
Entonces, el Mara, el Malvado, deseando causar miedo, trepidación y terror a la monja Soma, deseando hacerla caer de la concentración, se acercó y se dirigió a ella en verso:
Aquel estado, alcanzable solo por los videntes,
Es difícil de alcanzar,
No puede ser alcanzado por una mujer,
Con su sabiduría de tamaño de dos dedos.
Entonces, a la monja Soma se le ocurrió el siguiente pensamiento: “¿quién es éste que recita el verso –un ser humano o un ser no humano?” Acto seguido se le ocurrió esto: “este es el Mara, el Malvado, quien recita el verso deseando causarme miedo, trepidación y terror, deseando hacerme caer de la concentración.”
Entonces, la monja Soma, habiendo entendido “este es el Mara, el Malvado” le replicó en versos:
Qué importa la condición de mujer
Cuando la mente está bien concentrada,
Cuando el conocimiento fluye sostenidamente,
Como en alguien que ve el Dhamma correctamente.
Alguien en quien puede ocurrirse:
“Soy mujer”, “soy hombre”
O “soy cualquier otra cosa”,
Se hace apto a dirigirse al Mara.
Entonces, el Mara, el Malvado se dio cuenta de eso: “la monja Soma me conoce”, por lo cual, triste y decepcionado desapareció de allí.
Extraido del Sutta Pitaka / Samyutta Nikaya (1-11)

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