lunes, 28 de julio de 2008

El arte de la espada.

Un saludo a todos de todo corazón.
Hoy os traigo una antigua historia japonesa. Decía más o menos así:
Matajuro Yagyu, hijo de un célebre Maestro del sable, fue renegado por su padre quien creía que el trabajo de su hijo era demasiado mediocre para poder hacer de él un Maestro. Matajuro, que a pesar de todo había decidido convertirse en Maestro de sable, partió hacia el monte Futara para encontrar al célebre Maestro Banzo. Pero Banzo confirmó el juicio de su padre:
- No reunes las condiciones.
- ¿Cuántos años me costará llegar a ser Maestro si trabajo duro? - insistió el joven.
- El resto de tu vida - respondió Banzo.
- No puedo esperar tanto tiempo. Estoy dispuesto a soportarlo todo para seguir su enseñanza. ¿Cuánto tiempo me llevará si trabajo como servidor suyo en cuerpo y alma?
- ¡Oh, tal vez diez años!
- Pero usted sabe que mi padre se está haciendo viejo, pronto tendré que cuidar de él. ¿Cuántos años hay que contar si trabajo más intensamente?
- ¡Oh, tal vez treinta años!
- ¡Usted se burla de mí. Antes eran diez, ahora treinta. Créame, haré todo lo que haya que hacer para dominar este arte en el menor tiempo posible!
- ¡Bien, en ese caso, se tendrá que quedar usted sesenta años conmigo! Un hombre que quiere obtener resultados tan deprisa no avanzará rápidamente - explicó Banzo.
- Muy bien - declaró Matajuro, comprendiendo por fin que le reprochaba su impaciencia - acepto ser su servidor.
El Maestro le pidió a Matajuro que no hablara más de esgrima, ni que tocara un sable, sino que lo sirviera, le preparara la comida, le arreglara su habitación, que se ocupara del jardín, y todo esto sin decir una palabra sobre el sable. Ni siquiera estaba autorizado a observar el entrenamiento de los demás alumnos.
Pasaron tres años. Matajuro trabajaba aún. A menudo pensaba en su triste suerte, él, que aún no había tenido la posibilidad de estudiar el arte al que había decidido consagrar su vida.
Sin embargo, un día, cuando hacía las faenas de la casa, rumiando sus tristes pensamientos, Banzo se deslizó detrás de él en silencio y le dio un terrible bastonazo con el sable de madera (boken). Al día siguiente, cuando Matajuro preparaba el arroz, el Maestro le atacó de nuevo de una manera completamente inesperada. A partir de ese día, Matajuro tuvo que defenderse, día y noche, contra los ataques por sorpresa de Banzo.
Debía estar en guardia a cada instante, siempre plenamente despierto, para no probar el sable del Maestro. Aprendió tan rápidamente que su concentración, su rapidez y una especie de sexto sentido, le permitieron muy pronto evitar los ataques de Banzo, el Maestro le anunció que ya no tenía nada más que enseñarle.
¡Qué historia más reveladora!, ¿verdad?
Una vez más el viejo lema de: no pienses, ¡actúa! Cuanto más te preocupes, cuanto más esfuerzo mental quieras poner a las cosas, más se complicarán. Al igual que Matajuro, cuanto más trabajo quieras invertir, sobretodo trabajo mental, más tiempo tardarás, serás menos resolutivo.
Examina la sensación de desasosiego que te embarga cuando tienes que hacer alguna tarea que te disgusta. Comprueba como pierdes el tiempo dándole vueltas, examinando las maneras, planificando una estrategia que muchas veces nunca llega a buen puerto, ¡Mucho cuidado!, que no te estoy pidiendo que nuevamente pierdas el tiempo en cavilaciones. Sólo me gustaría que permanezcas consciente del momento en que el desasosiego hace su aparición. Sé tu propio testigo. Observáte pensando, imaginando... y ¡corta todo ese ruido de fondo de raíz!
Lánzate al trabajo, a la tarea que tienes que te toca y no pienses tanto. Mejor, no pienses nada.
Al final, ¿que enseñanza le impartió el Maestro Banzo? Creo que no perdió el tiempo en grandes disertaciones sobre el arte de la espada, sobre los tipos y formas de hoja, sobre las mejores estrategias, posturas y katas...
¡Paparruchas!
El Maestro, y éste Banzo debió ser un maestro de verdad, dejó la mente a un lado, y le ofreció el arte, directo y puro. Atacar y defenderse, ese era todo el misterio. Nadie hablaba, sólo un fugaz e intenso intercambio de golpes.
¡Qué historia más reveladora!
Gracias a todos por estar ahí fuera.

martes, 22 de julio de 2008

El junco de bambú y otros tipos de mente.


