lunes, 22 de marzo de 2010

Invisibles.

Un saludo a todos de todo corazón.

El otro día pude ver en la televisión una gran parte del programa "Invisibles", en el que un grupo de famosos (entre los que mezclan grandes deportistas con casposos personajes de la prensa rosa) pasan unos días viviendo entre los "sin techo" de Madrid.
El programa no es original, sino la versión española de un formato que ha tenido una considerable audiencia en el Reino Unido.
Lo curioso es ver cómo al final de la experiencia (casi simulada la verdad ya que siempre están vigilados por las cámaras no sea que les pase algo) los famosos explican cómo les ha afectado el vivir sin casa, sin comodidades, y dependiendo de la generosidad de los demás.
En la mayoría de ellos el hecho de tener que pedir, que MENDIGAR, es lo que más les ha marcado. Las miradas de desprecio cuando lo hacían, el sentirse rechazados, el acto en sí, y todo eso.
Incluso se hacía referencia mantenida a los perros, animal generoso y fiel donde los haya.

"Me sentía como un perro"

Así que hoy me siento más que inclinado a defender a este género mamífero y juguetón, y a puntualizar unos detalles que puede que a muchos se les haya olvidado:

La otra mañana salí apurado porque llegaba tarde. Ya se sabe el refrán: "vísteme despacio que tengo prisa", y como no lo hice así, la cartera se me desparramó por el porche. Y con la cartera un par de billetes de 10 euros que volaron como la pluma del inicio y del final de "Forrest Gump"

A uno de ellos le capturé con un movimiento más parecido al de un ganso que al de un ninja, aunque el intento pretendía emular a lo segundo.

El otro billete fue a parar a los pies de Sofía, nuestra perra de raza caniche, que no hizo otra cosa que mirar con desprecio al papelillo encarnado que apunto estaba de emprender de nuevo el vuelo, de esa vez, con dirección a los campos de Andalucía.

Y es que al cariñoso animal le daba igual el billete, los euros, la economía mundial y el llegar a fin de mes.
Tras de nuevo correr al pie de la carretera pude recuperar el codiciado papel moneda, pero hubo algo que se me quedó grabado.

Quizá en un programa de televisión, del cual todavía no entiendo la finalidad, se pretenda mostrar al público la existencia de los mendigos.
Pero mendigos en realidad somos todos y cada uno de nosotros.

Mendigamos cariño, respeto, amor, pero también sexo, poder y dinero.

¡Ay, cuántos mendigos, eso sí bien trajeados y aseados, existen deambulando por ahí!

Así que he dejado de entender, primero el término despreciativo de "mendigo" a un colectivo de personas cuando en realidad todos funcionan así. Incluso algunos con mucha menos dignidad.

"Mendigos somos todos", es un buen eslogan para poner en una camiseta.

Segundo: creo poder extrapolar que el desprecio por el dinero no le pertenece en exclusiva a la caniche Sofía, sino a todo el colectivo perruno. Y no solamente es el dinero, creo firmemente que tampoco le importa mucho el fútbol, los autos deportivos, y los vestidos caros.

Algo tenemos que aprender.

Gracias a todos los mendigos por estar ahí fuera. Y a los perros también, aunque esto de las computadoras también les importa un pimiento.

5 comentarios:

mariola dijo...

Hola Luis Miguel:
Me ha gustado tu entrada aunque la comparto sólo de forma parcial.
A los invisibles les ha impactado mendigar, porque nadie estamos acostumbrados a depender de la generosidad de los demás.
Supongo que a todos nos ocurriría lo mismo, por mucho que, efectivamente, nos pasemos la vida mendigando todo aquello que consideramos vital.
Será que en realidad no mendigamos nada? No pedimos? Mas bien exigimos, porque nuestra respuesta cuando no recibimos aquéllo que deseamos y pedimos, pasa por reacciones de todo tipo, todas negativas, desde la frustración y la tristeza, al enfado... etc.
Qué crees que busca ese programa?
Muchísimos besos a tdos.

Luis Miguel dijo...

El problema de los visibles e invisibles radica en su incapacidad para ver lo dependientes que somos en todo momento y lugar de nuestra vida.
Dependientes bajo un puente, y dependientes también en la suite de un hotel. Pero no podemos sentirlo, porque juzgamos de forma compulsiva.
¿Que qué quiere el programa?
Ganar dinero manteniendonos pegados a la pantalla. Audiencia, de eso no hay duda.

mariola dijo...

