Con este breve
ensayo se pretende dar una breve introducción al budismo. Se discutirá la
manera de percibir el mundo budista, las cuatro principales enseñanzas del
Buda, la visión budista del yo, la relación entre este yo y el mundo a través
de las diversas formas en que reacciona ante él, el camino budista, y la meta
final.
Las Tres Marcas de la Existencia
El budismo ha
sido descrito como una religión muy pragmática. No cae en la especulación
metafísica sobre las causas primeras, no hay teología, no existe adoración a
ninguna deidad y no se produce la deificación del Buda. El budismo tiene una
mirada muy directa a nuestra condición humana, nada se basa en una ilusión, en
absoluto. Todo lo que el Buda enseñó se basó en su propia observación de cómo
son las cosas y se puede verificar por nuestra propia experiencia.
Si nos fijamos
en nuestra vida, simplemente, de una manera directa, vemos que está marcada por
la frustración y el dolor. Esto se debe a que tratamos que nuestra relación con
los demás, “con el mundo de ahí fuera” se produzca de alguna manera concreta,
acorde con nuestros deseos. Por ejemplo, podríamos haber tenido una cena con
alguien a quien admiramos mucho, en la que todo ocurre a las mil maravillas. Al
llegar a casa más tarde comenzamos a fantasear acerca de todas las cosas que
podemos hacer con la nueva amistad, lugares que a los que podemos ir, etc, etc.
Tal vez, la
próxima vez que veamos a nuestro amigo, él (o ella) tiene un dolor de cabeza y
es brusco con nosotros. Nos sentimos desairados, heridos, todos nuestros planes
se nos han ido “a hacer puñetas”. No contábamos con que el "mundo
exterior" está en constante cambio, todo es impermanente, y es imposible
hacer una relación permanente con nada, en absoluto.
Si examinamos
la idea de la impermanencia de cerca y con honestidad, vemos que todo lo
penetra, todo está marcado por la ella. Podríamos postular un principio de
conciencia eterna, o un yo superior, pero si examinamos nuestra conciencia con
detenimiento veremos que se compone de eventos y procesos mentales temporales.
Veremos que nuestro "yo superior" es especulativo e imaginario. Hemos
inventado la idea de nosotros mismos para consolidar nuestra relación con los
demás, una vez más un mecanismo de control. Por ello nos sentimos inquietos y
ansiosos, incluso cuando deberíamos estar relajados. Es sólo cuando abandonamos
nuestros apegos que accederemos a sentir algún alivio.
Son estas tres
cosas: el dolor, la impermanencia y no-ego las que se conoce como las tres
marcas de la existencia.
Las Cuatro Nobles Verdades
En el primer
sermón que predicó el Buda después de su iluminación habló sobre las cuatro
nobles verdades. La primera noble verdad es que la vida es frustrante y dolorosa.
De hecho, si somos honestos con nosotros mismos, hay veces en que es
absolutamente miserable. Las cosas pueden estar bien con nosotros, en este
momento, pero, si miramos a nuestro alrededor, vemos a otras personas en las
condiciones más espantosas, niños muriendo de hambre, el terrorismo, el odio,
las guerras, la intolerancia, la gente siendo torturada. Sufrimos náuseas
cuando enfrentamos la situación del mundo, incluso en la forma más casual.
Nosotros mismos algún día envejeceremos, enfermaremos y acabaremos por fallecer.
No importa cuánto tratemos de evitarlo, algún día vamos a morir. A pesar de que
tratamos de no pensar en ello, la vida es un recordatorio constante de que es
cierto.
La segunda
noble verdad es que el sufrimiento tiene una causa. Sufrimos porque estamos
constantemente luchando por sobrevivir. Estamos constantemente tratando de
demostrar nuestra existencia. Podemos ser muy humildes y muy autocríticos, pero
incluso eso es un intento de definirnos a nosotros mismos. Cuanto más nos
esforzamos por defender nuestro ego o hacer que las relaciones funcionen de la
manera de nuestros deseos, más dolorosa llega a ser la experiencia.
La tercera
noble verdad es que la causa del sufrimiento puede terminar. Nuestra lucha por
sobrevivir, este esfuerzo por demostrar y solidificar nuestras relaciones es
innecesario. La relación entre nosotros, y el mundo puede llevarse bien con
bastante comodidad sin toda nuestra innecesaria postura. Sólo con ser una
persona sencilla y directa, podríamos formar una simple relación con nuestro
mundo, nuestro café, pareja y amigos. Hacemos esto al abandonar nuestras
expectativas acerca de lo que pensamos deberían ser las cosas.
