domingo, 31 de agosto de 2008

Deseos y conflictos.

Un saludo a todos desde el corazón.
La sociedad humana está corrompida. Su error, es el haber fijado la meta de su felicidad en los objetos externos. Hemos provocado durante nuestra evolución una escalada tecnológica en pós de la medicina, la economía, los placeres.
Todo fuera, nada dentro.
Y ya sabemos a dónde nos ha llevado todo eso.
Vivimos la realidad a través de nuestros sentidos, dependemos de ellos para entrar en contacto. Ese contacto provoca a su vez una reacción corporal en forma de sentimientos o emociones, y una mental en forma de recuerdo en la memoria de la persona. El problema comienza cuando surge el deseo de repetir una experiencia que ha sido placentera. Tenemos guardado el recuerdo de algo y queremos repetirlo.
Surge el deseo.
Lo mismo ocurre con las experiencias dolorosas. La memoria nos devuelve el deseo de no repetir la experiencia, provocando todo tipo de sentimientos molestos.
Si tenemos la posibilidad de repetir estas experiencias de placer llegamos a apegarnos a ellas. Se convierten en una prioridad para nuestra vida.
¿Por qué una prioridad? Porque como ya nos dieron placer una vez, pensamos que lo harán sucesivamente una y otra vez. Aunque luego de hecho esto no sea así. Todos estos objetos de deseo, mentales o físicos, son impermanentes, mutables. Cada experiencia depende de demasiados factores que se conjugaron una única vez. Pero esto no lo vemos y pretendemos volver una y otra vez, como si repitiésemos una grabación de video compulsivamente.
Puede que, con el tiempo, nos demos cuenta de que ese objeto (por aburrimiento o por fracaso) no nos proporciona ya el placer pretendido. Inmediatamente buscamos en la memoria otro objeto, porque no sabemos vivir de otra forma.
Esto no ocurre con un solo objeto a la vez. Vivimos en una confusión gigantesca entre los objetos que procuramos y los que evitamos. Una maraña que nos envuelve como una niebla espesa, y a la que llamamos YO. Creamos un personaje lleno de necesidades, nos identificamos con él. Le defendemos cueste lo que cueste.
El conflicto va a surgir inmediatamente, porque las expectativas de este "yo" son totalmente irreales. Todo él está construído dentro de un error monumental y está abocado al fracaso. Va a chocar con una realidad que no tiene nada que ver con lo que desea y pretende. Y de este conflicto, de lo que es en realidad con lo que quiere ser, surgen las corrupciones, el odio, la codicia, y todo eso.
¿Qué puedo hacer para solucionar este conflicto?
Las religiones se han esforzado en decirme que sea bueno, que nos amemos los unos a los otros. Si pasa a nuestro lado una mujer hermosa giramos la cabeza al otro lado con desdén mientras el deseo arde en nuestro interior.
Ya conocemos los casos de sacerdotes de todas las religiones, de santones, y demás que van proclamando la renunciación, cuando al final ellos mismos son el ejemplo de todo lo contrario. ¿Por qué? Quizá porque no han entendido el problema realmente. Forzándome no voy a conseguir cambiar. Puede que por fuera sea un santo, pero por dentro mis deseos surgen y me queman. Sólo cuando entiendo mis deseos totalmente, cuando sé certeramente a dónde me llevarán, entoces sólo ahí será cuando pueda no-dominarlos. Porque la dominación provoca más conflicto, ira, codicia, agresividad, y demás. Sólo iluminando con la luz del saber mis deseos puedo sonreírles.
Así podré ver una mujer hermosa, y ¿por qué no? disfrutar de su visión durante ése segundo de contacto. Pero nada más. Sin deseo posterior que surga arbitrariamente. Sin falsas expectativas. Y sin deseo no surge el apego. Y sin apego ¿dónde está el YO? Y sin "Yo" que defender no hay conflicto.
Sin conflicto, y aquí reside mi esperanza, porque mi mente todavía está llena de deseos y apegos, pueda surgir la paz y la felicidad en este planeta.
Nuestra supervivencia depende de ello.
Gracias a todos por estar ahí fuera.

