Un saludo a todos de todo
corazón.
Me pregunto: ¿Cómo puedo vivir la
compasión en mi vida cotidiana? De hecho: ¿Qué es la compasión?
Creo que hay mucho
desconocimiento a este respecto, ya que la mayoría piensa que la compasión es
un sentimiento. Un estado mental que se puede generar con ciertos ejercicios.
Muchos además le asocian a la compasión el tener algo así como “pena” por el
prójimo.
No es que lo dicho anteriormente
esté totalmente equivocado. Pero no llega al auténtico significado de lo que la
compasión debe ser.
¿Quiere ser compasivo? Entonces
sepa que sentir compasión es el estado de querer aliviar la carga a otra
persona y la acción que sigue a ese sentimiento. Y le voy a poner un ejemplo
cristiano. Cuando Jesucristo cayó en el camino portando la cruz, ¿no se
apareció un hombre que le ayudó a cargar con el madero?
Eso es compasión.
Evidentemente se necesita un
sentimiento primero. Si explicamos el proceso a través del “noble camino
óctuple”, diríamos que lo primero es tener un pensamiento correcto. Este
pensamiento puede ser la decisión de ayudar al prójimo. “Estaré pendiente de la
posibilidad de ayudar a otra persona, por lo menos, una vez al día”. Es un buen
comienzo.
También hará falta visión
correcta para saber qué tipo de ayuda será la que necesita el otro. De nada me
vale que me empeñe en ofrecer dulces a una persona si es diabética. Necesito
dilucidar que lo que ofrezco es lo que es necesitado. No es hacer lo que me
plazca.
Hace falta atención correcta para darnos cuenta
y que no se nos pase la oportunidad, y el esfuerzo correcto para llegar a
hacerlo.
Nuestro habla correcta nos
permitirá llegar con sinceridad y cariño, y la acción correcta será hacerlo sí
o sí.
El modo de vida se hará correcto
debido a los pasos anteriores.
¿Cuál seré entonces la meditación
correcta?
Imagínese en una sala de cine. En
la pantalla visualice a una persona querida para usted. Vea como sufre. ¿No
siente la necesidad de ayudar?
Ahora ponga en la pantalla a una
persona neutral para usted. Ni la quiere ni la odia. No es más que una cara más
de esas que ve todos los días en el supermercado o en la parada del autobús.
Vea como sufre también. ¿No siente la necesidad de ayudar?
Para terminar visualice una
escena nueva en donde la persona que sufre sea alguien que en su historia
personal le haya hecho algún mal. Puede que todavía le guarde rencor, pero
observe como sufre también. ¿No siente la necesidad de ayudar?
Lo cotidiano es que sienta mayor
necesidad (hasta imperante y aguda) con la primera persona. Menos o casi nada
con la segunda y no le importe lo que le pase a la tercera.
La sabiduría correcta es
comprender que cada uno de los tres tipos de personas es susceptible de
necesitar nuestra compasión. Pregúntese si sería capaz de ayudar a la segunda y
tercera persona y por qué. Véase a usted en la película también ayudando a las
tres personas, observe como sonríen cuando su dolor es aliviado.
Recuerde que la compasión es un
ejercicio que termina en acción. Es querer y hacer algo para aliviar el
sufrimiento de otro.
Eso no significa que usted tenga
que realizar grandes sacrificios. A veces son pequeños gestos, cotidianos, como
ayudar al vecino a subir las bolsas de la compra, dejar pasar a otro vehículo
en un cruce, o ayudar a una persona perdida dándole las indicaciones correctas
en la calle.
Ser compasivo no implica hacer
sacrificios por su parte. Nos encanta tomar el papel de mártir, pero no es
necesario. Ni siquiera es compasión hacerlo de esa manera.
Simplemente esté atento y varias
posibilidades de ayudar se le aparecerán en su día a día.
Es tan fácil como que cada uno de
nosotros aporte su granito de arena.
¿Ser compasivo no es lo mismo que
amor?
Claro que están relacionados,
pero a veces prefiero pensar que el amor es el estado mental que siento cuando
veo sonreír a los demás.
Gracias a todos por estar ahí
fuera, compasivamente, al otro lado de la pantalla.
1 comentario:
Interesante esta entrada saludos desde…
Abstracción textos y Reflexión.
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