Esta es la
cuarta noble verdad: el camino o ruta para poner fin a la causa del
sufrimiento. El tema central de este camino es la meditación. La meditación,
aquí, significa la práctica de la atención / conciencia. Practicamos ser
consciente de todas las cosas que usamos para torturarnos. Nos hacemos
conscientes de abandonar nuestras expectativas acerca de la manera en que
pensamos deberían ser las cosas y, fuera comenzamos a desarrollar la conciencia
sobre las cosas como realmente son. Empezamos a desarrollar la idea de que las
cosas son realmente muy simples, que podemos manejar nuestras relaciones con
facilidad tan pronto como dejamos de ser tan manipuladores y complejos.
Los Cinco Skandhas
La doctrina
budista del no-ego parece ser un poco confusa para los occidentales. Creo que
esto se debe a que hay una cierta confusión en cuanto a qué se entiende por el
ego. Yo, en el sentido budista, es muy diferente del ego freudiano. El ego
budista es una colección de sucesos mentales clasificados en cinco categorías,
denominadas skandhas, traducido libremente como agregados, o también como
“paquetes que se apilan”.
Si tuviéramos
que pedir prestada una expresión occidental, podríamos decir que "en el
principio" las cosas iban bastante bien. En algún momento, sin embargo, se
produjo una pérdida de confianza en el camino. Había una especie de pánico
primordial que produjo confusión sobre lo que estaba sucediendo. En lugar de
reconocer esta pérdida de confianza, hubo una identificación con el pánico y la
confusión. El Ego comenzó a formarse. Esto se conoce como la primera skandha, el skandha de la forma.
Después de la
identificación con la confusión, el ego comienza a explorar cómo se siente
acerca de la formación de esta experiencia. Si nos gusta la experiencia,
tratamos de aferrarnos y repetirla. Si nos disgusta, tratamos de alejarnos, o
destruir el objeto de la experiencia. Si nos sentimos neutrales al respecto,
simplemente lo dejamos pasar. La forma en que nos sentimos acerca de la
experiencia (que era el skandha de la forma), lo que intentamos hacer al
respecto es conocido como el skandha de
impulso o percepción.
La siguiente etapa es tratar de
identificar y etiquetar la experiencia. Si podemos ponerlo en una categoría,
podremos manipularlo mejor. Es lo que llamamos el skandha del concepto.
El paso final en el nacimiento
del ego, se llama el skandha de la
conciencia. En el Ego comienzan a agitarse pensamientos y emociones dando vueltas
y vueltas. Esto hace que el yo se sienta sólido y real. A esas “vueltas y
vueltas” se le llama samsara (literalmente “dar vueltas alrededor”).
La forma en que el ego se siente
acerca de su situación, que es el skandha
de la sensación, determina cuál de los seis reinos de la existencia crea
para sí mismo.
Los Seis Reinos de la existencia
Si el ego
decide que le gusta la situación, comienza a elucubrar todo tipo de formas de
poseer más de eso. Se plantea un ansia de consumir nuevamente la situación y
anhelamos satisfacer este deseo. Una vez que lo hacemos, el fantasma de ese
deseo desaparece y miramos a nuestro alrededor para encontrar algo más que
consumir. Nos metemos en el patrón habitual de llegar a ser orientado hacia el
consumismo. Tal vez obtenemos un juego para nuestro ordenador. Jugamos con él por
un tiempo, hasta que la novedad se desgasta, y luego miramos a nuestro
alrededor en busca de un nuevo software que tenga el resplandor mágico de no
ser poseído todavía. No habremos terminado de abrir el envoltorio del nuevo
paquete cuando comience a buscar el siguiente juego. Poseer el software y su
uso no parece ser tan importante como el hecho de quererlo, y ansiar su
llegada.
Esto se conoce
como el reino de los fantasmas
hambrientos donde hemos hecho del deseo una profesión. Nunca podremos
encontrar satisfacción, es como beber agua salada para saciar nuestra sed.
Otro ámbito es el reino animal, o tener la mente
como la de un animal. Aquí nos encontramos con la seguridad que nos da manejar
un mundo totalmente predecible. Sólo hacemos lo que ya conocemos y nos da
seguridad, nunca arriesgar en una oportunidad distinta y nunca mirar nuevas
posibilidades. El sólo pensar en nuevas posibilidades nos asusta y tratamos con
desprecio a cualquiera que sugiera algo innovador. Este reino se caracteriza
por la ignorancia. Sólo podemos mirar hacia adelante (hacia lo conocido), nunca
hacia la derecha o la izquierda.
