Hola a todos:
Ya aterricé anoche y hoy he vuelto a la normalidad. Qué rápido ha pasado todo.
Corrí por la ciudad museo y terminé la carrera. Me sentí muy bien, por supuesto, pero sobre todo me he sentido enormemente agradecida.
Dí las gracias a todos aquéllos que intervinieron, a los que me propusieron la idea, a quienes me convencieron de ser capaz, a los que me acompañaron en los entrenamientos. Sobre todo a uno, él bien sabe la importancia que le doy, lo agradecida que le estoy y que durante toda la carrera le sentí presente, sabiendo que si cruzaba la meta era en buena medida gracias a él.
De la carrera os contaré que, trás llegar de madrugada al hotel y dormir apenas tres horas, fuimos al punto de salida, un monte cercano a Florencia, donde se comienza el descenso a la ciudad, atravesando un puente sobre el río Arno.
No llovía, diluviaba, y el frío era intenso, pero apenas en tres kilómetros, el cielo decidió no torturarnos más, y aunque no llegamos a ver brillar el sol, por lo menos no nos mojaba la lluvia.
Destacar la amabilidad de la gente, el entusiasmo de un pueblo entero volcado animándonos. La simpatía, la alegría que nos transmitían, nos ayudaban a correr.
Y esa ciudad, de la que decir que es un museo es quedarse corto... Las ciudades antiguas, las que tienen solera, las monumentales, aumentan su belleza con la lluvia, y aunque correr entre adoquines y charcos resulte incómodo, su belleza te transporta durante kilómetros a otros mundos o a otras dimensiones de este.
Las sensaciones vividas durante la carrera no las puedo describir, no soy capaz. Tan solo puedo decir que, además de muy emocionada, me sentí muy agradecida de haber tenido la oportunidad de vivir esa experiencia.
Ahora puedo decir que soy maratoniana, porque crucé una meta, pero sólo es eso y nada mas. No soy distinta del viernes pasado, tal vez sólo me diferencie un kilo menos y un sinfín de agujetas, eso es todo.
Durante las casi cuatro horas y media que duró aquéllo, pasaron por mi mente mil ideas, por mi cuerpo mil sensaciones, algunas muy buenas y de otras prefiero no acordarme (me dolían las piernas, los tobillos, hasta los brazos)
Pero al fin y al cabo, el dolor es físico y soportable, así que pesa mucho más lo que recibes.
Sientes toda la energía de tu interior, la que has ido acumulando gracias a tus amigos, a la gente que te quiere y hasta la de quienes te sonríen y animan aunque no los hayas visto nunca antes.
A ratos escuchaba mi interior, el ritmo de mi respiración, la cadencia del corazón.
A ratos me dejaba envolver por el exterior.
Miraba los desgastados adoquines y pensaba cuanto podrían hablar, cuantas cosas habrán presenciado.
Pensaba en las mil historias que los muros y fachadas guardarían en su memoria.
Intentaba adivinar cómo habrían surgido en la imaginación de arquitectos, ingenieros y escultores, el puente Vecchio, el Duomo... y cómo de un trozo de mármol surgirían increíbles figuras que adornaban la ciudad.
Y así, zancada tras zancada, cada vez mas cortas, fui recorriendo kilómetros cada vez mas largos, y llegué a la meta.
Y lloré. Lloré de alegría, lloré de emoción... y no fui la única.
Y como decía al principio, me sentí muy agradecida, a todos los que me animaron y apoyaron y agradecida a la vida, por permitirme vivir esta experiencia.
Muchísimos besos a todos.
PD: Después de la carrera y hasta regresar ayer, tuve tiempo de recorrer detenidamente algunas de sus calles y tratar con sus gentes.
Me entusiasmó Florencia. Es indescriptible. Mil gracias
2 comentarios:
Te Felicito Mariola ...es importante llegar a la meta ... hasta aqui se siente tu alegria.Disfruta de tu momento ... Te dejo Un Beso. Silvi.
MUchas felicidades y gracias por compartir esta vivencia, me encanta tu blog te seguire de cerca...un besazo.
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