Un saludo a todos de todo corazón.
El otro día, en mi trabajo, sucedió algo desagradable. Poco tiempo después, durante el almuerzo, alguien me dijo: "No sé como puedes comer tan alegremente, y seguir bromeando, después de lo que pasó".
Ese comentario me recordó una antigua enseñanza zen que, si me lo permitís, me gustaría recordar. Seguro que puede ser de alguna utilidad.
Cuando el alumno preguntó cuales serían los beneficios de la práctica espiritual, el maestro le contestó que podría obtener tres estados mentales. Los denominó mente perdida, pura y esclarecida.
Ya que he empezado hablando de mi almuerzo en el hospital, pondré unos ejemplos parecidos para explicar esos tres estados.
Os encontráis comiendo en un restaurante. La compañía es excelente, la comida una delicia. Es todo tan placentero que os habéis olvidado de vosotros mismos, y sólo existe el deleite. Entonces, de repente, entra un tipo pistola en mano, se pone frente a vuestra mesa, y apuntando con mano temblorosa grita: "¡Dame todo el dinero!".
Puede que en ese momento os entre el pánico. Vuestra mente presa del miedo busca una salida. "Ayuda, ayuda..." Casi cuesta pensar.
Es como el junco de bambú que va de un lado a otro mecido por la tempestad.
Puede sin embargo que vuestra mente siga deleitándose de la comida, totalmente concentrada. Es una mente fuerte, que sabe que no hay muerte y que no hay vida. Que funciona más allá de los opuestos. No ve amenaza ninguna, así que ignora al tipo, que cada vez se pone más nervioso... "¡He dicho que el dinero!".
Pero puede ocurrir también que poseáis una mente que va más allá. El ladrón grita "¡dame el dinero!". Esta mente, como la anterior, se siente segura, no tiene miedo. Evalúa la situación, sabe que el ladrón es fuerte, que no hay otra cosa que hacer. Así que saca la cartera del bolsillo y le da lo que pide. Como digo no tiene miedo, está centrada, pero a diferencia de la mente anterior, siente una profunda tristeza. Piensa: "hoy has ganado amigo ladrón, pero mañana sufrirás mucho, y todo esto no hará más que empeorar". El ladrón se siente confuso. Sabe que ha conseguido lo que quería, pero también ha notado la paz, y la falta de temor de este tipo de mente. De alguna manera ha hecho mella en él y quizá más adelante esta semilla dé fruto.
La primera reacción es la mente perdida, la que habitualmente poseen las personas con las que nos cruzamos en el día a día. Voluble y sufrida a expensas de los factores externos.
La segunda es la mente pura, concentrada y ejercitada a base de meditación por su poseedor. Pero le falta algo. Aún no ha desarrollado la compasión que todo lo abraza.
Ésa, el tercer caso, es la mente esclarecida. El objetivo que me he propuesto alcanzar. El objetivo que todo ser humano debería proponerse para sacar el máximo partido a su humanidad.
Gracias a todos, perdidos, puros o esclarecidos, por estar ahí fuera iluminando el camino.

jueves, 17 de julio de 2008

Amigo o Enemigo.