lunes, 25 de agosto de 2008

El árbol del koala

Hola a todos:
Hace pocos meses, seis o siete mas o menos, conocí a alguien muy especial, con mucha experiencia de vida para su edad, con ideas muy claras y con un inmenso corazón., un alguien especial que me hace pensar muchas cosas, con quien en poco tiempo he mantenido largas conversaciones que me han inspirado varias de las entradas que aquí he escrito.
Por razones que no viene al caso exponer, hace poco estrenó piso después de pasar varios meses en un lugar que no era el suyo. Estaba deseando volver a sentir la tranquilidad que te da tu sitio, tu entorno. Ordenar sus cosas, su vida.
Para todos es importante tener un lugar que sientas tu casa, tu refugio. Y no hablo de nada material, aunque a algunas cosas les hayas cogido verdadero cariño. Intentaré explicarme con más detalle.
Ya hemos hablado alguna vez en este blog de que no somos entes individuales, todos estamos relacionados, vinculados, intercambiando de forma constante energía e incluso materia. Me duele el sufrimiento ajeno, me alegra la felicidad de los demás, se contagia el estado de ánimo, estamos en plenitud al compartir…
Incluso para aquéllas personas, como mi amigo, para quienes las cosas materiales son sólo cosas, prescindibles, sustituíbles, todos precisamos ese entorno seguro y propio, nuestra casa, nuestro refugio, aunque constantemente lo abramos y compartamos con nuestros seres cercanos.
Quién no ha regresado alguna vez de un maravilloso viaje y al abrir la puerta de su casa ha exclamado MI CASA!!!! Como E.T., pero sin el dedo rojo. Creo que todos.
Ese refugio que es nuestro hogar, puede ser un habitáculo de veinte metros, oscuro y casi sin muebles, da igual porque es el nuestro. Es el lugar dónde guardamos en una caja las fotos, los viejos libros que siempre nos acompañaron, el jersey de mas de 20 años que nos negamos a jubilar, la almohada a la que tantas cosas hemos contado.
Ese refugio es ese espacio, nuestro espacio, ese que reclamamos como propio y al que nos retiramos cuando algo nos entristece para llorar a solas. Es el lugar donde hallamos esa paz, que a veces parece resistirse y que allí parecemos encontrarla con mayor facilidad.
Y lo que me pregunto es… si no somos individuales, si todos estamos relacionados… por qué esa necesidad del propio espacio? Si como dijo Jhon Donne “ nadie es una isla completo en sí mismo…” por qué esa necesidad de aislarnos?
Lo que no voy a contar es por qué esta entrada lleva este título, sólo diré que es una especie de homenaje a alguien realmente especial.
Muchísimos besos a todos.

