ser honesta y veraz, posee toda una serie de herramientas para que el buscador pueda, a través de la sabiduría, desmontar el juego de la burda mente humana.
Y es que el problema de nuestra mente no es el saber utilizarla. Si se conoce el cómo, la mente es un utensilio con poderosas capacidades.
La dificultad insalvable radica en que en la población normal de nuestra sociedad es la mente la que domina y utiliza a las personas. Y salvo honradas excepciones, no se contempla el viceversa en esta ecuación.

Así que mi amigo Jesús, a través del poder de su propia mente (que creía ciegamente en la posesión de esa enfermedad) empieza a padecer todo un paquete de síntomas acordes con su dolencia.
Incluso una leve lesión muscular, que obtiene tras forzar su actividad deportiva, no hace otra cosa que verificar su angustia y condenación.

Ni que decir tiene que a dia de hoy, todo esto ha cambiado de forma radical. En poco tiempo, tras conocer su historia, se le hicieron las pruebas necesarias que nos llevaron al asomboros descubrimiento de que Jesús NO PADECE DE NADA. Si acaso, como dije antes, sufre de una ínfima lesión muscular que se está tratando con éxito a base de rehabilitación especializada.

La moraleja de esta narración, real como la vida misma, no se encuentra en la crítica de aquel "matasanos" incosciente.

Se trata del poder de la dictadura de nuestra mente.

Ella habla y el cuerpo escucha, obedeciendo sus órdenes sin albergar ninguna cuestión.
Ha llegado el momento de que escuchemos atentamente cuáles son las declaraciones que esta mente nos manifiesta. Porque en esta dictadura mental, muchos de esos mensajes son tan falsos como la enfermedad de Jesús.
Pensamientos del tipo:
"No sirvo para esto"
"No valgo nada"
"No puedo con ello", y un largo etcétera...

Por muy importante y autoritaria que sea la persona o el hecho pasado que nos certifica este tipo de declaraciones tenemos la obligación de cuestionarlas y erradicarlas de nuestra mente o se convertirán en una realidad en nuestras vidas.

Como los síntomas de una enfermedad inexistente.

Gracias a todos, a los sometidos y a los liberados de la dictadura de la mente, por estar ahí fuera.


3 comentarios:

mariola dijo...

Hola a todos:
Me alegra ver que has resucitado a este mundo bloguero, y menuda historia la que nos cuentas.
Es una gran verdad que la mente es una dictadora implacable.
Lo que le pasó a tu amigo, en mayor o menor escala, nos ha ocurrido alguna vez a todos.
De hecho, para curar muchas enfermedades, los profesionales de la salud tienen claro que el primer frente que deben atacar, es la mente del paciente. Si la convencen de la curación, el tratamiento es rápido y casi seguro fértil, pero... ay de ese paciente pesimista, que no consiga disipar el fantasma de un final cercano.
Y como dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, una vez trás otra, pese a ser conocedores del régimen dictatorial, seguimos haciendo caso, sin discutir ni poner en tela de juicio, lo que nuestra mente nos indique.
Y así nos va.
Muchos besos a todos.

añil dijo...

La mente puede ser nuestro mejor aliado o nuestro mayor enemigo, lo malo es que la mayoría de las personas la usan/mos como enemigo casi toda la vida.
Descubrir las mentiras de la mente es todo un placer, observar cómo nos manipula y nos lleva al camino equivocado, a la mentira, detenerse frente a ella y descubrirle el juego.

Hoy nos dejas una experiencia interesante. Me alegra que Jesus esté bien y sólo haya sido un susto.

Un saludo.

Luis Miguel dijo...

Estimadísimos Mariola y Añil:

Si es necesario tener una actitud ante la mente, debe de ser el hecho de descubrir que la identificación que tenemos con ella es una falacia.
Pasamos de tener una herramienta a dejarnos guiar por ella.

Amigo Administrador:

Conozco varias historias de primera mano como la tuya. Algún episodio en mi propia experiencia de vida.
Gracias por compartirla.