Un saludo a todos de todo corazón.
El otro día pude ver en la televisión una gran parte del programa "Invisibles", en el que un grupo de famosos (entre los que mezclan grandes deportistas con casposos personajes de la prensa rosa) pasan unos días viviendo entre los "sin techo" de Madrid.
El programa no es original, sino la versión española de un formato que ha tenido una considerable audiencia en el Reino Unido.
Lo curioso es ver cómo al final de la experiencia (casi simulada la verdad ya que siempre están vigilados por las cámaras no sea que les pase algo) los famosos explican cómo les ha afectado el vivir sin casa, sin comodidades, y dependiendo de la generosidad de los demás.
En la mayoría de ellos el hecho de tener que pedir, que MENDIGAR, es lo que más les ha marcado. Las miradas de desprecio cuando lo hacían, el sentirse rechazados, el acto en sí, y todo eso.
Incluso se hacía referencia mantenida a los perros, animal generoso y fiel donde los haya.
"Me sentía como un perro"
Así que hoy me siento más que inclinado a defender a este género mamífero y juguetón, y a puntualizar unos detalles que puede que a muchos se les haya olvidado:
La otra mañana salí apurado porque llegaba tarde. Ya se sabe el refrán: "vísteme despacio que tengo prisa", y como no lo hice así, la cartera se me desparramó por el porche. Y con la cartera un par de billetes de 10 euros que volaron como la pluma del inicio y del final de "Forrest Gump"
A uno de ellos le capturé con un movimiento más parecido al de un ganso que al de un ninja, aunque el intento pretendía emular a lo segundo.
El otro billete fue a parar a los pies de Sofía, nuestra perra de raza caniche, que no hizo otra cosa que mirar con desprecio al papelillo encarnado que apunto estaba de emprender de nuevo el vuelo, de esa vez, con dirección a los campos de Andalucía.
Y es que al cariñoso animal le daba igual el billete, los euros, la economía mundial y el llegar a fin de mes.
Tras de nuevo correr al pie de la carretera pude recuperar el codiciado papel moneda, pero hubo algo que se me quedó grabado.
Quizá en un programa de televisión, del cual todavía no entiendo la finalidad, se pretenda mostrar al público la existencia de los mendigos.
Pero mendigos en realidad somos todos y cada uno de nosotros.
Mendigamos cariño, respeto, amor, pero también sexo, poder y dinero.
¡Ay, cuántos mendigos, eso sí bien trajeados y aseados, existen deambulando por ahí!
Así que he dejado de entender, primero el término despreciativo de "mendigo" a un colectivo de personas cuando en realidad todos funcionan así. Incluso algunos con mucha menos dignidad.
"Mendigos somos todos", es un buen eslogan para poner en una camiseta.
Segundo: creo poder extrapolar que el desprecio por el dinero no le pertenece en exclusiva a la caniche Sofía, sino a todo el colectivo perruno. Y no solamente es el dinero, creo firmemente que tampoco le importa mucho el fútbol, los autos deportivos, y los vestidos caros.
Algo tenemos que aprender.
Gracias a todos los mendigos por estar ahí fuera. Y a los perros también, aunque esto de las computadoras también les importa un pimiento.