viernes, 22 de agosto de 2008

La vía de la felicidad

Un saludo a todos desde el corazón.
Siguiendo en la línea iniciada con el análisis de la mente, hoy me hago una pregunta diferente, y al mismo tiempo muy relacionada: ¿Dónde reside la felicidad?
Todos los seres sintientes nos movemos a favor de la felicidad y en contra del sufrimiento cada instante de nuestra vida.
Posiblemente tendremos infinitas respuestas, como gustos tiene la gente. Nos dirán que en la salud, el dinero, el amor, la fama, el poder, y algunos más refinados que en la sonrisa de un niño, o en el horizonte teñido del atardecer.
¿Dónde reside la felicidad?
Para poder responder de forma seria tengo que ser consciente que todo aquello que puede ser obtenido es siempre debido a sus causas, por lo que la pregunta más correcta debe ser: ¿cuáles son las causas de la felicidad?
Todo aquello que he enumerado, como el dinero, la salud o el sexo, no son causas de felicidad. Nosotros creemos que sí, ahí reside nuestro error. Todo aquello que pueda ser causa de felicidad, debería serlo siempre y no temporalmente. Podemos creer en el concepto de una felicidad temporal, pero eso no me sirve. Investigo si puedo encontrar una felicidad duradera e imperecedera. Así que el dinero va y viene, y una vez obtenido ya sabemos que no da la felicidad. Casi siempre da más problemas que los que soluciona.
La salud, bueno, eso es otro concepto, otro engaño. Nuestro cuerpo cambia constantemente y se desgasta a su vez cada segundo que pasa. La salud es una guerra que tenemos perdida. No digo que no haya que cuidarse, todo lo contrario. Pero más tarde o más temprano nos enfrentaremos a la pérdida de nuestra salud. Es ley natural de vida. Y de muerte. Hay que mantenernos lo más sanos que podamos, y llenar de calidad nuestra vida. Pero sin perder de vista el horizonte. No seremos jóvenes para siempre.
La sonrisa de un niño... ojalá y fuera una causa de felicidad duradera. No habría sufrimiento en el mundo.
Y así podríamos ir una por una desmontando cada respuesta. Pero no merece la pena perder más tiempo en eso.
Simplificando, lo que tienen todas en común es que son objetos externos.
¿Qué es la felicidad? Es un estado mental. Está creado y mantenido en la mente. Nada más. Podemos seguir engañándonos buscándola fuera de nosotros. Gastaremos toda la vida para conseguir si acaso un estado de adormecimiento salpicado con algunos efímeros momentos de placer, a los que llamamos felicidad, y mucho sufrimiento.
Pero también podemos seguir la otra vía. Estudiar nuestra mente. Ver cómo funciona, cómo juega con nosotros.
Eso, exactamente, es lo que estamos haciendo.
Proximamente veremos que es ése ego que tanto nos gusta defender.
Gracias a todos por estar ahí fuera.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Mi mente no es un ordenador

Hola a todos de nuevo:
He estado de vacaciones, dedicando mi tiempo a diversas actividades que poco o ningún tiempo me dejaron para escribir aquí.
Sé que entro un poco tarde al debate, que todo o casi todo está dicho, pero quisiera aportar mi granito de arena, mi opinión.
Uno de los recuerdos más nítidos de mi niñez es mi madre diciéndonos a mis hermanos y a mí, que pensáramos antes de hacer las cosas. Somos cinco hermanos, yo ocupo el segundo lugar, y los cuatro primeros somos muy seguidos, nacimos en un intervalo inferior a los cuatro años, así que es fácil imaginar que éramos bastante cabras y tenía bastante sentido esa frase de mi madre, harta de tanto susto después de las locuras que se nos ocurrían.
