Dicen los psicólogos que si repetimos algo mentalmente de forma continuada acabamos convirtiéndonos en eso.
Te transformas en lo que piensas que eres.
Si un joven pasa casi todo su tiempo escuchando que es un zoquete, pronto no sólo lo creerá, sino que empezará a comportarse como tal.
Si todo el mundo piensa que eres un estúpido... ¿Quién eres tú para decir lo contrario?
Es muy difícil creer algo que nadie piensa de ti.
Así que nos puede parecer una buena idea (y gran parte de la bibliografía de la "autoayuda" se basa en este mecanismo) educar, ya no a nuestros hijos, sino impulsar nuestra propia educación en pos de la santidad en lugar del pecado, en convertirnos en triunfadores en vez de fracasados, o en respetables ciudadanos en vez de intocables ignorados.
Eso no está del todo mal, ¿verdad?, pero existe una trampa muy sutil, y por supuesto todo esto no deja de ser un engaño.
¿Por qué?
Pues porque todo este mecanismo psicológico del condicionamiento no nos liberará de la miseria.
Podremos ser un santo a ojos de los demás, pero el mismo concepto de santidad nos hará sentir miserables con el tiempo.
Habrá una bonita fiesta a la que asistir, pero nos sentiremos cohibidos. Al fin y al cabo, ¿qué pensarán los demás si nos ven bailando y disfrutando como uno más de entre los mortales?
Posiblemente muchos comenzarán a criticarnos e inmediatamente nos será retirado el estatus de santidad.
Y claro está, tal y como escribí al inicio: es muy difícl creer algo que nadie piensa de ti.
Así que lo mejor será no sólo no asistir, sino empeñarnos en erradicar de raíz esas bonitas fiestas que tan miserables nos hacen sentir.
Y esto será sólo el principio de nuestra "santa cruzada"...
En fin, sólo estoy poniendo un ejemplo.
Ya lo dijo el Buda: "A nada hay que apegarse"
Todos los estados, tanto los que consideremos buenos así como los malos, llevan a la miseria.
El truco está en el proceso de identificación (nos creemos aquello en lo que pensamos) como en el apego (debemos defender aquello que creemos que somos) que aparece casi inmediatamente.
Merece la pena pensar unos minutos en todo esto. Investigar en uno mismo, descubrir lo que está oculto.
¿Hasta dónde te crees ser lo que dicen los demás?
¿Hasta dónde te ves obligado a defender un concepto (o muchos) que existen sólo en tu mente?
¿Eres libre?
Un saludo a todos de todo corazón.
4 comentarios:
creo que lo dijo uno de los Grandes, y lo comparto.
Libre solo puede ser aquel que ha estado prisionero. Ilusoria prisión, ilusoria libertad...
un saludo, y gracias por el bello post
Hola a todos:
Muy interesante lo que planteas. Somos lo que los demás ven en nosotros?
O lo que creemos que los demás ven?
O lo que nosotros mismos creemos que somos?
Una mezcla?
Nada de todo eso?
Porque al fin y al cabo lo que de nosotros trasciende, lo que los demás ven, o lo que creemos que ven no dejan de ser conceptos.
Incluso aquéllo con lo que nos podamos identificar para describirnos.
Buenos, malos, guapos, listos, simpáticos, generosos, tranquilos, nerviosos... cualidades, positivas, negativas... pero al fin y al cabo conceptos, variables a cada segundo, variables según quien los vea y los juzgue, o lo que creamos que ven o juzgan...
Somos realmente eso?
Somos conceptos?
Tenemos que ser algo en concreto?
Nos tenemos que poner algún tipo de cartel?
Seguiré explorando.
Besos a todos.
Mariola, perdona mi atrevimiento, siempre he creido que los demás ven en nosotros lo que nosotros proyectamos de nosotros mismos.
¿estoy equivocada?
Me encantaría recibir contestación al respecto.
Gracias a todos, no por escuchar, si quiera.
Por escribir y libremente dejar leer.
Hola a todos:
Juana, nos encanta que opines, preguntes o comentes. Este es un blog abierto a todo el que tenga interés. Gracias a ti por participar.
Te respondo, pero es sólo una opinión, quede claro, y de alguien que empieza.
Trasciende lo que proyectamos? si, pero cuando hablas de nosotros mismos, quienes somos? lo que proyectamos?
Porque yo soy muy distinta y proyecto muy distintas cosas, a veces en el trabajo con mis clientes soy o intento dar una apariencia de seriedad, seguridad y responsabilidad, con mis sobrinos soy mas cariñosa, o con mis amigos.
Son, como ya comentó alguna vez Luis Miguel, nuestros trajes, los trajes de nuestra mente. Abogada, amiga, tía, vecina o cliente de una tienda, lo que toque en cada momento.
Y nos llegamos a identificar con todos ellos, pero, somos realmente eso?
Serios, responsables, cariñosos, felices, tiernos???
O eso sólo son conceptos que definen cualidades?
Conceptos de nuestras mentes sujetos a opiniones, cambios y variaciones, y no sólo a los nuestros sino también a los de los demás, y su opinión suele importarnos.
Somos realmente eso? Yo creo que no, aunque no me preguntes quien somos realmente, porque la verdad es que no conozco la respuesta.
Lo único que he alcanzado a comprender y a sentir por el momento, es que no soy esos trajes.
Muchísimos besos a todos.
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