Un saludo a todos de todo corazón.
Hay un ejercicio que me gusta sobremanera, y que puede ser utilizado por cualquiera, sean cual sean sus creencias religiosas.
Se trata de practicar la ecuanimidad, osea el tratar a todas las personas por igual eliminando los prejuicios que podamos haber creado. ¿Prejuicios como cuales?. Pues el más básico de todos, y el más común, es el de amigo y enemigo. Tratamos a las personas como amigas, fundamentalmente, no por los valores intrínsecos que ésta posea. Si no más bien, y en la sociedad actual cada vez más, por lo que aporta a nuestro "yo".
Decimos: "Eres mi amigo por que eres bueno para MI. Me das esto o lo otro". "Veo en ti cosas que ME hacen sentir bien". "Tu forma de ser concuerda con MI idea de como deben de ser los valores que aprecio", etc, etc...
Lo mismo pasa con los enemigos. Son los enemigos de nuestro ego.
Además, estos extremos de amistad y enemistad son totalmente intercambiables. Hoy somos amigos, mañana nos enfadaremos. Tu peor enemigo se convertirá en un gran apoyo en el futuro. Todos hemos pasado por situaciones parecidas. No os pongo ya el ejemplo de las rencillas familiares...
Los roles de amistad y enemistad cambian continuamente en todos los ámbitos.
Es por ello que tratar a todas las personas con amor y ecuanimidad puede ser de gran utilidad para nuestra sociedad como grupo, y de grandes beneficios en alegría y felicidad para todos como individuos.
La práctica de esta meditación no es mía. La he podido encontrar en multitud de escuelas budistas. Resumiéndola un poco:
Totalmente relajados, respiramos conscientemente contando el aire al inspirar "uno", espirar, "dos", inspirar "tres", espirar, "cuatro", y así hasta diez. Podemos repetir el ciclo de cinco a diez veces. Imaginamos después un grupo de personas enfrente de nosotros. Son gente que conocemos, amamos y estimamos mucho. Les observamos tomando cuenta de lo que nos hacen sentir. Descubrimos que muchas veces lo que sentimos tiene en parte un carácter egoísta y relativo.
Convocamos ahora en nuestra presencia otro grupo de personas que conocemos, pero por las que no sentimos nada de especial, ni amor ni odio, ni amistad ni enemistad. Vemos la relatividad de nuestra apreciación. Quizá no les hemos dejado aproximarse. Quizá entre ellos se esconde alguien que necesite nuestra ayuda.
Convocamos por último un grupo de personas que conocemos por las que sentimos aversión. Examinamos nuestros sentimientos descubriendo lo relativo y posiblemente equivocado de nuestro juicio. Mañana de entre ellos surgirá un amigo o un amor.
(Si crees en la reencarnación esta parte será muy útil)
Después de tantas vidas, de tanto renacer, sé que cada persona que encuentro en la vida fue alguna vez una madre amorosa que cuidó de mí, que me alimentó y acunó con dedicación.
Convoco ahora a los tres grupos ante mí. Reconozco entre ellos a mis madres pasadas. Soy consciente del error que cometo al tratarlos parcialmente como amigos, enemigos, o al ignorarles como si su existencia no significara nada para mí. Les mando todo mi amor.
Terminamos la meditación deseando toda la felicidad a todos los seres.
Por supuesto este ejercicio, como todos, no sirve de nada si luego le olvidamos en un cajón, y no le aplicamos en la vida diaria.
Espero que la reflexión os pueda servir de alguna ayuda.
Gracias a todos, amigos y enemigos, por estar siempre ahí fuera.