Pero ahora intentando definir qué es pensar, me viene a la cabeza aquélla frase suya porque cuando tienes cinco años y te planteas pensar antes de hacer algo, pensar en futuro, cómo lo haces?
Memoria…, imaginación… aún no distingues con nitidez los límites entre la realidad y la fantasía…ummm, me quedo sin lugar a dudas con la memoria, compuesta de nuestra vasta experiencia de una larga vida de… cinco años?? Y muuuchos consejos recibidos, en forma de diálogo o de amenaza (si saltas del árbol te vas a romper una pierna).
Porque cuando tienes cinco años y te piden que pienses las consecuencias que se pueden derivar de tus acciones, como por ejemplo saltar de un árbol, pocos conocimientos tienes ni de la fuerza de la gravedad ni de anatomía, (que en definitiva también serían memoria) con lo que sólo te queda recordar la amenaza de fractura que un día escuchaste.
Pensar debe ser intentar descubrir la verdad del mundo que nos rodea, sí, tal vez sea eso, aunque con razón decía creo que fue Pepito Grillo, que la verdadera esencia de las cosas es aquélla percepción que de las mismas tenemos, asumiendo claro está que esa percepción es tan variable como nuestro estado de ánimo, nuestra lucidez, etc, etc.
Pensar es aplicar las reglas de la lógica al mundo que nos rodea, o a lo que de ese mundo percibimos, pero debemos recordar que tanto sus premisas como las consecuencias que de las mismas derivamos provienen de nuestro almacén de memoria, y que dicho almacén no ordena por igual sus conocimientos y recuerdos, sino que los cataloga según en un pasado cercano o lejano, de forma consciente o inconsciente, fueron recibidos como gratos o ingratos.
Pero hay algo más. No somos un ordenador, ni me gustaría serlo. La mente no funciona con independencia del corazón, me explico. El género humano está en constante búsqueda de la felicidad. Unos la buscan fuera de sí mismos, otros en su interior, pero todos, absolutamente todos, la deseamos, la pretendemos. Y en esa búsqueda perenne clasificamos cada vivencia, cada imagen, cada sonido, olor o contacto, a cada persona, situación o paisaje, según nos haya aportado felicidad o sufrimiento, y así quedan guardadas en nuestra memoria. En resumen, se almacenan con un componente emocional que sirve para su final clasificación.
Puede que esas experiencias, propias e incluso ajenas, si alcanzan un determinado calibre, conformen las que Luis Miguel llamó formaciones mentales o prejuicios, y seguro que también son la base de nuestros miedos y en definitiva de todas nuestras limitaciones, que no son otra cosa que cerrar nuestra mente a esa parte del mundo que, equivocadamente, nos negamos a percibir y consecuentemente, disfrutar.
Todo esto que os cuento, en definitiva lo que pienso, podría acercarse a una definición si no tuviera la certeza de que mi mente tiene vida propia, y conoce el mando que activa el piloto automático, y cuando funciona así pierdo la conciencia de todo lo que sé y siento, y percibo lo que ella quiere transmitirme. Menos mal que, con el paso de los años, detecto ese piloto automático, lo desconecto, borro cuanto me hace llegar, y después de serenarme me digo: otro engaño de la mente, no creas todo lo que te cuenta.
Muchísimos besos a todos.

