Un saludo a todos de todo
corazón.
Una de las pocas cosas que
podemos tener claro en el recorrer de la vida es el que todo cambia.
Se trata de un efecto óptico, de
un fallo (si se quiere entender mejor así) de nuestros sentidos, el hacernos a
la idea de que todo aquello que vemos y percibimos es algo sólido y duradero.
En realidad si lo observamos
atentamente, son los conceptos, las ideas, los juicios que realizamos los que son duraderos, sólidos por definición
y permanentes.
Me explico: Cuando veo una
montaña, mis ojos me dan una imagen de algo que sobresale de su entorno. Algo
grande y fuerte al tacto, piedra y roca. La miro treinta años después y veo que
apenas ha cambiado. Así que creo el concepto de “montaña”.
De hecho hemos creado un libro donde
explicamos los conceptos. Llámese enciclopedia, diccionario o wikipedia…
Voy a mirar lo que dice del
concepto montaña y me encuentro con:
“Eminencia superior a 700 metros respecto a su base, es decir, una
elevación natural del terreno. Se agrupan en cordilleras o sierras”
Pero eso son conceptos que hemos extraído
de nuestros sentidos deficitarios, adaptados a sus límites tanto de
funcionamiento como a nuestra limitada duración de vida.
Así que nos encontramos con dos
cosas distintas que pretendemos hacerlas iguales, superponerlas, encajarlas,
cuando eso es imposible.
Porque por un lado está el
concepto de justicia, y por otro la realidad. Y del intento de encajarlas surge
el sistema judicial, las leyes, los abogados, juristas, etc… Un sistema donde
hay tantos atajos y trampas como aciertos.
Tenemos el concepto de
democracia, y tenemos la realidad. Y del intento de superponerlas aparece el
sistema político con sus presidentes, consejeros, senadores, etc… Un sistema
donde hoy por hoy se nos antoja más un nido de corrupción que de entrega y
cuidado del ciudadano.
Ideamos el concepto de economía
matemática y luego existe la realidad. Y del intento de igualarlas nació el
sistema financiero, con los bancos, agentes de bolsa, economistas, etc… Un
sistema que colapsa por la cantidad de errores acumulados empobreciendo a más
millones de personas que los pocos cientos que enriquece.
Existe una brecha insalvable
entre el concepto, que puede ser puro, infalible y certero, y la realidad
mutable, cambiante, e impermanente. E intentar tomar una por la otra,
mezclarlas, hacerlas una, no tiene ningún sentido.
La montaña que vemos hoy, cuyo
concepto nos promete durabilidad y eternidad, puede que mañana haya
desaparecido. Y antes de que me lleve las manos a la cabeza debo darme cuenta
que el apoyarme en su concepto me ha hecho perderme su belleza, que fue única e
irrepetible.
Todo aquello a lo que llamo mi
vida puede que mañana haya desaparecido.
¿Será posible que pierda tiempo
echándole la culpa a los conceptos, como el gobierno, la economía, las leyes,
mis vecinos, la familia, los otros…?
¿No es mejor vivir la realidad
que perderse en los conceptos?
El cuerpo a través del que vivo
hoy puede que mañana haya desaparecido.
Hay toda una realidad llena de
belleza y mutabilidad ahí fuera por explorar.
No tengo nada más que decir.
Gracias a todos por leer estas
palabras.
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