martes, 15 de julio de 2008

A mis amigos...AMIGOS

Hola a todos:
Tal vez sea demasiado analítica, tal vez tenga demasiada tendencia a entrar en mi pasado, recordar hechos vividos, situaciones en las que me ví envuelta, gente que he conocido, sensaciones, ideas, sueños...
Tal vez incluso haya quien opine que, aún no alcancé edad suficiente para tener una cierta retrospectiva, pero aquí sigo con mis exámenes al pasado, porque creo que me aportan la certeza de cuanto me equivoco, de cuanto dudo, de a cuanto renuncio y de cuanto tuve la suerte de vivir y disfrutar.
Una de las cosas aprendidas con el paso de los años es, sin embargo, a vivir el momento presente, intentando no comparar, no predecir, no recordar... vivirlo sin más, sentirlo y disfrutarlo.
Para eso, me libero (en aquélla parte que puedo) del miedo a lo desconocido, y de esa necesidad impuesta por la mente, de comparar, catalogar y prejuzgar.
Para vivir con intensidad el momento presente me resulta prioritario empezar por el principio de todo, y ese principio es agradecer. Creo que ese refrán que dice que " es de bien nacidos ser agradecidos" tiene mucho más significado que el que a priori le encontramos.
Agradecer estar vivo, tener una cierta lucidez, conservar la capacidad de soñar, las ganas de descubrir... Agradecer la naturaleza que nos rodea y cuantas maravillas contiene, y agradecer el mundo de sensaciones y emociones que nos proporciona.
Pero si algo tengo que agradecer a la vida es haber conocido a determinadas personas a las que considero AMIGOS y todo lo que me aportaron y me aportan. He conocido gente de todos lugares, de distintas ideas políticas o convicciones religiosas. Gente de diversa edad, profesión y cultura. Hombres y mujeres, jovenes y adultos.
De todas las personas que he conocido, hay unas cuantas que destacan por su aportación a mi vida y a mi felicidad. Gente que, en un momento dado, fue capaz de marcar ese punto de inflexión que provoca un cambio en tu ritmo, gente que fue capaz de ayudarme a salir de un laberinto que mi engañosa mente había creado.
No daré sus nombres porque resultaría injusto omitir a alguno. No necesitan que los mencione porque sus grandísimos corazones saben cuanto les quiero, incluso aquéllos que ya no están, pero sí diré que, en un momento dado, supieron estar y ofrecerme cuanto tenían en su corazón: unos me escucharon, otros me abrazaron, otros me gritaron hasta hacerme reaccionar. Alguno me ofreció su hombro informático, otros simplemente estaban a mi lado incondicionalmente. Alguno me habló, otros me recomendaron un libro o me regalaron una rosa de jericó.
Todos ellos tienen algo en común: un corazón grande y generoso, y una mente sin demasiados prejuicios.
No sé por qué razón se cruzaron en mi camino, seguro que no fue casual y el momento fue el que debía ser. Seguro que sólo en el momento adecuado eres capaz de mostrar y reconocer en los demás lo que llevas en tu interior. Seguro también que, si el paso de los años no los apartó de mi lado, es porque, en alguna medida fuí capaz de corresponder a su generosidad.
Muchísimos besos a todos.

jueves, 10 de julio de 2008

Los hijos no nacen de tí, sino a través de tí...

Hola a todos:

Hay gente convencida de haber llegado a este mundo sin permiso, gente convencida de ser un hijo no deseado y no querido.
No hace mucho un amigo me hablaba en estos términos de sí mismo, me contaba detalles de su infancia, anécdotas desgarradoras, una madre que nunca le dijo que le quería, un padre que una vez le dijo que jamás había hecho nada de lo que se pudiera sentir orgulloso.
Es un claro caso de maltrato, de daño intencionado e irreversible y de grave irresponsabilidad.
Mientras me contaba estas cosas, yo, para variar, daba mil vueltas a mi cabeza, y entraban y salían mil ideas sobre la autoestima y el ego. Me preguntaba hasta dónde es necesario trabajar desde la infancia la autoestima en un niño, y en qué momento se está haciendo una mala alimentación de su ego.
Porque todos necesitamos en algún momento sentir la aprobación de los demás, y esta necesidad es casi ilimitada en nuestra infancia y respecto de nuestros padres, admirados héroes y modelos.
Porque, por muy convencidos que estemos de nuestros actos, siempre nos asalta la duda y un apoyo se agradece.
Creo que un nivel correcto de autoestima te aporta seguridad en lo que haces, y en un niño le aporta un crecimiento y un equilibrio que conservará toda su vida y para ello es necesario sentir el cariño y la aprobación de tu gente.
Y que eso nada tiene que ver con el ego, que no sería muy capaz de definir, pero podría acercarme diciendo que es esa falsa y engrandecida imagen mental que, a veces, nos hacemos de nosotros mismos, y alimentamos a base de contar nuestros logros personales como si fueran batallas en el universo.
Claro que todo esto que os cuento es lo que pienso y siento, y lo hago en relación a ese sentimiento de ser un hijo no deseado.
Existe la creencia de que cada ser sintiente decide cuando y donde nace y desde luego cuando muere. Tal vez un error en el universo hace que los deseos de los padres y de los hijos no coincidan, ya sea en el tiempo o en el espacio, y por eso existan esos hijos no deseados. Si a esto añadimos que todavía existe gente convencida de que los hijos traen un pan bajo el brazo, que lo mejor para solucionar una crisis de pareja es tener un hijo… y cosas por el estilo, no es de extrañar que haya casos como este que os cuento.
De pequeña leí una pintada que me impactó, era una frase preciosa y con MUCHO significado. Decía así: “LOS HIJOS NO NACEN DE TI SINO A TRAVES DE TI”
Muchísimos besos a todos.