martes, 19 de agosto de 2008

¿Qué es el pensar? - 3ª parte

Un saludo a todos desde el corazón.
¡Avanzamos!
Tenemos estímulos, de todo tipo, y tenemos respuestas, que siempre provienen de la memoria. Recordando el comentario de nuestra querida María, los bebés todavía no poseen suficiente memoria, por lo que apenas pueden interpretar los estímulos que reciben, y claro está, dar una respuesta discriminatoria. Si tienen frío, lloran. Si tienen hambre, lloran. (Esto los que somos padres lo sabemos muy, pero que muy bien).
Conforme avanzamos en la vida, aprendemos a interpretar los estímulos, a catalogarlos, así como las respuestas. Todo esto, que es muy simple en realidad, parece complicarse infinitamente en virtud de la cantidad de estímulos y de respuestas posibles, tal y como apuntaba Pepito Grillo, y es muy fácil perderse en ese camino.
Además, los pensamientos en sí mismos, también pueden servir como estímulo y provocar nuevos pensamientos. ¿O no? Vamos a poner un ejemplo:
Estoy comprando en un centro comercial y veo de lejos a un compañero de trabajo. Apenas doy importancia a este hecho, pero el estímulo que recibo al verle provoca una respuesta de mi memoria. Recuerdo instantáneamente una conversación sobre su persona en la que me avisaban que iban a despedirle por reajuste de personal. Este recuerdo además provoca en mi cuerpo una sensación de desasosiego y otra respuesta de la memoria: a mi tío dándome una lección, cuando era muy pequeño, de lo que eran las personas perdedoras. Esto no hace más que provocarme aún más ansiedad, y miedo. Nuevo estímulo y nueva respuesta. Ahora me pregunto si no me despedirán a mí también. Mi memoria me regala con otros casos parecidos, y, basándome siempre en recuerdos de otras personas que conocí que perdieron su empleo, comienzo a aplicar esta pesadilla en mi persona... ¿Y si esto? ¿Y si lo otro?
¡En cuestión de milisegundos surge todo este embrollo!
Además esta cascada de pensamientos no siempre ocurre conscientemente. Simplemente ocurre, y apenas me doy cuenta, la mayoría de las veces, de que estaba bien, ¡hasta me apetecía ir al centro comercial!, pero me siento abatido, de mal humor. Quiero irme a casa.
Estoy sufriendo.
No estoy teorizando, estoy viendo el hecho. Estoy alerta, no quiero funcionar en piloto automático y que todos estos recuerdos y sensaciones puedan hacer de mí lo que quieran. Y así compruebo como surgen, como crecen, como se perpetuán, y la cantidad de emociones y sensaciones que provocan en mi cuerpo.
¡Un paso más!
Vamos a complicar el esquema un poco más. Sólo un poco.
Determinados estímulos, debido a su fuerza emocional, provocan una respuesta potente. Y esta conexión, digamos que queda grabada, de forma que estímulos parecidos den la misma respuesta.
Esa es la base de la creación de los prejuicios, aunque a mi me gusta más llamarles formaciones mentales. Pongamos el ejemplo del fútbol. Me gusta un determinado equipo, me emociona, provoca en mi mente toda una serie de sensaciones. Pero... ¿cómo se produjo esta formación mental? Quizá fue alguien en mi infancia, alguien a quien quería, respetaba, adoraba, y no ponía en tela de juicio jamás. Quizá sucedió otra cosa, pero siempre hubo un estímulo inicial.
Ahí empezó un grave problema. Porque las formaciones mentales suelen acarrear un error de juicio de nuestra parte, un fallo en la percepción. Y es que nos identificamos con ellas. Esta identificación, siguiendo con el ejemplo del fútbol, provoca que si alguien insultase a mi equipo, es como si me insultase a mí mismo. Dicho de otra manera, el estímulo de ese insulto se interpretará como una agresión grave ¡que compromete nuestra supervivencia!.
Ya hemos visto en las noticias los problemas y reacciones que todo esto provoca.
¡Sólo se trata de una formación mental! Y nosotros reaccionamos como si estuvieran agrediendo a nuestro propio cuerpo.
Dicen que Jesucristo estaba viendo una final del mundial entre Francia e Italia. Marcó Francia y Jesús se levantó emocionado "goool". Minutos más tarde fue Italia quien avanzó el marcador. "Goool", nuevamente disfrutó emocionado. Un señor que estaba sentado a su lado le dijo: "¿a qué equipo pertenece usted?"
"A ninguno en especial", respondió amigablemente, "simplemente disfruto de un buen partido de fútbol".
"¿Qué te ha dicho?", cuchicheó la esposa del tal señor, una vez éste se sentó nuevamente.
"Nada. Es un ateo".
Gracias a todos por estar ahí fuera.

