jueves, 10 de noviembre de 2011

Un ejemplo de fortaleza

Hola a todos:
Intentando volver a esa antigua costumbre de entrar y participar a menudo en el blog, os contaré algo ocurrido recientemente, algo precioso, deseado y hasta mágico.
Unos amigos míos hace ya muchos años, empezaron a tratar a un chaval que sufría una extraña enfermedad, se llama síndrome mitocondrial y se caracteriza por ir poco a poco destruyendo el cuerpo. Hace años que ni puede andar, y está postrado en una silla de ruedas o en la cama. Casi ni puede comunicarse, lo hace con imperceptibles apretones de manos y movimientos de sus ojos.
Su cerebro está intacto, claro, no es muscular y se conserva a pleno rendimiento que, en su caso, es un rendimiento muy alto. Hablo de un muchacho con un coeficiente elevadísimo, una sabiduría desmesurada para sus dieciocho años y una fortaleza inigualable.
Hace poco tiempo su estado empeoró bruscamente y tuvimos que pelear contra un reglamento hospitalario que no permitía la compañía constante de su familia. Llegamos a "mendigar" la presencia de sus padres para que no se fuera de este mundo en soledad.
Esto os lo cuento un poco al hilo de la penúltima entrada de Luis Miguel sobre el poder de la oración. Yo ni soy creyente ni atea. No niego la existencia de un algo superior, pero tampoco lo creo. Pero sí sé que somos energía en movimiento y que proyectamos esa energía al exterior.
Sé que los malos rollos se contagian, la mala energía nos afecta y por tanto, la buena también.
Los buenos deseos sobre los demás hacen que proyectemos parte de nuestra energía hacia ellos, y este muchacho, al que con unos pocos años, ya fué desahuciado por la medicina advirtiendo a sus padres que no alcanzaría los catorce, ya cumplió dieciocho
Y como decidió que, pese a la obligación física de permanecer quieto en una cama, esta vida le sigue aportando tantas y tantas cosas, prefiere seguir luchando.
Y esa fuerza que desprende nos contagia a cuantos le conocemos y proyectando nuestros mejores deseos de mejoría, parece que se ha conseguido tal mejora en su estado que, no sólo está en su casa, sino que ha vuelto a respirar y ha mejorado su capacidad de comunicación.
Desde luego creo que la mayor parte de esa energía enfocada a su mejora la puso él mismo.
Qué fuerte eres chaval!!!
Y sin ser creyente, de verdad parece un milagro.
Muchísimos besos a todos.

1 comentario:

BJ dijo...

Mientras la conciencia exista, permanece un diamante.
Un tesoro, gracias