miércoles, 9 de julio de 2008

La sabiduría de las olas.

Un saludo a todos de todo corazón.
Las olas nacen en el mar, crecen evolucionando en su camino hacia la playa, y al chocar con ella mueren.
Las olas están muy preocupadas, tienen mucho miedo. Saben que su vida no durará para siempre, que algún día morirán.
Hace mucho tiempo nació una ola que marcó un antes y un después en la filosofía de su mundo. Su aspecto no difería mucho del resto de sus compañeras. Caminó durante su vida hacia la playa, como todas las demás. Pero ésta no tenía miedo.
"Estáis dormidas, ¿no lo veis?. No hay vida ni hay muerte. Despertad. Todas tenemos la misma esencia."
"¿Y qué esencia es ésa, maestra?", le preguntaban.
"Todas estamos conectadas, aunque en principio nos veamos diferentes, todas interdependemos, somos uno, ver esta realidad es iluminarse. Le llamo sentir el océano"
"¿Qué es el oceáno?", le inquirían.
"El oceáno es la auténtica realidad. Es cierto que nos vemos muy diferentes las unas de las otras. A simple vista nos creemos independientes. Somos altas y bajas. Algunas son fuertes y poderosas. Otras débiles y suaves. Nunca sabemos cuando llegará nuestro final. Algunas mueren jóvenes, incluso antes de llegar a la playa. Pero sabed que todo esto no es más que un punto de vista erróneo. Un error que nos acarrea mucho sufrimiento. Todas nosotras compartimos la misma sustancia, no somos más que agua. Funcionalmente tenemos un propósito u objetivo. Le he llamado el océano".
Durante el resto de su existencia, unos minutos según el cómputo humano, pero toda una vida bajo el punto de vista de las olas, predicó su descubrimiento. Muchas olas se iluminaron en ese tiempo, y muchas más después gracias a sus discípulos. Se autodenominaron "oceanistas".
"Las olas no nacemos ni morimos. Nunca dejamos nuestra esencia fundamental. Nunca abandonamos el oceáno. No viváis en el temor y en el error. Tened compasión y amor para las olas que aún no han comprendido esta gran verdad", dicen de una u otra forma sus enseñanzas.
¿Qué cómo he llegado a saber, simple ser humano, de todo esto que os cuento?
El otro día, dejándome mecer por ellas, muy atento a su lenguaje, tuve la suerte de que pasaran por allí un grupo de oceanistas y compartieran su hermoso mensaje.
Me siento muy afortunado de poder compartir hoy con vosotros un poco de la sabiduría de las olas.
Gracias a todos por estar ahí fuera.

domingo, 6 de julio de 2008

Los colores del amanecer.


Un saludo a todos de todo corazón.