El reino de los infiernos se caracteriza
por la agresión aguda. Se construye un muro de ira entre nosotros y nuestra
experiencia. Todo nos irrita, incluso la declaración más inocua e inocente nos
impulsa locos de furia. El calor de la ira se refleja en nosotros y nos envía
en un frenesí de escapar de nuestra tortura, que a su vez nos lleva a luchar
aún más y obtener aún más ira. Llega un momento que no sabemos si estamos
peleando con otra persona o nosotros mismos. Estamos tan ocupados en la lucha
que no podemos encontrar una alternativa distinta, la posibilidad ni siquiera
se nos ocurre.
Estos son los
tres reinos inferiores.
Uno de los
tres reinos superiores es llamado el
reino de los dioses celosos. Este patrón de existencia se caracteriza por la
paranoia aguda. Siempre estamos interesados en tener algo que hacer. Todo es
visto desde un punto de vista competitivo. Siempre estamos tratando de ganar
puntos, y de evitar que otros nos superen. Si alguien logra algo especial nos
volvemos decididos a tener que mejorarlo. Nunca confíes en nadie,
"sabemos" que están tratando de apuñalarnos por la espalda. Si
alguien trata de ayudarnos, tratamos de averiguar “qué está tramando”. Si
alguien no intenta ayudarnos, están siendo poco cooperativo e inmediatamente le
metemos en nuestra “lista negra”. "No te enfades, ¡aprovéchalo!", ése
es el lema.
En algún
momento podríamos oír hablar de espiritualidad. Podemos oír hablar de la
posibilidad de técnicas de meditación, importados de alguna religión oriental,
o mística occidental, que hará que pacificará nuestra mente y nos otorgará la
armonía universal. Comenzamos a meditar y llevar a cabo ciertos rituales y nos
vemos absorbidos por el espacio infinito y dichosos estados de existencia. Todo
brilla con luz y amor, nos convertimos en seres divinos. Nos henchimos de
orgullo por nuestros poderes divinos de la absorción meditativa. Incluso
podríamos habitar en el reino del espacio infinito donde rara vez surgen
pensamientos que nos molesten. Ignoramos todo lo que no confirme nuestra
divinidad. Hemos fabricado el reino de
los dioses, el más alto de los seis reinos de la existencia. El problema es
que lo hemos fabricado. Empezamos a relajarnos y perdemos la necesidad de
mantener nuestro estado exaltado. Finalmente, una pequeña astilla de duda se
produce. ¿Realmente lo hemos hecho? Al principio somos capaces de suavizar la
cuestión, pero al final la duda comienza a absorbernos. Enseguida empezamos a
luchar por recuperar nuestra confianza suprema. Tan pronto como empezamos a
luchar, volvemos a caer en los reinos inferiores y comenzar todo el proceso una
y otra vez, desde el reino de los dioses, al reino de los dioses celosos, al
reino animal al reino de los fantasmas hambrientos, al reino del infierno...
En algún
momento comenzamos a preguntarnos si no hay algún tipo de alternativa a nuestra
forma habitual de tratar con el mundo. Este es el reino de los humanos.
El reino
humano es el único en el que la liberación de los seis estados de existencia es
posible. El reino humano se caracteriza por la duda y la curiosidad y el anhelo
de algo mejor. No estamos tan absorbidos por las preocupaciones de todos los
consumidores de los otros estados del ser. Comenzamos a preguntarnos si es
posible relacionarse con el mundo como seres humanos simples, dignos.
El Sendero Óctuple
El camino a la
liberación de estos estados miserables de existencia, según lo enseñado por el
Buda, tiene ocho puntos y se conoce como el sendero óctuple. El primer punto se
denomina punto de vista correcto - la
manera correcta de ver el mundo. El punto de vista erróneo se produce cuando
imponemos nuestras expectativas sobre las cosas, las expectativas acerca de
cómo esperamos que las cosas vayan a ser, o acerca de cómo nos asusta lo que
las cosas podrían ser. El punto de vista correcto ocurre cuando vemos las cosas
simplemente como son. Es una actitud abierta y complaciente. Abandonamos la
esperanza y el miedo, y experimentamos la alegría de tener un enfoque directo y
simple sobre la vida.
El segundo
punto del camino se llama la recta
intención. Procede del punto anterior. Si somos capaces de abandonar
nuestras expectativas, nuestras esperanzas y temores, ya no tenemos que
manipular. No tenemos que tratar de estafar a las situaciones en nuestras
nociones preconcebidas de cómo debería ser. Trabajamos con lo que es. Nuestras intenciones son puras.