Hola de nuevo:
A nadie le gusta reconocer que necesita a los demás, por eso llevamos tan mal las incapacidades, aunque sean transitorias (un pie roto) y del tipo que sean, físicas, económicas.

Todos vivimos bajo el engaño de la autosuficiencia, la independencia y la individualidad, y nos negamos a necesitar nada de nadie.

Por el contrario, nuestro ego nos demanda constantemente al menos la aprobación de los demás, el reconocimiento ajeno, su calor, su amistad y cariño.

Supongo que tienes razón al decir que el programa busca audiencia, pero en ese tipo de programa, se plantea siempre un reto normalmente por un psicólogo. Ver las reacciones de la gente cuando les abocas a vivencias distintas a las acostumbradas. El programa todo lo distorsiona porque el experimento, al ser televisado, está en un medio controlado y el concursante seguro, por lo que las consecuencias que se obtengan parten de premisas ya manipuladas o adulteradas.
Mi pregunta es: realmente aprenderán algo positivo los concursantes? O mas bien sólo sacaran el provecho mediático y económico?
Me inclino mas por la segunda opción.
Besos a todos.

Luis Miguel dijo...

Transcribo aquí un comentario de la Rev. Yin Zhi Shakya:


El Séptimo Mundo del Budismo Chan escrito por la Rev. Ming Zhen Shakya, dice acerca del sámsara y el ego, "El sámsara es una contienda en sí mismo. Cada segmento es una zona de guerra. Y la causa del conflicto es simplemente que el ego, debido a su autentica naturaleza, existe en un estado perpetuo de deseo, anhelando amor, fama y poder y, desgraciadamente para todos nosotros, sin importarle mucho lo que necesita para conseguirlo. Para triunfar en sus ambiciones llegará a mentir, estafar, robar, traicionar, matar, y generalmente manipular a otros egos sin la mínima piedad. Y si en el camino hacia sus logros ha descubierto como se valora la lealtad, la virtud o la generosidad, entonces buscará la fama justamente por ser grato, generoso y leal. Pero cuando percibe que semejantes virtudes no le van a aportar un beneficio inmediato, aplaza el ser un 'Número Uno' y prescinde de tales nociones sentimentales”.



El primer paso para la sanación es el reconocimiento de la enfermedad: el primer paso para vivir en la verdad es reconocer que vivimos en la mentira, el primer paso para la tranquilidad es reconocer nuestro estado mental. La vida es sufrimiento, es la primera de las cuatro nobles verdades que el Buda descubrió y afirmó; y para comprender las otras tres, hay que reconocer la primera. Siempre, para ir de un lugar a otro, se necesita el primer paso; si no hay un primer paso, no habrá un segundo ni un tercero y mucho menos un adelanto de ninguna clase. Y si lo que buscamos es la paz, con certeza este es el camino. Pero si lo que buscamos es ser el ‘centro de atención’, hablar basura para entretenernos y confundir a los demás, no hay adelanto o mejoría que valga. Eso es ignorancia. Y si no nos damos cuenta de lo que buscamos, ¡eso es todavía peor! Es la ignorancia al cuadrado… ¡La ignorancia no es excusa ante la ley! Y en este caso, no solamente estamos hablando de la Ley de los hombres, sino también de la ley de la Naturaleza, de la Ley de la Causalidad, la ley de la causa y el efecto.



Todos mendigamos, aunque no todos somos “mendigos”. Porque mendigar es pedir, desear, querer, anhelar… aunque algunos lo hacen con más pasión que otros, en un grado menor o mayor; otros por necesidad, otros por complacencia, en fin, hay un sin número de razones que el ego cree tener. Pero… como quiera que lo pongan, es ‘desear’. Ese es el problema a comprender y erradicar: el deseo.




Deseándoles a todos la Paz Divina,

La Maestra [Yin Zhi Shakya]

Anónimo dijo...

Estimado Luis Miguel, el post es exelente y clarificador, a igual que los comentarios, gracias por su trabajo!!
Un abrazo, Upasaka Zheng Dao, Marcelo.