La gente de hoy está siempre cansada. Se sienten agotados antes incluso de poner un pie en el suelo. Da igual que hayan descansado seis, ocho o diez horas. La mirada perdida, la boca cerrada y torcida en un gesto de malestar. Pasean como zombies sin rumbo fijo, esperando algo, quizá un pensamiento fugaz, que les devuelva algo de vida a sus cuerpos.
Y normalmente eso es lo que ocurre.
Aparecen pensamientos del tipo: "Tienes que ir a trabajar", "llevar los niños al colegio", o "la reunión, no te olvides de la reunión"... La maquinaria empieza a calentarse, el día a día sigue su curso. Por la noche, más que agotados, están derrotados. Deseando irse a la cama, a veces desde el mediodía, acaban por dejarse caer sobre el colchón por unas horas para repetir de nuevo el ciclo.
Esta situación se repite la mayoría, a veces la totalidad, de los días de sus vidas.
Sueñan con descansar, dormir más horas, con no hacer nada de nada... Hmmmmm.... el paraíso. Y más ahora, en el período de las vacaciones de verano.
Pues es una pena, pero están equivocados. La inactividad es el preámbulo de la muerte. La naturaleza es sabia, y obedece a reglas universales. Todo aquello que no se utiliza, se atrofia. La sangre cuando no está en movimiento, se coagula.
Pensamos equivocadamente que cuanto menos cosas hagamos mejor nos sentiremos, pero siento decir que es justo todo lo contrario. En la sociedad actual, además, asociamos la actividad al estrés. Pero es que aquí también hemos olvidado otra cosa: no nos divertimos con las actividades que realizamos. Hacemos las cosas mecánicamente, como una obligación. Pero eso es sólo un punto de vista. Podemos escoger otro, por ejemplo, disfrutar de todo lo que hagamos.
Parece difícil al principio, pero no es más que falta de hábito.
Voy a contaros un ritual que he estado realizando estas dos últimas semanas con resultados sorprendentes:
Cada mañana me levanto unos minutos antes del amanecer. Cada mañana, independientemente de lo que haya hecho ese día o de la hora a la que me haya acostado. Subo a la azotea de mi casa y disfruto viendo el amanecer. La ciudad duerme bajo mis pies, hay un silencio muy especial. Y nace una energía que aspiro con deleite, nutriéndome.
Sobre el tapiz de los colores del amanecer, proyecto mis sueños, lo que quiero lograr, visualizo mis objetivos. Es una sensación maravillosa.
Empiezo el día totalmente renovado, lleno de energía.
Dicen que el viejo ganaba siempre apostando en las carreras de caballos. "¿Cuál es el truco?" preguntaban todos. "Muy simple", respondía él con una sonrisa, "apuesto siempre por el caballo ganador".
Tú eres el caballo ganador. Apuesta siempre por ti. Levántate con el amanecer. Mira a las estrellas, visualiza tus sueños, apunta en un papel tus objetivos. Cree en ti mismo.
Ser como quieres ser no es más que adoptar un punto de vista.
Créetelo y el resto del universo creerá contigo.
Gracias a todos por estar, bajo los colores del amanecer, ahí fuera.

jueves, 3 de julio de 2008

Un paso adelante

Hola a todos:
No sé si alguno de vosotros ha tenido alguna vez la sensación de que la vida son constantes ciclos, igual que la historia, la economía, pero aplicado a nuestro diario vivir, mejor lo llamaría microciclos.
A veces me parece que las cosas se suceden en una cadencia organizada, una cadencia que hace que, de vez en cuando, pongamos los pies en la tierra, tomemos contacto directo con la realidad, valoremos lo importante, descartemos lo prescindible.
Tal vez yo esté especialmente predispuesta a estos ciclos, tal vez el universo considere que esta es mi única forma de reaccionar, mi única forma de avanzar y crecer. No quiero con esto decir que sólo a mí me ocurran estas cosas, pero sí tengo una especial forma de afrontarlas, me afectan y mucho y eso tiene que tener algún sentido.
Pero el tiempo me ha enseñado que, hasta de lo peor que vivo puedo sacar provecho, que todo tiene una explicación, una razón de ser. Todo vale, todo me hace crecer.
No puedo entender que ocurran cosas como las que os contaba en mi última entrada, ni quiero entenderlas. No creo que sucesos como ese tengan una causa, ni conduzcan a un fin, carecen de motivos… entonces, para qué ocurren? por qué ocurren?
No lo sé, no tengo respuestas, ni a esto, ni a tantas cosas…
Pero sí tengo siempre una misma sensación ante lo inexplicable, ante lo injustificable, los hechos sin sentido y es que, todos nos ponemos de acuerdo, o casi todos, y tal vez, ese sea en sí un gran paso.
Poco importan las ideologías o los credos, las razas, edades o culturas. Unos pedirán la condena a muerte, otros la Ley del Talión, otros la perpetua, pero todos, absolutamente todos, incluso los que por alguien así sean capaces de sentir una mínima compasión, estarán por una vez de acuerdo en algo, y ese algo es que nunca debió ocurrir, y ese algo es mucho y es grande.
Tal vez, cada vez que nos ponemos todos de acuerdo, sea un pequeño paso adelante, tal vez ese pequeño paso, ese punto en el que coincidimos llegue a ser un punto de inflexión entre ayer y hoy y mañana, tal vez descubramos sorprendidos que tenemos mucho más en común con los demás de lo que a primera vista creemos.
Porque nos educaron en la distancia a los católicos y los musulmanes, los budistas y los ateos, los hindúes, luego crecimos a kilómetros de otras culturas y nos pusimos barreras ideológicas y políticas, cuando en realidad, lo que a todos nos gusta, lo que todos detestamos, lo que buscamos, lo que soñamos y a lo que aspiramos, sea igual... todos queremos ser respetados, todos pretendemos ser felices, todos buscamos conservar lo que a pulso hemos ganado... nadie quiere sufrir sin sentido, nadie quiere perder si no ha jugado ni arriesgado, nadie quiere ser insultado, ni golpeado, ni maltratado...
Aún es un poco pronto para ninguna conclusión... de momento, la mezcla de sentimientos sólo me permite algunas impresiones, y esta es muy buena, por eso la quise compartir.
Muchísimos besos a todos.