El tercer
aspecto de la ruta es la correcta palabra.
Una vez que nuestras intenciones son puras, ya no tiene de qué avergonzarse
nuestro discurso. Puesto que no estamos tratando de manipular a la gente, no
tienes que tener dudas acerca de lo que decimos, ni tampoco tenemos que tratar
de embellecer o exagerar nuestra manera de hablar con cualquier tipo de
confianza falsa. Decimos lo que hay que decir, muy simplemente, de una manera
genuina.
El cuarto
punto en el camino, la disciplina
correcta, implica una especie de renuncia. Tenemos que abandonar nuestra tendencia
a complicar los problemas. Practicamos la simplicidad. Tratamos de forma simple
y directa la relación con nuestra alimentación, nuestro trabajo, nuestra casa y
nuestra familia. Renunciamos a todas las complicaciones innecesarias y frívolas
que por lo general tratan de nublar nuestras relaciones con el mundo.
Modo de vida correcto es el quinto paso
en el camino. Es natural y correcto el hecho de que debemos ganarnos la vida. A
menudo, muchos de nosotros no disfrutamos especialmente nuestro trabajo. No
podemos esperar a llegar a casa del trabajo y sufrimos la cantidad de tiempo
que nuestro trabajo nos aparta de nuestro disfrute de la “buena vida”. Tal vez,
deseamos tener un trabajo más glamuroso. Sentimos que nuestro trabajo en una
fábrica o en la oficina no está en consonancia con la imagen que queremos
proyectar. La verdad es que deberíamos estar contentos de trabajar, sea en lo
que sea. Tenemos que realizarlo de manera adecuada, con atención a los
detalles.
El sexto
aspecto de la ruta es el esfuerzo
correcto. Esfuerzo equivocado es la lucha. A menudo nos acercamos una
disciplina espiritual como si tuviésemos que conquistar nuestro lado malo y
promover nuestro lado bueno. Estamos atrapados en un combate con nosotros
mismos y tenemos que eliminar la más mínima tendencia negativa. El esfuerzo
correcto no implica lucha en absoluto. Cuando vemos las cosas como son, podemos
trabajar con ello suavemente y sin ningún tipo de agresión.
La atención correcta, el séptimo paso,
implica precisión y claridad. Somos conscientes de los más pequeños detalles de
nuestra experiencia. Somos conscientes de nuestra forma de hablar, la forma en
que realizamos nuestro trabajo, nuestra postura, nuestra actitud hacia nuestros
amigos y familiares, en definitiva de cada detalle.
La concentración correcta o absorción es el
octavo punto de la ruta. Por lo general, somos absorbidos por las distracciones.
Nuestras mentes están cautivadas por todo tipo de entretenimiento y
especulación. Concentración correcta significa que estamos completamente
absorbido en el ahora, en las cosas como son. Esto sólo puede suceder si
tenemos algún tipo de disciplina, como la meditación sentada. Incluso podríamos
decir que sin la disciplina de la meditación sentada, no podemos caminar por el
sendero óctuple en absoluto. Proporciona un espacio o hueco en nuestra
preocupación por nosotros mismos.
La Meta
La mayoría de
la gente ha oído hablar del nirvana. Se ha convertido en sinónimo de una
especie de versión oriental del cielo. En realidad, nirvana significa
simplemente dejar de sufrir. Es el cese de la pasión, la agresión y la
ignorancia, y el cese de la lucha para demostrar nuestra existencia al mundo,
para sobrevivir. No tenemos que luchar para sobrevivir después de todo. Ya hemos
sobrevivido. Sobrevivimos ahora, la lucha era sólo una complicación extra que
hemos añadido a nuestras vidas porque habíamos perdido nuestra confianza en las
cosas como son. Ya no es necesario manipular las cosas para producir
como nos gustaría que fueran.
Por Mark Butler.
Traducido al español por el Rev. Fa Shàn Shakya OHY
3 comentarios:
Estoy muy agradecida por este escrito. Me ha ayudado mucho a enterder las bases del budismo. Necesitava un esquema clarificador, y este para empezar a estudiar y practicar me ha servido mucho. Gracias. Sonia
Muchas gracias por este escrito. Necesitave un esquema clarificador de las bases del budismo, y este me sirve para empezar a estudiar y practicar. Gracias
Estoy muy agradecida por este escrito. Me ha ayudado mucho a enterder las bases del budismo. Necesitava un esquema clarificador, y este para empezar a estudiar y practicar me ha servido mucho. Gracias. Sonia
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