domingo, 17 de agosto de 2008

¿Qué es el pensar? - 2ª Parte

Un saludo a todos desde el corazón.
¡Fantástico!
Gracias de antemano a los siete participantes, hasta el momento, en este "debate" que iniciamos sobre el pensamiento, sobre el acto de pensar.
Antes de nada, os hubiera pedido que dejaseis atrás todos los prejuicios, las religiones, y las creencias. Pero soy consciente de la dificultad de mi pedido. Iremos caminando paso a paso. Intentando arrojar luz sobre este tema apasionante.
Comencemos por el principio.
Resumiendo un poco vuestra participación, creo que han surgido estas diferentes cuestiones:
1- La existencia (o no) de pensamientos voluntarios e involuntarios.
2- El pensamiento como interpretación de un factor externo a la persona.
3-El pensar como un movimiento de la mente diferente al sentir, o al percibir. Hay pensamientos malos y buenos (en cuanto a su capacidad de provocar sufrimiento).
4- ¿Es el pensamiento un acto diferente del lenguaje hablado?
5- Pensar es comparar.
6- Pensar es comparar, como en el supuesto anterior, pero en base a comprobar enunciados pre-establecidos.
7- El ego y el pensar entidades relacionadas, iguales o dependientes.
¿Me he dejado algo atrás?
En este momento considero que nada sé sobre el pensamiento. Quiero averiguarlo por mí mismo. Quiero saber hasta donde puedo llegar. Esta actitud es muy importante. No quiero comprobar si mis creencias son correctas. Si poseo la verdad. Lo primero es admitir que nada sé.
Puede que tenga muchos conocimientos. Pero, sinceramente, esos conocimientos no son míos. Me los dieron, ya fuese un maestro, un sacerdote, o un libro sagrado. Me dijeron:"esto es así" y puede que lo creyera. Puede que haya hecho de esos conocimientos una bandera. Pero creo que no estamos aquí para demostrar nada de eso.
Por eso, lo primero, es admitir que nada sé.
Y ahora nos preguntamos, ¿qué es el pensar?
Cuando alguien te pregunta "¿Cómo te llamas?", tu nombre aparece en tus labios de inmediato. ¿De dónde surge la respuesta? Creo que hasta aquí todos estaremos de acuerdo, que de la memoria.
¿Y qué es la memoria? Pues el conjunto de TODO lo que nos atañe a cada uno como persona: recuerdos, experiencias, creencias... TODO lo que ha sucedido desde el nacimiento hasta este preciso momento.
Osea, que tenemos un estímulo, la pregunta, que ha provocado una reacción en la memoria. En este caso de respuesta rápida.
Ahora imaginemos otra pregunta. ¿Cuántos kilómetros hay entre Madrid y París?
Ahora es posible que la mayoría dudemos unos instantes antes de responder. De nuevo la memoria se pone en marcha. Quizá sepamos exactamente la respuesta. Quizá ésta sea interpretada, aproximada, ¿verdad?.
De nuevo un estímulo estimula la memoria. Busca una respuesta y si no la tiene de inmediato, la busca. Hasta con inexactitud quiere siempre responder.
Entonces, quizá, y empezando por el primer punto, haya tantos pensamientos como estímulos se puedan recibir. Hay estímulos de los que somos totalmente conscientes, como una pregunta directa, y otros que aparentemente nos pueden pasar desapercibidos. Pero siempre provocan una respuesta en nuestra memoria.
¿Es esto así? No respondáis según lo que creáis o no. Dejemos la memoria a un lado. Investiguemos seriamente.
Estoy dando un paseo, disfrutando, y de repente salta el pensamiento: "tienes esta tarea aún por cumplir". ¿De dónde vino este pensamiento? ¿Apareció espontáneamente o surgió debido a un estímulo del que no me he dado cuenta en un principio?
Esto además me lleva a otra pregunta: ¿Los pensamientos pueden ser estímulo para provocar otros pensamientos?
¡Ánimo y pasión en las investigaciones!
Gracias a todos por estar ahí fuera, ya sea participando activamente o leyendo nuestras cavilaciones.

miércoles, 13 de agosto de 2008

¿Qué es el pensar?

Un saludo a todos desde el corazón.
Espero que, al menos la mayoría, estéis disfrutando del merecido descanso vacacional.
Por mi parte, vacaciones, lo que se dice vacaciones, pocas. Pero cambios, experiencias, y situaciones que merecen la pena vivir, y sufrir, muchas.
¡Tantas que no sé por dónde empezar!
Comenzaré, si me lo permitís, exponiendo una simple pregunta.
¿Qué es el pensar?
No respondáis rápido. Lo primero que os pase por la cabeza no es válido porque no se trata de un juego de preguntas y respuestas.
Reflexionad, investigad. Cuando tenga por lo menos tres respuestas diferentes comenzará el debate.
¿Qué es el pensar?
¡Vamos allá!
Gracias a todos por estar ahí fuera, aguantando mis excentricidades.