martes, 1 de julio de 2008

Una mente enferma

Hola a todos:
Hace unos días, ocurrió en mi ciudad un terrible crimen, de esos que saltan a las crónicas negras de nuestros periódicos, esos cuyos detalles, por macabros y morbosos, trascienden al público, de los que se comentan en la panadería, el estanco o la carnicería.
Pocos días después, la noticia se convirtió en algo más que una pesadilla, al descubrir que conocía de toda la vida al autor de ese horrible asesinato, alguien que estuvo mil veces en mi casa, yo en la suya, en la de su familia o en la de la mía…
Hace años la relación de amistad se distanció, estaba cambiando. Tal vez los excesos cometidos durante años, quizá las interminables horas de soledad en la cabina de un camión, durante los interminables viajes en el transporte internacional… tal vez, quizá… quién sabe qué pasó por su cabeza… quién puede siquiera imaginar lo que ahora, al cerrar los ojos cada noche, en la celda de la cárcel, pueda recordar, sufrir y penar.
No existe condena suficiente para paliar el daño causado. No existe prisión que algún día devuelva a esa familia el hijo que les fue arrebatado, ni a la familia del autor, la paz y tranquilidad que a la vejez se ganaron a pulso y su hijo ahora les ha robado.
Terrible mezcla de sentimientos. No puedo entender los motivos, porque ninguno existe, no puedo entrever ni remotamente los mecanismos de esa mente enferma y trastornada, pero se algo.
Sé que cada minuto del día y cada hora de desvelo, que serán muchas, aparecerá ante sí la imagen de su víctima. Sé que aparecerá ante sus ojos a cada instante el daño hecho, el sufrimiento de esos padres, los suyos y los del fallecido.
Será consciente en algún momento de lo que implica perder la libertad, valorara lo importante porque ya no lo saboreará en muchos años, ya no se bañará en el mar, no paseará una playa, no abrazará a sus amigos, si es que alguno tiene la suficiente compasión para ir a visitarlo a través de un cristal.
Aunque, en realidad, la libertad la perdió mucho antes. La perdió cuando perdió la autonomía suficiente sobre lo que su mente le dictaba y se dejó llevar. Y la perdió de por vida al hacerle caso, porque, desgraciadamente, conserva intacta esa memoria que, constantemente, le recordará lo que hizo.
Claro que, aunque tarde años en recuperar esa libertad que ha perdido, alguien, con tan sólo veinte años, lo perdió todo hace unos días, y lo perdió para siempre, por la enferma voluntad de una mente trastornada.
Tengo estos días esa extraña sensación de inseguridad, causada por la incredulidad de que alguien a quien hace unas semanas hubiera jurado conocer, ahora descubro no saber nada.
Pero, a fin de cuentas, quien sabe nada? Seguro que él mismo, hace un mes, se hubiera considerado incapaz de hacer algo como lo que hizo.
Muchísimos besos a todos.